A
simple
vista,
el
Casio
F-91W
parece
un
reloj
digital
cualquiera
que
vio
su
auge
por
ser
barato,
ligero,
resistente
al
agua
y
con
una
batería
que
puede
durar
hasta
siete
años.
Desde
su
lanzamiento
en
1989,
se
ha
convertido
en
un
clásico
universal
de
la
relojería
accesible.
Sin
embargo,
a
lo
largo
de
los
años,
este
pequeño
dispositivo
se
ganó
una
reputación
mucho
más
oscura:
fue
considerado
durante
décadas
como «el
reloj
de
los
terroristas».
En
los
años
noventa,
Al-Qaeda
comenzó
a
distribuir
estos
relojes
entre
sus
reclutas
en
campos
de
entrenamiento
en
Afganistán
y
Pakistán.
¿La
razón?
Su
sencillez
no
era
una
desventaja,
sino
una
ventaja
estratégica.
El
F-91W
permitía
medir
el
tiempo
con
precisión,
programar
alarmas
e
incluso
activar
temporizadores,
funciones
que
lo
hacían
perfecto
para
ser
utilizado
como
componente
en
bombas
caseras,
conocidas
como
IEDs
(artefactos
explosivos
improvisados).
Varios
ataques
conocidos
contaron
con
relojes
Casio
F-91W
como
parte
esencial
del
mecanismo
detonador.
Uno
de
los
casos
más
famosos
fue
el
de
Ramzi
Yousef,
autor
del
plan
para
derribar
aviones
en
pleno
vuelo
en
los
años
noventa.
También
fue
encontrado
en
posesión
de
Ahmed
Ressam,
detenido
cuando
intentaba
atentar
contra
el
Aeropuerto
de
Los
Ángeles
durante
la
víspera
del
año
2000.
Y
no
eran
incidentes
aislados:
en
Karachi,
por
ejemplo,
se
hallaron
cientos
de
estos
relojes
en
manos
de
presuntos
terroristas.
Con
el
paso
del
tiempo,
el
reloj
se
volvió
tan
simbólico
que,
según
documentos
filtrados
por
WikiLeaks,
las
fuerzas
estadounidenses
en
Guantánamo
consideraban
la
posesión
del
Casio
F-91W
como «un
signo
de
afiliación
a
Al-Qaeda»
o
una
señal
de
entrenamiento
en
explosivos,
sin
embargo,
varios
expedientes
de
prisioneros
mencionaban
el
uso
del
reloj
como
uno
de
los
factores
que
justificaban
su
detención
indefinida.
En
uno
de
los
interrogatorios,
un
detenido
llamado
Salih
Uyar
llegó
a
decir: «Si
usar
este
reloj
es
prueba
de
terrorismo,
entonces
también
deberíamos
detener
a
los
soldados
estadounidenses,
porque
ellos
también
lo
usan».
La
frase
refleja
lo
absurdo
al
que
podía
llegar
el
simbolismo
asociado
al
objeto,
sin
que
existiera
una
prueba
directa
de
uso
delictivo.

Pero,
¿por
qué
precisamente
este
modelo?
La
respuesta
está
en
la
combinación
de
varios
factores
prácticos:
era
barato,
fácil
de
conseguir
y
con
funciones
que
permitían
programar
una
alarma
exacta
hasta
con
24
horas
de
anticipación.
En
resumen:
ideal
para
quien
necesitara
una
herramienta
funcional
sin
llamar
la
atención.
Lo
paradójico
es
que
este
mismo
reloj
también
ha
sido
usado
por
soldados
británicos,
marines
estadounidenses,
e
incluso
por
figuras
públicas
como
Barack
Obama,
que
lo
convirtió
en
uno
de
sus
accesorios
favoritos
durante
su
época
de
senador.
A
pesar
de
su
mala
fama
entre
los
analistas
de
inteligencia,
hoy
en
día
el
Casio
F-91W
sigue
vendiéndose
por
millones
porque,
para
muchos,
sigue
siendo
un
símbolo
de
nostalgia
y
funcionalidad
retro;
para
otros,
un
recordatorio
de
cómo
un
objeto
cotidiano
puede
adquirir
una
carga
política
y
militar
inesperada.
Porque
en
el
mundo
del
espionaje
y
la
guerra
asimétrica,
hasta
un
reloj
de
plástico
puede
convertirse
en
una
señal
de
alarma.
Fotos
de
watches_514
|
Wikimedia
|
lucalbert
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