El primer principio de la Disciplina Positiva habla de la importancia que tiene para todos los seres humanos sabernos parte de un grupo. Los niños, al igual que los adultos, necesitan sentir esa pertenencia y conexión con quienes les rodean, pero especialmente con sus padres, sus principales figuras de referencia.
Sin embargo, y a pesar de los incontables beneficios que aporta, conectar emocionalmente con nuestros hijos no siempre es fácil, pues la vorágine del día a día, los conflictos personales o la inercia a la hora de hacer las cosas acaba distanciándonos de quienes más queremos.
Te explicamos por qué es tan importante conectar con nuestros hijos desde el amor y el respeto, y qué debemos hacer para lograr esa conexión en momentos complicados. ¡No olvides que esta forma de relacionarnos con ellos tiene ventajas para todos!
La «conexión»: un concepto fácil de entender pero difícil de poner en práctica
Todos sabemos la importancia que tiene conectar emocionalmente con nuestros hijos, pero no siempre es fácil ponerlo en práctica. ¿Cuántas veces contestamos a sus preguntas por inercia, sin saber exactamente qué nos han preguntado? ¿Cuántas veces les miramos sin mirarles, realmente? ¿Cuántas veces les oímos pero sin escuchar?…
El estrés diario, los mil pensamientos que nos rondan por la cabeza o el cansancio, acaban haciendo mella y no vivimos con toda la plenitud que deberíamos. Pasamos las hojas del calendario a toda velocidad, pero con la sensación de vivir en un día eterno que se repite una y otra vez, y del que no logramos sacar todo el jugo que deberíamos.
Y atrapados en la vorágine del día a día se hace difícil conectar de verdad con quienes nos rodean, pero en especial con nuestros hijos.
Cualquiera de nosotros se daría cuenta de la falta de conexión en un momento dado, pero ponerle remedio quizá no sea tan fácil como creemos. Probablemente sí lo sea en momentos en donde la energía, la tranquilidad y el bienestar nos invaden, tanto a nosotros como a ellos, ¿pero qué pasa en esos días malos?
Esos días en los que tu hijo te hace una rabieta en plena calle que no sabes cómo calmar; o cuando te has sentido profundamente defraudado por algo que ha hecho o dicho; o cuando necesitas de su colaboración para llegar a tiempo a un sitio pero no está dispuesto a ayudar; o cuando, simplemente, no puedes más… Son muchos los ejemplos cotidianos que nos alteran y nos separan emocionalmente de nuestros hijos.
¿Y qué podemos hacer para volver a conectar en situaciones difíciles?
En esos días complicados, en los que nuestros hijos necesitan que les demostremos nuestro amor más que nunca, y conectemos con ellos y con sus emociones, pongamos en práctica estos consejos:
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Comienza conectando contigo mismo en primer lugar. Haciendo un ejercicio de relajación e instrospección será más fácil encontrar ese estado de calma y empatía que nos lleve a conectar realmente con las necesidades del otro.
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Agáchate, ponte a su altura y mírale profundamente a los ojos. Siente ese flechazo que te enamoró perdidamente de él o ella cuando le viste por primera vez.
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Valida sus sentimientos: hazle ver con gestos y palabras que entiendes cómo se siente, pues cuando uno está pasando por un mal momento, agradece la empatía de quienes le rodean.
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Escúchale, pero de verdad. ¡Qué difícil es escuchar, pero qué importante resulta! Practica la escucha activa abriendo bien tus oídos, interesándote por lo que te está contando y prestando verdadera atención a los detalles que para él son importantes en este momento.
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Abrázalo y demuéstrale que entiendes sus emociones, y que estás a su lado dispuesto a ayudarle a encontrar una solución respetuosa.
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La conexión emocional debe basarse en una relación respetuosa y plena por ambas partes, en donde la confianza mutua, la sinceridad y la comunicación sean pilares fundamentales.
La conexión debe ser continua, diaria, y desde el inicio
Pero «conectar» con los hijos no es algo que debamos hacer exclusivamente en situaciones puntuales, sino que es un trabajo a largo plazo que tenemos que poner en práctica diariamente y desde el inicio.
Para ello, es importante encontrar momentos que nos ayuden a relajarnos, a tomar oxígeno y a distanciarnos de las preocupaciones cotidianas (y en la mayoría de las ocasiones, banales) que dificultan esa conexión.
Dejar a un lado el teléfono cuando estemos con nuestros hijos y encontrar ratitos diarios de calidad para disfrutar con ellos, es lo único que hace falta para lograr esa conexión tan importante y necesaria.
Y llegados a este punto, es importante recordar que cuando nuestros hijos llegan a la adolescencia suele producirse un distanciamiento en la relación. Es algo normal, que forma parte de su proceso de crecimiento y desarrollo de su propia personalidad. Pero a pesar de ello, si nuestros hijos han crecido «conectados emocionalmente» a nosotros, será más sencillo que nos busquen cuando lo necesiten.
Beneficios de conectar emocionalmente con los hijos
Conectar con los hijos no solo tiene beneficios para los niños, sino también para los padres y para nuestra convivencia familiar:
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Para empezar, conviene destacar algo obvio, y es que cuando nuestros hijos sienten que están conectados emocionalmente a nosotros son más felices. Se sienten libres, confiados y no juzgados. Pueden ser quienes realmente desean ser, porque saben que en sus padres encontrarán el refugio y la ayuda que necesitan.
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Sentirse escuchados y conectados ayuda a mejorar su tolerancia a la frustración, su confianza en sí mismos y su autoestima.
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Además, al sentirse «parte» de la familia (escuchados, validados, comprendidos, no juzgados…), los niños aceptarán de mejor grado los límites que les pongamos, así como nuestros consejos.
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La práctica de una crianza positiva, en donde reine el amor, el respeto y la comunicación hará que los niños se involucren más en la búsqueda de soluciones cuando surjan problemas, y el aprendizaje de sus errores sera fructífero y duradero.
- Como padres, nos sentiremos más tranquilos y confiados, especialmente a medida que nuestros hijos vayan creciendo. Y es que si esa conexión emocional se ha fraguado correctamente desde el principio, tendremos la certeza de que seremos los primeros a quienes nuestros hijos acudirán cuando necesiten consejo, asesoramiento o apoyo.
En definitiva, crecer en un entorno de conexión es imprescindible para el correcto desarrollo emocional del niño. Por eso, los padres debemos tener muy presente la importancia de conectar diariamente con nuestros hijos, de vivir los momentos a su lado de manera intensa y consciente, y de criar y educar desde el amor y el respeto.
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