De la guitarra con Intoxicados a CEO: la historia del rockero que creó una empresa de $ 5 mil millones

0
103

Darío Botte tiene dos pasiones desde muy chico: la música y los negocios. “Los dos mundos siempre están en mi y son coherentes con mi vida actual”, cuenta Botte a Forbes. Y resalta: “Hago música desde muy chico y siempre tuve mi banda de rock pero también fui a la universidad, y cuando trabajé en una multinacional tocaba en los eventos de fin de año como había en los actos del colegio”.

Para muchos, esos dos mundos que conviven en Botte pueden ser difíciles de mezclar. Incluso muchos dirían que son incompatibles pero él encontró la manera de hacerlos coexistir a tal punto que puede salir gira con Felipe Barrozo, el histórico guitarrista de Intoxicados, mientras sostiene las operaciones de Trigal, compañía que fundó en 2011 y que el año pasado facturó alrededor de $ 5 mil millones.

– Trigal produce alimentos congelados. ¿Por qué elegiste ese sector?

– Desde los 20 años que vendo medialunas. Arranqué vendiendo medialunas para una empresa americana en la que trabajé durante 9 años y, mientras trabajaba allí, me visualizaba emprendiendo, armando mi empresa. Cuando me fui de esa compañía, lo primero que hice fue vender medialunas  por mi cuenta, solo, con mi auto. Conocía el sector y su dinámica, tenía muchas ganas y voluntad de desarrollar mi espíritu emprendedor pero lo que no tenía eran recursos. 

– ¿Cómo fueron esos años?

– Atravesé muchas y distintas etapas para lograr mi meta. Vendí el auto, me puse a trabajar para otros de una manera semi independiente, representando panificadoras y vendiendo sus productos. Cada paso que di, cada obstáculo que sorteé, fueron claves para llegar a donde estoy hoy. 

– Fue un proceso duro…

– El proceso fue realmente muy duro. Porque arranque sin tener plata, mi único capital era mi auto y yo. Inclusive no tenía nadie que me aconseje o que me vaya asesorando, me hice mi propio camino en el que cometí muchos errores y de los cuales aprendí. En ese proceso perdí mucho y también gané. Cuando hago el balance claramente es positivo, ya que arranque menos diez y, por supuesto, no me refiero solo a dinero. El balance da positivo en lo que respecta a lo personal, emocional y social.

La historia de Trigal

La historia de Trigal comenzó hace trece años y, según cuenta el propio Botte, inició con la venta de SKU (medialunas de manteca congeladas) y más tarde llegarían productos de facturería y subfamilias relacionadas. “Hoy tenemos una planta solo de empanadas congeladas y tartas, una fábrica solo de pastelería y una fábrica con tecnología de medialunas prefermentadas ultracongeladas”, señala su CEO y fundador. Y suma: “Esto permite a nuestro negocio fortalecernos en servicio y posicionarnos en el mercado de venta directa minoristas con una estrategia que hoy nos hace tener liderazgo: ‘Compra directo de fabrica sin intermediarios’”.

– ¿Cómo son las operaciones de la compañía en la actualidad?

– Hoy contamos con 3 fábricas y un centro de distribución. Una fábrica está en Avellaneda, otra en el Parque Industrial de Ezeiza y la tercera en Escobar. La capacidad que tenemos es de 500 toneladas por mes entre las tres. Estamos trabajando con un equipo de profesionales con un alto expertise industrial que hacen que la calidad y la escalabilidad sean posibles de alcanzar el máximo potencial de cada una y entre las tres. Por otro lado, contamos con 75 empleados y el objetivo en 2024 es duplicar la nómina, como mínimo. 

– ¿Tus clientes son locales que venden al público o vendes directamente a las personas también?

– El canal foco de la empresa es B2B. Acompañamos al sector gastronómico, hoteles, empresas de catering y comerciantes. Nuestra distribución es a nivel nacional y llegamos sin intermediarios, lo que nos hace muy competitivos en el mercado. 

– ¿Qué planes y proyecciones tienen para 2024? 

– Para el 2024 nuestro foco principal está puesto en llevar el precio justo al mercado, con un servicio diferencial. Por otro lado, independientemente de lo que respecta al crecimiento económico, objetivo común en todas las empresas, en Trigal estamos hace un tiempo apuntando a fortalecernos y crecer como equipo de trabajo. Estamos trabajando en una escuela de ventas que la diseñamos a medida para todo aquel comercial o emprendedor que tenga ganas de crecer junto a nosotros. Adquirimos aulas y logramos tener un programa educativo. Dedicamos mucho esfuerzo a profesionalizar, la cultura que se respira puertas adentro es el verdadero capital que tenemos, sobre todo destacando que TRIGAL nace desde la pasión y la convicción de que todo lo que uno se propone desde corazón, con mucho esfuerzo, se alcanza. Ese es nuestro lema. Cada vez que ingresa un colaborador le pregunto: ¿qué esperás de nosotros?. La respuesta más común es: “Estabilidad y crecer”. Ahí está el mach, es el momento en el que me doy cuenta que hablamos el mismo idioma. El primer colaborador que ingresó a trabajar hoy sigue con nosotros y continúa creciendo, como muchos más que vinieron detrás.

El costado rockero de Darío Botte

El CEO de Trigal explica a Forbes que la convivencia entre ser profesional y el crecimiento siempre los mezcló en su vida laboral y como estudiante. “Al día de hoy, cuando tenemos una fecha con Intoxicados en CABA, vienen clientes, colaboradores o proveedores. Y al otro día me pongo la camisa, los zapatos y comparto un café en la oficina”, afirma Botte.

-¿Cómo combinas tu pasión por el arte y la música con tu vida como empresarios? 

– Realmente, no me imagino mi vida sin la música. Jamás faltó en mi vida, es como al que le gusta el fútbol: si no juega mira partidos y al otro día va a su trabajo o tiene su empresa. En mi caso no dejo de ir a conciertos, de irme de gira con la banda y, en todo caso, si algo debería dejar es de trabajar. Pero el arte no se negocia, se lleva adentro, estudiando, trabajando y con mi propia empresa, siempre la música está. Pero, si bien la música es pasión, yo lo tomo con una responsabilidad enorme, es un trabajo también, donde pongo los mismos valores y las mismas ganas. Tengo muy claro que son dos mundos distintos, pero yo soy el mismo para ambos.

– Venís del mundo del rock, donde uno pensaría, quizás con prejuicios, que los empresarios no son tan bien vistos. ¿Cómo reaccionan en el ambiente cuando contás que sos empresario? 

– La verdad es tal cual. Creo que primero fui músico y luego me transformé en empresario, lo que hace que mi esencia, tanto musical como con mis códigos barriales que no los cambié. Y eso los pibes se dan cuenta, por eso empatizo con los músicos y con la gente que nos viene a ver. Me pasa en el día a día, cuando veo empresarios que viven en un mundo superficial y se creen mil pero no tienen calle y no conocen a sus propios colaboradores. Más allá de la música en sí, me refiero a que carecen de humildad, entonces ahí chocas. Creo que ese tipo de empresarios no podrían claramente entrar en el mundo del rock, o al menos en la intimidad. Pero la verdad no pasa, al contrario, me siento muy bien siendo parte de este mundo, y más cómodo.

– Siempre se escuchan historias de músicos que por no saber tanto de negocios fueron estafados o no tuvieron tan buenos contratos como deberían. ¿Te ayuda tu costado empresarial a generar mejores condiciones en tu trabajo relacionado a la música?

– 100%. Cada mundo se retroalimenta en mi. Así como lo comercial me ayuda en mi lado musical, también el ambiente de la música, en especial del Rock, me da herramientas para la empresa. Darío empresario ayuda mucho a Darío guitarrita, sobre todo en temas legal, estrategias comerciales y a lo que refiere a lo relacionado a la organización: agendas estructuradas para ordenarse como banda y productora. Es todo un desafío, ahí sí se nota mucho la energía que hay que poner para que cada mundo funcione.