A
pesar
del
reciente
acuerdo
entre
Estados
Unidos
y
China,
tras
el
cual
el
país
liderado
por
Xi
Jinping
ha
flexibilizado
la
concesión
de
licencias
de
exportación
de
tierras
raras,
las
tensiones
entre
ambos
países
siguen
escalando.
El
pasado
29
de
mayo
la
Oficina
de
Industria
y
Seguridad
del
Departamento
de
Comercio
estadounidense
daba
una
orden
clara
a
sus
empresas
nacionales
de
software
EDA
(Electronic
Design
Automation):
estaban
obligadas
a
dejar
de
vender
sus
soluciones
avanzadas
a
grupos
chinos.
Las
respuestas
de
China
están
siendo
ejemplares.
El
contexto.
Estados
Unidos
y
China
están
en
plena
guerra
comercial,
y
uno
de
los
elementos
clave
para
ganarla
está
en
los
semiconductores.
El
gobierno
estadounidense
lleva
años
limitando
a
China
el
acceso
a
su
tecnología
más
avanzada.
Una
que,
hasta
el
momento,
estaba
principalmente
centrada
en
los
equipos
necesarios
para
desarrollar
chips
con
los
procesos
litográficos
más
avanzados.
El
29
de
mayo,
el
país
liderado
por
Donald
Trump
iba
un
paso
más
allá,
y
ordenaba
a
sus
empresas
nacionales
de
software
EDA
dejar
de
vender
sus
soluciones
avanzadas
a
grupos
chinos.
En
el
proceso
de
fabricación
de
un
semiconductor,
el
software
de
automatización
es
clave
para
procesos
básicos
como
su
diseño
lógico,
evaluación
de
problemas,
validación
y
simulación
sobre
su
comportamiento
real.
Sin
este
software,
no
hay
semiconductores.
El
contragolpe.
China
acaba
de
dar
su
primer
gran
contragolpe
a
esta
restricción,
y
lo
ha
hecho
bloqueando
la
fusión
por
valor
de
35.000
millones
de
dólares.
Administración
Estatal
de
Regulación
del
Mercado
de
China
ha
pospuesto
la
aprobación
del
acuerdo
propuesto
entre
Synopsys,
el
principal
gigante
estadounidense
en
software
EDA
y
Ansys,
actual
líder
en
procesos
de
simulación
multifísica
(mecánica,
térmica,
electromagnética,
acústica,
etc.)
Synopsys
cuenta
con
herramientas
de
simulación,
pero
no
al
nivel
de
Ansys.
Synopsis
centra
sus
esfuerzos
en
la
simulación
a
nivel
de
silicio,
dentro
del
propio
chip.
Ansys
toma
estos
resultados
y
simula
sus
interacciones
con
entornos
físicos
a
mucha
mayor
escala.
La
fusión
es
clave
para
que
Estados
Unidos
siga
siendo
líder
en
este
tipo
de
procesos,
y
contaba
ya
con
la
aprobación
de
las
autoridades
nacionales
y
europeas.
No
tan
rápido.
Hay
una
pregunta
lógica
ante
el
bloqueo
del
acuerdo:
por
qué
está
en
manos
de
China
frenarlo.
Aunque
Synopsys
y
Ansys
son
empresas
estadounidenses,
su
fusión
afecta
directamente
al
mercado
chino,
y
por
tanto
requiere
aprobación
de
la
Administración
Estatal
para
la
Regulación
del
Mercado
(SAMR).
Este
tipo
de
fusiones
necesitan
luz
verde
en
todos
los
grandes
mercados
donde
las
empresas
operan
o
tienen
clientes,
y
aquí
hay
tres
claves.

Y
es
que
el
poder
negociador
de
China
no
está
solo
en
las
tierras
raras.
Bloquear
un
acuerdo
de
35.000
millones
de
dólares
es
un
mensaje
a
Estados
Unidos:
si
no
relaja
las
restricciones
de
acceso
a
su
software
de
automatización,
no
podrá
seguir
avanzando
en
el
desarrollo
del
mismo.
China
sigue
avanzando.
Esta
misma
semana,
China
respondió
a
Estados
Unidos
subiendo
a
GitHub
un
documento
académico
en
el
que
mostraba
parte
de
sus
avances
en
software
EDA.
QiMeng
es
un
proyecto
Open-Source
que
nada
a
contracorriente
de
la
naturaleza
cerrada
y
privada
de
este
tipo
de
software,
y
ya
ha
demostrado
ser
capaz
de
diseñar
chips
avanzados
en
tiempo
récord.
Por
otro
lado,
los
responsables
de
las
tres
principales
empresas
de
software
chino
de
automatización
(Technology,
Primarius
Technologies
y
Semitronix),
están
frotándose
las
manos.
Yang
Lianfeng,
presidente
de
primarius,
contaba
en
una
entrevista
que
el
movimiento
de
restricciones
estadounidense
era «la
mejor
oportunidad
de
desarrollo
de
la
historia».
Y
es
que
la
postura
de
China
para
ganar
esta
guerra
comercial
está
lejos
de
copiar
a
sus
rivales:
si
les
privan
de
una
tecnología,
intentarán
desarrollar
una
mejor.