
Era el 19 de marzo de 1962. Hacía apenas un año que Bob Dylan había llegado a Nueva York. Una ciudad con “gente bajando hasta el suelo” y “edificios elevándose hasta el cielo”, como la describía en “Talkín’ Nueva York”, que desde ese día se convertiría en una de sus primeras canciones grabada en estudio. Era el 19 de marzo de 1962 y Columbia Records publicaba “Bob Dylan”, el disco debut de quien se transformaría en un ícono de la música popular del siglo XX.
Cuando “Bob Dylan” llegó a las disquerías, Dylan tenía apenas 20 años. Nadie podía imaginar que aquel disco era el punto de partida de un emblema del rock and roll, en aquel entonces de raíz folk. Ni el primer paso de uno de los autores más personales del género. El cantautor que transformaría sus canciones en un espacio de reflexión política, filosófica, estética y, por qué no, existencial.
Las trece canciones que finalmente quedaron en la placa anticiparían, de algún modo, el casi medio centenar de discos grabados en 60 años de carrera. Aquel “campesino” que conquistaba los clubes de Greenwich Village, en el oeste de Manhattan, no tenía más armas que las cuerdas de la guitarra, la rebelión de la armónica y esa voz tan suya, que lo convertiría en un trovador que sería profeta en su tierra.
Tierra y libertad
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“El pueblo en el que crecí estaba totalmente apartado del centro de la cultura. Estaba fuera de los márgenes del momento. Tenías todo el pueblo para vagabundear. Simplemente había bosques, cielo, ríos y corrientes, invierno, verano, primavera y otoño. La cultura se basaba fundamentalmente en circos y carnavales, predicadores y pilotos, espectáculos para leñadores y cómicos, bandas de música y programas de radio excepcionales”, contó Dylan en una entrevista.
Y ese pueblo (Hibbing, Minnesota), aquella naturaleza expectante y viva y las estaciones de radio que le acercarían a Elvis Presley, a Woody Guthrie, a Robert Johnson, estarían en “Bob Dylan”. Como también su estadía en la Universidad de Minnessota desde septiembre de 1959, donde el folk y la llamada música de protesta dejarían una marca indeleble en sus primeros discos.
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Pero el rock and roll de aquel entonces le resultaba insuficiente. “Había muy buenas frases pegadizas -rememoró Dylan- y un ritmo contagioso, pero las canciones no eran serias o no reflejaban la vida de un modo realista. Supe que cuando me metí en la música folk, era una cosa más seria. Las canciones estaban llenas de tristeza, de triunfo, de fe en lo sobrenatural, y tenían sentimientos más profundos”.
Guitarra, armónica, folk y blues. Y una voz áspera, con un timbre original. Dylan había llegado a Nueva York enero de 1961. Desde ese mismo momento comenzó a presentarse en bares y clubes de música. Pero fue cuando conoció al productor John H. Hammond, mientras tocaba la armónica para el tercer disco de Carolyn Hester, cuando tuvo un horizonte donde mirarse.
Un capricho, una apuesta

Dylan conoció a Hammond en septiembre del 61. Había sido invitado a tocar la armónica en la grabación del disco de Hester. El productor lo escuchó y después lo invitó a hacer una prueba. Casi al mismo tiempo el New York Times publicó una crítica muy elogiosa de los conciertos que el todavía desconocido Bob dio en el Gerde’s Folk City. Los planetas se alineaban. Nacía una estrella.
Hammond le propuso a Dylan firmar un contrato con Columbia Recrods por cinco años. Este aceptó en el acto.
“Bob Dylan”, el álbum debut, se grabó en tres cortas sesiones entre el 20 y el 22 de noviembre de 1961.
Fueron diecisiete canciones, de las cuales en la placa solo quedarían trece. De estas, solo dos pertenecián a Dylan. El resto tributaban un homenaje al folk de origen europeo y al blues afroamericano.
Los temas compuestos por Dylan fueron “Talkin’ New York” y “Song to Woody”. Uno por cara del disco. En el resto de la cara A podían escucharse: “You’re No Goog”, “In My Time of Dying”, “Man of Constant Sorrow”, “Fixin’to Die”, “Pretty Peggy-O” y “Highway 51”.
Las canciones que completaban el lado B eran: “Gospel Plow”, “Baby, Let Me Follew You Down”, “House of the Risin’ Sun”, “Freight Train Blues” y “See That My Grave Is Kept Clean”. Fuera del corte final quedaron un tema del propio Dylan, “Man on the Street”, y “House Carpenter”, “He Was a Friend of Mine” y “Ramblin’ Blues”.
«Song to Woody»
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El disco no tuvo la repercusión que Dylan alcanzaría con sus trabajos posteriores, fundamentalmente a partir de “The Freewheelin’ Bob Dylan” (1963), su segundo trabajo. En los Estados Unidos vendió solo 2.500 placas.
Sin embargo, Hammond presumía que grabar el album sólo había costado “402 dólares”. Era una respuesta a las críticas que le hacían algunos de sus colegas de Columbia Records, que llamaban a Dylan “el capricho de Hammond”.
El joven Dylan
Nació en Duluth, Minnesota, el 24 de mayo de 1941 como Robert Allen Zimmerman. Uso diversos nombres artísticos, pero Bob Dylan es el que adoptó en forma definitiva. Un homenaje al poeta estadounidense Dylan Thomas.
Desde muy chico se sintió atraído por la música y la poesía. Cruzó una con otra. Una y otra vez. En 2016 la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura como reconocimiento a esa apuesta.
Antes de radicarse en Nueva York, donde grabaría “Bob Dylan”, conoció de primera mano la música tradicional americana, la que en un comienzo le resultó más atractiva que el rock. En 1959 comenzó a estudiar en la Universidad de Minnesota, pero dejó en mayo del año siguiente. Entre las cosas que guardó en su bolso de viaje estaban el folk y la llamada canción de protesta.
En los cafés de Greenwich Village, en Nueva York, encontró a su primer público entre los amantes del folk. Pronto llamó la atención de las más importantes figuras del género, a las que también admiraba. Con sus guitarras, banjos, tambores y armónicas los músicos de folk caminaban junto a los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam.
Artístas como Pete Seeger, Peter, Paul and Mary o Joan Baez apostaban a combatir con sus canciones el mercantilismo, la hipocresía, la desigualdad y la guerra. Ese fue el camino que siguió el joven Dylan, quien con la lírica de sus canciones comenzó a darle un nuevo sentido a la música popular estadounidense y a convertirse en una referencia tanto para el público como para los músicos más jóvenes.
Ese fue el camino que comenzó con “Bob Dylan” (1962) y siguió con “The Freewheelin’ Bob Dylan” (1963) y “The Times They Are a-Cahngin” (1964). Fue su etapa más combativa. A partir de “Another Side of Bob Dylan” (1965) inció un camino que lo llevaría a canciones menos directas y a un sonido definitivamente eléctrico.
Con estilo propio
“Bod Dylan” fue el primer disco de Bod Dylan, pero también el punto de partida de un compositor que hizo de la música americana algo diferente a lo que era. Con un repertorio inicial basado en el folk y el blues derivaría hacia el rock and roll, el gospel y el country como parte de una tradición que sentía propia y a la que daría una marca de época.
Con letras que siempre tendrían “algo para decir”, desde su primera placa Dylan tendería puentes entre música y literatura, entre rock y poesía. Sus canciones estarían cargadas de símbolos y reivindicaciones. También de búsquedas que le permitirían transitar con éxito aquello que lo conmovía: desde la canción de protesta y el testimonio a la preocupación religioso o exsitencial.
“Bob Dylan” sería, de una vez y para siempre, Bod Dylan. Para sí mismo y para todos los demás
Una que sepamos todos
La escasa repercusión que tuvo “Bob Dylan” dio un vuelco en 1963 con la aparición de “The Freewheelin’ Bob Dylan”, su segundo disco y primer gran éxito. Entre las canciones que contenía este álbum ”Blowin’ In The Wind” se convirtió en un auténtico himno. A tal punto que se cantaba en las manifestaciones por la paz y por los derechos de los afroamericanos.
(S)Blowin’ In The Wind (Flotando en el viento)(S)
Cuántos caminos debe recorrer un hombre,
antes de que le llames «hombre»
Cuántos mares debe surcar una blanca paloma,
antes de dormir en la arena.
Cuántas veces deben volar las balas de cañón,
antes de ser prohibidas para siempre.
La respuesta, amigo mío, está flotando (silbando) en el viento,
la respuesta está flotando en el viento.
Cuántos años puede existir una montaña,
antes de que sea lavada (arrasada) por el mar.
Cuántos años pueden vivir algunos,
antes de que se les permita ser libres.
Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza,
y fingir que simplemente no lo ha visto.
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.
La respuesta está flotando en el viento.
Cuántas veces debe un hombre levantar la vista,
antes de poder ver el cielo.
Cuántas orejas debe tener un hombre,
antes de poder oír a la gente llorar.
Cuántas muertes serán necesarias,
antes de que él se de cuenta,
de que ha muerto demasiada gente.
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.
La respuesta está flotando en el viento.
Letra y música: Bob Dylan