Siempre que hablamos del pequeño comercio aparece Amazon y el perfil del nuevo cliente. Y si lo hacemos es porque son dos motivos por los que cada vez es más complicado remontar un negocio de estas características. ¿Pero qué pasa con la competencia cercana?
A veces, al ‘enemigo’ lo tienes más cerca y quizás bajes la guardia porque asumes que tienes una clientela fija que no te va abandonar, por la ubicación y porque llevas toda la vida ahí. El buen trato al cliente es un trabajo diario, y hay que cuidarlo como lo hacemos con una relación.
Cuando la competencia apuesta por renovarse y no morir
Imaginemos una cafetería que está situada en pleno centro de una ciudad. Se encuentra a un paso del mercado de abastos por lo tanto, es mucha la gente que pasa a diario por allí. Y se toman un café, desayunan o almuerzan.
Desde hace un tiempo, la gente más o y menos joven la han elegido para empezar la fiesta el sábado. El boca a boca ha funcionado entre un público que no era el habitual y hay codazos para conseguir una mesa. ¿Han aumentado el número de camareros? No.
Un cliente puede sentarse en una de sus mesas, que ya no están tan limpias como antaño, y esperar un cuarto de hora a que le atiendan o más. Todo va tan rápido que la atención no es la misma. Y el cliente mira el reloj y como aún hace frío y nadie ha venido a tomarle nota, prefiere cambiar de lugar.
Cuando una capa de pintura y una mejora en el servicio atrae y devuelve a antiguos clientes
Otro caso. También una cafetería. Durante unos años habían tirado la toalla respecto al aspecto que ofrecía tanto externa como internamente. Paredes con colores apagados, un servicio poco preparado en hostelería, con más buena voluntad que con eficacia en el trato al cliente.
El dueño, salió un día a la calle y vio su local. Y no se lo pensó dos veces: lo reformó sin invertir una cantidad exagerada de dinero. La pintura, las mesas y la luz que se percibe en el interior le ha dado vida.
Los clientes de la cafetería ‘de moda’ han vuelto a formar parte de su parroquia porque está a dos pasos. Los camareros atienden tanto a la clientela de fuera como la de dentro con rapidez y amabilidad.
Allí nadie va a practicar el ‘tardeo’, al revés, acude toda esa gente que percibe que la cafetería del mercado de abastos, está más preocupada por otro perfil de cliente, olvidando las reformas, la buena presencia y sobre todo,el cuidar y fidelizar que no es más que una carrera de fondo. El éxito y las modas son efímeras.
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