Cómo vivieron el penal definitorio de Boca-Talleres los padres del Colo Barco

Valentín Barco fue de menor a mayor en el partido de cuartos de final de Copa Argentina contra Talleres. Arrancó bajo, raro en él, pero no sólo se fue acomodando, sino que terminó siendo la figura de la noche en Mendoza. Por lo que jugó en el ST, por las tres asistencias a Edinson Cavani y porque terminó pateando el penal que selló el pase a semis de Boca. Y ahí estaban sus padres, en la tribuna, ansiosos y finalmente felices. Así quedó reflejado en un video que se viralizó en las redes sociales.

«Mis viejos y mi hermano son todo en la vida», escribió Mar en una historia de Instagram en donde también subió las imágenes que rápidamente se expandieron en las redes.

Y allí se puede ver a los dos, a Walter y a Patricia, el primero con las manos en la Boca, nervioso; la segunda sentada en la platea con la cabeza hacia abajo, no queriendo mirar. Aunque el final de la película es de alegría, de felicidad…

Barco metió el penal que clasificó a Boca a la semifinal de la Copa Argentina y en la platea sus padres lo gritaron con todo, se saludaron con los hinchas que los habían reconocido y terminaron dándose un abrazo entre ellos. Emoción pura.

Eran tiempos difíciles para el lateral, oriundo de 25 de mayo, y sus padres, que debían hacer 420 kilómetros ida y vuelta para que su hijo pudiera cumplir el sueño azul y oro. En principio lo hicieron dos veces por semana, los martes y los jueves. Luego, la frecuencia fue mayor.

“Había veces que no teníamos plata. ‘Tenemos para el gas y el peaje. Vamos y llevamos el mate’, le decía. ‘Sí, ma, vamos’. Ha ido hasta con fiebre a entrenar, vomitando en el viaje dentro de una bolsa… Fue mucho sacrificio”, contó tiempo atrás Patricia, la madre de Valentín, que recorría el mismo trayecto a diario en un confiable Renault 12 que toda la familia recuerda con felicidad.

Hay una anécdota que pinta de cuerpo entero la situación: cuando terminaban los partidos de Infantiles, los chicos recibían de parte del club un sándwich y un jugo como vianda. El lateral, un día, pidió si le podían dar dos: uno era para su mamá, que a veces no comía con tal de que su hijo pudiera ser lo que hoy es.