Desarrollo cognitivo en el niño: la etapa preoperacional de los 2 a los 7 años

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En artículos anteriores, hemos conocido la primera etapa que propuso Piaget para hablar del desarrollo cognitivo de los niños: la etapa sensoriomotora, que está dividida en seis subestadios o subetapas y que va desde el nacimiento hasta el segundo año de vida.

A los dos años, más o menos, y hasta los siete años, los niños entran en la segunda etapa: la etapa preoperacional, caracterizada por el lenguaje, el juego simbólico y la imaginación, entre otros elementos.

Pero, ¿qué más sabemos de esta etapa? ¿Cuáles son sus características fundamentales?

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¿Qué es la etapa preoperacional?

Esta etapa, que va de los dos a los siete años, aproximadamente, se inicia cuando los niños y niñas empiezan a usar el lenguaje, las imágenes y los símbolos con una finalidad: representar actos reales de su entorno.

En esta fase evolutiva es cuando empiezan a entender lo que les rodea; además, desarrollan la capacidad de comunicarse con las palabras, de contar objetos, de dibujar, de pensar y de tener ideas propias.

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Como veremos, se denomina preoperacional porque los niños aún son pequeños para usar la lógica de forma eficiente. Es una etapa muy importante, ideal para que padres, madres y profesionales acompañen a los niños y estimulen su desarrollo cognitivo.

Además, hemos de pensar que en esta etapa se sientan las bases de cómo el niño irá, poco a poco, adquiriendo y consolidando el conocimiento.

Una fotografía de la etapa preoperacional

Después de la etapa sensoriomotora (0-2 años), la primera etapa de la Teoría del desarrollo cognitivo de Piaget, el niño entra en la etapa preoperacional, la segunda etapa de la teoría.

En esta etapa, el niño participa más activamente en el juego simbólico (donde pudo empezar a introducirse en la etapa anterior); también, aprende a manipular los símbolos y las representaciones mentales que se forman de las cosas.

En esta etapa, además, se desarrollan algunos elementos imprescindibles para el desarrollo del niño:

  • El pensamiento egocéntrico.
  • La imaginación.
  • El juego simbólico.
  • El lenguaje (que ya ha empezado a adquirirse en la etapa anterior, pero que en esta cobra más importancia aún y se va perfeccionando).

Así, el inicio de esta etapa llega con la adquisición del habla, con la comprensión de símbolos y con el juego simbólico.

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Una etapa por explotar

Esta etapa es ideal para maestros y educadores, en el sentido de que es cuando más pueden estimular, orientar y colaborar en un adecuado desarrollo cognitivo en el niño.

La etapa se denomina así porque en ella los niños aún no hacen operaciones mentales, pero están influenciados por cómo ven las cosas, ya pueden manipular las imágenes mentales de su cabeza y se están preparando para desarrollar un pensamiento más concreto y lógico.

Sin embargo, en esta etapa aún no son capaces de entender, ni de aplicar, la lógica concreta (el pensamiento lógico).

Siete características de la etapa preoperacional

El niño, además del lenguaje, adquiere en esta etapa una serie de elementos imprescindibles para su desarrollo cognitivo.

Es una etapa para sentar las bases de cómo adquirirá el conocimiento en los siguientes años. Así, ¿qué caracteriza esta etapa evolutiva? ¿Qué elementos la definen? 

Es importante puntualizar aquí que, cada uno de estos elementos se va desarrollando entre los dos y los siete años, es decir, son características evolutivas que siguen su proceso; algunas se dan a los dos años, otras a los tres, etc. 

Centralización

La centralización, o centración, implica que los niños solo puedan concentrarse en un objeto específico, o en una situación concreta, en un determinado momento.

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De esta forma, se tienden a concentrar solo en un objeto, o en un aspecto del mismo o de cada situación que viven (y no lo/la ven en su totalidad); en este sentido, no pueden tener en cuenta más de una característica del objeto a la vez.

Además, la centralización también implica mostrar dificultades para pensar en problemas de carácter social, y no tanto individual.

Egocentrismo

El egocentrismo implica que los niños sean incapaces de ver las situaciones desde el punto de vista de otras personas.

Así, es la dificultad de los niños para situarse en una perspectiva distinta a la suya. De esta forma, ven la realidad únicamente a través de sus ojos (y la interpretan a través de ellos), y no pueden entender que los demás tienen opiniones diferentes a las suyas.

Por ejemplo, ven un juguete que les encanta y piensan que a todo el mundo le gusta el mismo objeto.

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Irreversibilidad

La irreversibilidad de esta etapa es el hecho de que el niño preoperacional sea incapaz de invertir la direccionalidad de una secuencia de eventos a su punto de partida.

Es decir, el niño no puede apreciar que una transformación inversa, devolvería la materia a su estadio original.

Pongamos un ejemplo para entender mejor este concepto; el niño ve un trozo de plastilina. Después ve el mismo trozo pero en forma de churro (ha sido deformado), pero es incapaz de entender que, si se vuelve a aplastar y a deformar el churro, volverá a su estado original.

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Artificialismo

Otra característica de la etapa preoperacional es el artificialismo Esto implica la creencia de que todos los elementos de la naturaleza (por ejemplo: los árboles, las nubes, las piedras, los prados…), han sido creados por las personas.

Animismo

Esta creencia implica pensar que los objetos inanimados (por ejemplo: las piedras, los juguetes, los muebles…), es decir, objetos cotidianos que podemos encontrar en casa, poseen sentimientos e intenciones humanas.

Básicamente, es «dotar de vida» (o de características humanas) a elementos inanimados, que no tienen vida.

Juego en paralelo

El tipo de juego que suele caracterizar esta etapa es el juego en paralelo, que implica jugar con otros niños, uno al lado del otro, pero sin interactuar, o sin coordinarse entre ellos para conseguir nada. «Jugar junto a otros niños, pero no con ellos».

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Juego simbólico

Finalmente, el juego simbólico también es característico de la etapa preoperacional. Este tipo de juego implica, básicamente, simular objetos, situaciones o personajes que no están presentes.

Por ejemplo: asumir y reproducir roles (como en el juego de ser profesores y alumnos, o ser papás y mamás…), inventarse amigos imaginarios, hacer ver que un determinado objeto es en realidad otro, simular escenas sociales…

En este tipo de juego, no se utilizan juguetes al uso, sino que, los niños hacen ver que diferentes objetos cotidianos adquieren el papel de elementos lúdicos (o los propios juguetes se utilizan con otra finalidad; por ejemplo, una pelota gigante puede «convertirse» en una mesa).

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Fotos | Portada (pexels), Imagen 1 (pexels), Imagen 2 (pexels)

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