Somos futboleros, nos gusta ver partidos, por el placer de verlos. Pero se viven con más pasión cuando hinchamos por uno o por el otro. Si no juegan nuestros equipos, alguna afinidad tiende a inclinarnos. O era el equipo de nuestro viejo, o es el de nuestra pareja, o es del barrio, o juega alguien que nos dejó un entrañable recuerdo con nuestra camiseta, o es el débil contra el poderoso… Las razones pueden ser varias, pero tenemos una cosa, muy argentina también, de inclinarnos por un bando, que nos hace ver el juego con más tensión.
Al Barcelona-Atlético Madrid de hoy le damos el valor de una final, aunque el Aleti tenga más puntos, después queden tres fechas más y el Real Madrid está listo para dejarlos sin postre. El Barsa, para los argentinos, es Messi. El Colchonero, donde también seguimos a Angelito Correa, es Simeone. Y hoy, el Barsa-Aleti tiene un derbi propio para los argentos: Leo vs. el Cholo.
Muchos se alinean detrás de uno u otro, por admiración o idolatrías personales, y porque representan modos distintos de encarar el fútbol. Leo es paradigma para los adeptos de un fútbol de posesión, toque, protagonismo, muchos sumados al ataque tomando riesgos en el portón del fondo. El Cholo es adalid del fútbol pragmático, la obsesión por el resultado como sea, consigna de blindar el arco propio, los 11 comprometidos en anular al rival y menos jugadores comprometidos con la conquista del arco de enfrente.
Ganar, queremos ganar todos. Y se ha ganado de una forma y de la otra. Se gana hasta por detalles, y hasta por azar.
Uno es un ídolo mundial, otro es uno de los DT más reconocidos del planeta. Ambos son eximios embajadores del deporte argentino en el mundo. No estaría mal que nos permitiéramos disfrutar que, salga como salga este partido, uno de esos dos grandes argentos tendrá buenas chances de conseguir otro título.
