EEUU olvidó un artefacto nuclear hace 60 años en el Himalaya. Nadie lo ha encontrado (y tiene un detonador)

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Historias
de
espías

y
auténticas
meteduras
de
pata
habrá
muchas,
y
seguro
que
desconocemos
un
buen
número
de
ellas.
Sin
embargo,
pocas
se
pueden
acercar
a
lo
ocurrido
en
una
de
las
montañas
más
famosas
y
majestuosas
de
nuestro
planeta.
Allí
tuvo
lugar
hace
varias
décadas
una
peculiar
excursión
con
fines
poco
éticos.
Todo
lo
que
podía
salir
mal,
salió
peor.
De
hecho,

el
plutonio
sigue
allí
.


Nanda
Devi.

Para
aquellos
que
no
conozcan
de
qué
hablamos,
se
trata
de
la

segunda
montaña
más
alta
de
la
India

y
la
vigésima
tercera
del
mundo,
con
una
altura
de
7.816
metros.
No
es
un
pico
cualquiera,
ya
que
cuenta
con
un
significado
cultural
y
espiritual
profundo,
especialmente
en
la
región
de
Uttarakhand,
donde
es
considerada
sagrada.
La
zona
que
rodea
a
Nanda
Devi
ha
sido
reconocida
por
su
biodiversidad
única
como
Patrimonio
de
la
Humanidad
por
la
UNESCO.
El
parque
protege
una
variedad
de
especies
y
es
ejemplo
de
la
riqueza
del
Himalaya.

Además
de
su
importancia
natural
y
cultural,
el
enclave
ha
sido
un
símbolo
de
la
aventura
y
el
montañismo.
Desde
su
primera
ascensión
en
1936,
es
un
desafío
para
montañistas
de
todo
el
mundo.
Por
contra,
su
fragilidad
ecológica
ha
restringida
la
región
para
proteger
su
entorno.
Este
último
punto,
como
veremos
a
continuación,
no
siempre
fue
así.
Esperemos
que
la
naturaleza
no
sea
vengativa…


La
primera
prueba
nuclear.

No
muy
lejos
de
la
montaña,
en
octubre
de
1964,
se
producía
la

primera
prueba
nuclear
en
China

en
las
inmediaciones
del
lago
Lop
Nur,
una
región
que
colindaba
con
las
montañas
Kuruk-tagh.
A
aquella
prueba
le
siguieron
varias
decenas
y
pusieron
en
alerta
a
EEUU.

La
CIA
investigó
hasta
dónde
estaban
avanzando
los
chinos
.

Dos
años
antes,
China
había
derrotado
al
ejército
de
la
India
y
aquellas
primeras
pruebas
eran
un
ejemplo
de
poderío
y
fuerza.
La
agencia
estadounidense
llegó
a
la
conclusión
de
que
se
estaban
quedando
atrás
en
la
carrera
nuclear
en
un
contexto
delicado
como
era
la
Guerra
Fría.
Y
no
solo
EEUU,
la
India
se
sentía
en
inferioridad
tras
su
derrota
fronteriza.
La
alianza
entre
ambos
países
no
tardó
en
llegar.


La
extraña
pareja.

¿Qué
hicieron?
En
una
época
donde
no
había
tecnología
de
espionaje
satelital
como
el
actual,
ambas
naciones
firmaron
un
pacto
secreto
para
aunar
esfuerzos
y
espiar
a
los
asiáticos.
¿Cómo?
Literalmente,
mandando
agentes
secretos
al
terreno
“de
batalla”.
Dicho
de
otra
forma,
enviando
espías
a
los
confines
del
mundo,
a
algunas
de
las
montañas
más
imponentes
del
planeta
donde
se
estaban
llevando
a
cabo
las
pruebas
nucleares
chinas.

Si
la
idea
parece
un
tanto
peliculera
es
porque
lo
es.
La
propuesta
de
ambas
naciones
consistía
en
utilizar
algunas
de
las
montañas
de
la
India
desde
las
que
divisar
lo
que
estaban
haciendo
desde
el
bando
chino.
Puede
parecer
naif,
o
incluso
inocente,
que
las
agencias
de
espionaje
de
ambos
países
vieron
con
buenos
ojos
vigilar
a
otra
nación
a
miles
de
kilómetros
por
el
simple
hecho
de
estar
en
uno
de
los
“picos”
del
planeta,
pero
la
historia
demuestra
que
fue
así,
y

en
1965
se
dio
luz
verde
al
plan
“maestro”
.

Nanda Devi


El
equipo
A.

La
CIA
comienza
a
buscar
y
reclutar
los
espías
que
llevarían
a
buen
puerto
el
plan.

Uno
de
ellos
fue
Robert
Schaller
,
estudiante
de
medicina
en
Seattle
al
que
le
hacen
llegar
una
propuesta
digna
de
una
película
de
Hollywood.
Necesitaban
un
médico
en
Himalaya
con
experiencia
en
electrónica
y
montañismo,
una
combinación
de
requisitos
que
los
llevó
hasta
el
estudiante,
el
primero
en
la
lista
que
fue
rellenándose.

Cuando
el
equipo
se
había
formado,
comenzaron
los
intensos
entrenamientos
en
un
enclave
secreto
durante
meses.
Junto
a
Schaller
había
un
gran
número
de
celebridades
que
iban
a
convertirse
en
espías
ciudadanos
como
él.
Por
ejemplo,
el
famoso
escalador
de
Yosemite,
Tom
Frost,
o
el
que
iba
a
ser
el
capitán
de
la
expedición
y
famoso
alpinista
por
las
expediciones
al
Everest,
Mohan
Singh
Kohli.
Otros
no
eran
tan
conocidos,
pero
se
trataba
de
élites,
investigadores
o
profesores
cuyos
conocimientos
en
tecnología
nuclear
los
pusieron
al
servicio
de
la
secreta
alianza
entre
EEUU
e
India.


De
profesión:
espías.

No
hablamos
de
entrenamientos
normales,
por
supuesto.
Tras
las
primeras
pruebas
se
subió
el
nivel
durante
varios
meses
con

saltos
desde
un
helicóptero,
o
demoliendo
objetivos
con
explosivos
,
incluso
manejaron
hardware
experimental
de
energía
atómica
que
había
sido
desarrollado
exclusivamente
para
la
misión.
Por
último
y
no
menos
importante,
el
equipo
debía
prepararse
para
el
ascenso
arrastrándose
junto
al
material
de
la
misión
por
los
acantilados
de
Alaska.


Comienza
la
misión.

Un
año
después
de
la
primera
prueba
nuclear
china,
este
equipo
de
intrépidos
ciudadanos
convertidos
a
espías
está
listo.
Todos
se
encuentran
en
el
Santuario,
una
especie
de
fortaleza
natural
de
las
cumbres
que
rodean
al
Nanda
Devi,
el
objetivo
final.
Un
detalle
nada
baladí:
hasta
entonces,
solo
seis
personas
habían
logrado
hacer
cumbre
en
el
pico,
y
de
esas
seis,
tan
solo
tres
habían
logrado
bajar
con
vida.

Sea
como
fuere,
el
plan
siguió
adelante
con
un
compañero
inesperado.
No
se
había
revelado
hasta
entonces,
pero
el
equipo
debía
ascender
con
un
paquete
de
vigilancia
extremadamente
pesado,
un
sistema
de
monitorización
que
precisaba
de
energía
atómica
para
funcionar.
Hablamos
de

un
artefacto
que
contenía
un
generador
SNAP
19C

que
convertía
el
calor
del
plutonio
en
electricidad,
lo
que
posteriormente
permitía
monitorear
posible
actividad
nuclear
(en
este
caso,
de
China).


Escalando
con
plutonio.

Si
subir
una
montaña
con
el
material
adecuado
es
una
actividad
complicada,
con
un
artefacto
atómico
de
motorización
extremadamente
pesado
era
una
cuestión
de
fe.
Además,
hablamos
de
tipos
que
venían
de
ámbitos
muy
diferentes,
muchos
paupérrimamente
preparados
para
una
misión
tan
física,
por
mucho
que
estuvieran
meses
entrenando.

Por
tanto,
de
día
el
artefacto
les
hacía
la
vida
imposible
y
avanzaban
subiendo
las
rampas
como
tortugas.
Sin
embargo,
a
la
noche
la
cosa
cambiaba,
y

el
dispositivo
era
capaz
de
proporcionar
calor
extra
a
los
espías
.
Y
es
que,
en
el
interior
del
generador,
había
suficiente
plutonio
para
alimentar
al
sistema
de
vigilancia
durante
más
de
mil
años,
lo
que
a
efectos
prácticos
supondría
que
tanto
EEUU
como
India
podrían
vigilar
a
los
chinos
durante
siglos.


Todo
mal.

Durante
un
breve
espacio
de
tiempo,
la
misión
parecía
que
iba
a
salir
bien.
De
hecho,
llegaron
a
la
zona
de
High
Camp,
a
tan
solo
unos
cientos
de
metros
del
pico
de
Nanda
Devi.
¿Qué
ocurrió?
Los
primeros
que
lo
vieron
venir
fueron
los
sherpas
que
los
acompañaban:
se
acercaba
una
gran
ventisca
y
debían
posponer
la
misión
y
huir
de
la
zona
cuanto
antes.
El
jefe
del
equipo
concluyó
que
volverían
a
la
zona
cuando
llegara
la
primavera.
También
ordenó
que
el
paquete
de
vigilancia
debía
quedarse
en
la
montaña
para
agilizar
el
descenso.

No
vieron
otra
forma
de
librarse
de
las
inclemencias
del
tiempo
que
arreciaba.
Ataron
el
artefacto
a
la
ladera
de
la
montaña,
junto
a
unas
rocas.
El
equipo
aseguró
la
antena,
dos
conjuntos
de
transceptor
y
el
generador
nuclear
sobre
las
rocas.
Luego,
partieron
a
toda
prisa
antes
de
que
llegara
la
anunciada
ventisca.


Dónde
demonios
está.

Lo
que
ocurrió
cuando
llegó
la
primavera
es
posible
que
lo
estés
imaginando.
El
equipo
de
espías
regresó
a
la
zona
de
High
Camp
pero,
para
su
sorpresa,

el
dispositivo
con
plutonio
no
se
encontraba
allí
.
Entre
las
posibilidades,
se
pensó
que
la
cornisa
de
piedra
se
pudo
derrumbar
de
la
ladera
de
la
montaña
por
una
avalancha,
desde
donde
presumiblemente
se
habría
incrustado
el
generador
y
sus
siete
barras
de
plutonio
en
las
profundidades
del
hielo
de
los
glaciares.

El
grupo
no
sabía
qué
hacer.
Un
“combustible”
nuclear
podría
estar
enterrado
delante
de
sus
narices,
pero
era
imposible
saber
dónde
exactamente.
Peor
aún,
pensaron,
los
chinos
incluso
podrían
llegar
a
hacerse
con
el
artefacto
en
un
final
tan
calamitoso
como
inesperado
por
todos.


Silencio
absoluto.

Se
optó
por
cerrar
la
boca.
Durante
años,
la
CIA
envió
decenas
de
escaladores
con
contadores
Geiger
junto
a
una
flota
de
helicópteros
equipados
para
peinar
los
campos
y
rampas
de
hielo
esperando
detectar
cualquier
rastro
del
sistema
perdido.
Por
su
parte,
el
equipo
de
espías
reclutado
fue
destinado
a
un
plan
b:
escalar
una
montaña
vecina
e
instalar
(sin
éxito)
un
sistema
similar
de
observación
de
explosiones
y
monitoreo
de
posibles
misiles.
Cuando
terminaron
la
misión
fallida,
se
unieron
a
las
labores
de
búsqueda
para
localizar
el
plutonio
extraviado,
pero
nunca
dieron
con
él.

Todos
los
documentos
y
fotografías
que
tomaron
aquellos
intrépidos
ciudadanos
reconvertidos
a
espías
durante
las
misiones
fueron
confiscados
por
la
CIA,
quien
decidió
que

la
misión
“nunca
había
existido”
.
De
hecho,
esta
historia
no
se
estaría
escribiendo
si
no
fuera
por
lo
ocurrido
en
2005,
cuando
el
jefe
de
la
expedición
original,
el
capitán
Kohli,
publicó
su
libro

Spies
in
the
Himalayas:
Secret
Missions
and
Perulous
Climb
,
destapando,
ahora
sí,
la
misión
secreta.


El
dispositivo.

En
cuanto
al
artefacto
nuclear,
allí
sigue,
en
algún
lugar
del
Himalaya.
Tras
la
publicación
del
libro,
unos
investigadores
aseguraron
que
las
muestras
de
agua
del
Santuario
que
desembocan
en
el
río
Ganges

mostraban
indicios
claros
y
preocupantes
de
plutonio-239
,
un
isótopo
que,
desgraciadamente
para
la
CIA
y
su
estrambótica
misión,
no
ocurre
naturalmente.

Este
dato
da
una
idea
de
la
historia
que
se
vivió
en
los
años
60.
Quizá
nunca,
o
quizá
en
unos
años,
décadas
o
siglos,
quienquiera
que
esté
en
el
planeta
perciba
una
tímida
señal
desde
uno
de
los
picos
de
la
Tierra.
No
sería
una
buena
noticia,
el
generador
nuclear
estaría
despertando
de
su
tumba
helada
avisándonos
de
lo
rematadamente
mal
que
hicimos
las
cosas
hace
60
años.

Imagen
|

Jaiambey
,

PickPik
,

Michael
Scalet

En
Xataka
|

La
minería
china
ya
mira
al
Himalaya.
El
motivo
es
muy
sencillo:
un
enorme
depósito
de
tierras
raras

En
Xataka
|

Contaminamos
el
Himalaya
antes
de
pisarlo:
encuentran
cenizas
y
partículas
de
metales
de
la
Revolución
Industrial