Definir a David Fincher pasa por alabar su figura como uno de los mejores cineastas de los últimos tiempos —de hecho, su obra habla por sí sola— y, a su vez, como un profesional obsesivo e implacable con el que no es en absoluto sencillo trabajar ni, tan siquiera, ver una película en paz. Una personalidad en set que sufrió Jake Gyllenhaal durante el rodaje de la excepcional ‘Zodiac’.
Por aquél entonces, el actor se encontraba promocionando la igualmente fantástica ‘Jarhead’ de Sam Mendes y cosechando una gran cantidad de atención por parte de medios y público internacionales; algo que a Fincher le pareció una distracción que podría afectar negativamente a su labor en el filme de 2007. Así ha descrito la situación el director durante una conversación con The New York Times que, como cabría esperar, no tiene desperdicio.
«Jake estaba en la poco envidiable posición de ser muy joven y tener a mucha gente luchando por su atención mientras trabaja para alguien que no te permite coger un día libre. Creo que tienes que eliminar todo de tu visión periférica. Creo que la filosofía de Jake estaba basada por el hecho de que… mira, ha hecho un montón de películas, incluso de niño, pero no creo que nunca le hayan pedido concentrarse en pequeños detalles, y creo que estaba muy distraído».
«No me va a importar que tu perro se esté muriendo»
Durante la entrevista, al bueno de David se le va afilando la lengua progresivamente hasta el punto de calificar a los agentes de Gyllenhaal como «estúpidos» y «patos no especialmente listos».
«Tenía a mucha gente susurrándole que ‘Jarhead’ iba a ser una película enorme que le iba a poner en otra liga, y cada fin de semana estaba siendo arrastrado al festival de cine de Santa Bárbara, al festival de cine de Palm Springs, al festival de cine de Catalina… Y cuando aparecía para trabajar, estaba muy disperso. Sus managers y sus estúpidos agentes iban a su tráiler a la hora de comer para hablar con él sobre la portada de GQ, y esto, y lo otro. Estaba siendo picoteado hasta la muerte por patos, y no por patos especialmente listos. Le tenían en su punto de vista, y era difícil para él golpear la bola rápida».
Pero David Fincher, brutalmente honesto como el Dr. House, tiene su corazoncito. Puede ser una persona comprensiva y empática… siempre y cuando no estén en juego cientos de miles de dólares diarios y se tenga un reto creativo entre manos. En el mundo del cine, el tiempo es dinero, y al señor Fincher no le van a importar tus problemas personales una vez pises su set.
«Definitivamente, hay momentos en los que puedo ser beligerante si veo a alguien vagueando. La gente pasa por momentos duros todo el tiempo. Yo lo hago. Así que intento ser compasivo. Pero, es: Cuatro. Cientos. Mil. Dólares. Por día. Y puede que no tengamos la oportunidad de volver atrás y hacerlo otra vez. Todo el tiempo le digo a los actores: No me va a importar que tengas resaca, no me va a importar que tu perro se esté muriendo, no me va a importar que acabes de despedir a tu agente o que tu agente te acabe de despedir. Una vez que estás aquí lo único que me importa es, ¿hemos contado la historia?».
Después de leer todo esto, no es de extrañar que Jake Gyllenhaal dijese que David Fincher «pinta con personas» y que «puede ser difícil ser un color»…