La costilla al horno es un plato tan sencillo y económico que resulta perfecto para esos días en que no nos apetezca mucho cocinar. Tan solo un buen aliño y un rato de horno nos llegan para convertir esa pieza de carne en un bocado exquisito para el que hay que arremangarse y disfrutar.
En esta ocasión he escogido una costilla de cerdo ibérico, con mayor cantidad de parte grasa, lo que la hace más jugosa, si cabe, a esta carne con hueso, pero si no queréis consumir habitualmente tanta grasa podéis cambiarla por otra más magra de cerdo blanco.
Comenzaremos machacando en un mortero los ajos o bien si lo queremos muy menudo en una batidora de cuchillas, añadiendo el pimentón, el orégano y la pimienta. Echamos el aceite y mezclamos todo bien. Pintamos con el adobo las costillas de cerdo por todas sus caras y las dejamos durante dos horas en la nevera bien tapadas.
Precalentamos el horno con calor arriba y abajo a 190 grados. Colocamos la carne en una fuente refractaria y la salamos. Horneamos durante media hora, le añadimos el vino blanco y seguimos horneando otra media hora más o hasta que veamos la carne ya se separa del hueso fácilmente.
Con qué acompañar la costilla al horno
Esta costilla al horno está tan sabrosa que casi os hará olvidar aquella preparada en barbacoa. Acompañadla de una ensalada verde y una cerveza fresquita y disfrutad de las comidas veraniegas.
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