29/06/2023 10:37hs.
A esta altura del partido, cuesta creer que un grupo de personas con ganas de jugar a un deporte deban formar un club no por su inclinación deportiva, sino sexual. Pensándolo mejor e imaginando ejemplos de qué puede pasar en canchas o hasta en el barrio, la respuesta se cae de madura: la sociedad argentina no está lista (educada, madura, preparada) para tomar con naturalidad que alguien del colectivo LGBT+ sea parte sin que deba esconder su elección o lo señalen todo el tiempo.
El tema sale no por capricho sino porque se celebró el Día del Orgullo y Olé publicó una entrevista al presidente de Ciervos Pampas, club de rugby creado para que gente del colectivo que quiere jugar cuente con un espacio para hacerlo, en el que los golpes son generados por tackles y no la violencia de la discriminación.
Se le preguntó al dirigente cuándo creía que un gay podría ser parte de un equipo -no se puntualiza en rugby; es este caso, pero puede ser cualquier deporte-, y la respuesta apuntó: “Cuando la normativa sea plural. Cuando la sociedad entienda la importancia de la diversidad”.
Se podría forzar la inclusión como en la política o en ciertas ocupaciones, con un cupo obligatorio pero, tema de debate, flaco favor se le haría al entrante o al saliente despreciando su cuestión de mérito al perder/ganar una camiseta.
Quizá lo mejor es escuchar e imitar a la mayoría de los adolescentes y jóvenes que nos rodean, para quienes este tema es parte de su cotidianidad sin ponerse colorados.
Ciervos Pampas Rugby Club – 29-6-2023
La arenga de Ciervos Pampas
Probablemente no se encuentre una solución ya. Quedan varias generaciones aún con la sartén por el mango que no tienen la culpa de haber sido criados sin el concepto de la diversidad, si bien no es excusa para saber adaptarse.
Al menos, desde este lugar, granito de arena, entendemos que suma visualizarlo.
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