‘Beastars’ esconde una reflexión sobre racismo, poder y deseo: la serie de Netflix cambia el rumbo en su temporada 2 pero continúa siendo uno de los animes del momento

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El 20 de julio de 2018 tuvo lugar una efeméride que nunca saldrá en los libros de historia: la RAE tuiteó explicando lo que significaba la palabra «furry» y animando a los fans a proponer la inclusión de «furro» en el diccionario. Si eres una de las pocas personas que habitan en Internet y «furry» te suena a helado del McDonald’s, es posible que todo lo que te vamos a contar a continuación te sorprenda.

Por quedarnos con la definición de la RAE (y simplificándolo), un furro es «un apasionado de los animales antropomórficos de ficción». Aunque quizá «apasionado» sea aguarlo: hay quien ha hecho de su pasión un modo de vida. El fandom furry empezó en la escena underground de los 70 y, audiovisualmente, ha evolucionado hasta nuestros días desde el gato Fritz hasta ‘Zootrópolis‘ pasando por ‘Los Animalympicos’ o ‘Los niños lobo‘. Y con el boom en la última década (hay todo un submundo de fursonas y disfraces en el que es probable que no queráis entrar), una serie como ‘Beastars’ lo tenía todo para triunfar.

Que viene el lobo

Por eso es tan sorprendente que, pudiendo dirigirse a un nicho tan bien seleccionado, ‘Beastars’ sea una serie genuinamente buena. Es posible que el arranque de la primera temporada pueda causar miradas de altivez y disgusto entre parte del público al ver a lobos cachas con el torso desnudo, conejitas seductoras en ropa interior y alces teniendo relaciones sexuales, pero pronto demuestra que es mucho más que un vehículo para calmar fantasías. ‘Beastars’ es una reflexión sobre el racismo, el poder y el deseo enmarcada en un instituto con animales antropomórficos.

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Que los protagonistas de ‘Beastars’ caminen con dos patas, se vistan como humanos y tengan relaciones profundas entre ellos no es casualidad: para contar esta historia es importante que los personajes sean carnívoros y herbívoros. Esta dualidad es la desencadenante de todas las tramas, tratando de explorar todos los puntos de vista al respecto: aquel que jura utilizar su situación de privilegio para ayudar a los más débiles, el que cree que tiene derecho a aprovecharse de ellos, el herbívoro que acepta su papel de presa, el que quiere pelear…

La temporada 1 de ‘Beastars’ anula todos nuestros posibles prejuicios y los apisona sin piedad. No admite el visionado irónico porque no solo cada episodio ofrece nuevas luces y sombras en la relación entre carnívoros y herbívoros, sino que lo hace continuando una trama de amor imposible que culmina en un final repleto de acción por todo lo alto. Era difícil que tras una primera tanda de episodios tan cuidada y enérgica, la segunda fuera capaz de superarla. Pero lo consigue cambiando las normas del juego.

Moviendo las piezas del tablero

Beastars

Beastars

La segunda temporada de ‘Beastars’ podría ser continuista y ahondar en el triángulo amoroso de Haru, Louis y Legoshi, pero lo deja de fondo para mostrar más del apasionante mundo en el que tiene lugar la historia. Abandonamos las aulas y el club de teatro para meternos de lleno en las peligrosas calles de la ciudad, el mercado negro y las organizaciones criminales. Para una serie que en su primera temporada se centraba en un romance de instituto, la evolución a un shonen de lucha y superación personal es un riesgo que no tiene por qué tomar, pero está hecho de la manera más orgánica posible.

Este cambio de género, personajes y argumento, tristemente, se cobra sus víctimas: Haru aparece más en el opening que en la serie en sí, donde pasa de ser protagonista a secundaria, casi cameo, a pesar de ser el motor que mueve cada episodio. Tampoco es comprensible del todo la relación entre Louis y Legoshi, que va a toda velocidad y llega a unos niveles de confianza que no se asientan con lo que hemos visto de ellos hasta ahora. No son problemas que importen tanto ni impidan el disfrute de la segunda temporada: el resultado es francamente espectacular.

Tensión calentada poco a poco

Beastars

Beastars

En la temporada 2 de ‘Beastars’ los personajes no dejan de evolucionar, incluidos los secundarios. Legoshi tiene que hacer frente a su naturaleza depredadora y hacerse más fuerte en el combate, Louis tiene que mostrar autoridad aunque para ello tenga que hacerse daño a sí mismo… Y, de fondo, el misterio por el asesinato de Tem sigue en el ambiente.

El asesinato de Tem siempre ha servido de telón de fondo en ‘Beastars’ para contextualizar los problemas entre carnívoros y herbívoros, pero en esta temporada cobra un papel protagonista, como catalizador del deseo de Legoshi por subir al siguiente nivel de fuerza y como manera de explicar la visión demencial de la amistad en este mundo formado por depredadores y presas que han aprendido a convivir.

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Hemos visto mil veces antes en los shonen (‘One piece’, ‘Dragon ball’, ‘Naruto’) al personaje protagonista conseguir más fuerza y evolucionar al siguiente nivel, pero en ‘Beastars’ logran que parezca nuevo: a Legoshi no le basta con entrenar físicamente, y su acto final para subir de nivel es desgarrador y un punto y aparte en la historia de la serie. ¿Hasta dónde es capaz de llegar alguien por aquello en lo que cree?

Louis, por su parte, aprende a convertirse en aquello que odia y admira al mismo tiempo, enfrentándose a sus propios dilemas internos hasta el punto de poner en peligro su propia salud. Hasta ahora, Louis era un herbívoro respetado por todo su instituto, pero ahora una organización mafiosa formada por leones le ha aceptado como líder. Su supervivencia depende de su éxito. Legoshi y él caminan por el mismo camino en paralelo sin saberlo, aunque Louis decida no verlo hasta que quizá es demasiado tarde.

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Beastars Temporada 2

Beastars Temporada 2

‘Beastars’ podría haber sido más de lo mismo en la temporada 2 y centrarse en el romance adolescente, las escenas de sexo un poco sórdidas y un debate de fondo entre comer y ser comido, pero decide lanzarse de lleno a la parte más interesante: la que representa una alegoría sobre las semejanzas dentro de las diferencias entre razas, el mensaje antiviolento (que solo puede resolverse, paradójicamente, con violencia), la investigación y cómo todos los personajes se enfrentan a un mundo pacificado de manera artificial y que tiene que explotar por algún lado.

Si en la primera tanda de episodios descubríamos el Mercado Negro, donde se vendía carne de herbívoro, o nos debatíamos internamente sobre lo lícito de tomar sangre para un carnívoro, es en la segunda temporada donde la línea de lo ético se caldea. ¿Es comerse a otro animal un acto de amor? ¿Y si ese animal te da permiso? ¿Merece la pena resistirse a los instintos primarios por un ideal, aunque arruine tu vida? Los amantes de los animes más filosóficos tienen en ‘Beastars’ una inesperada fuente de debate.

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La animación no baja su nivel: tanto en las escenas de lucha como en las más calmadas (incluyendo algunas secuencias alucinógenas fascinantes), el estudio Orange (no olvidemos que este no es un original de Netflix, que solo licencia el anime) da una pincelada de lo que es capaz de hacer. Si tienes curiosidad por ver algo más suyo, ‘Godzilla Singular Point’ también está en Netflix.

‘Beastars’ es una serie que, superada la barrera de lo bizarro en la primera temporada, nos permite la entrada a un mundo fascinante repleto de dilemas éticos y morales, luchas a muerte, sangre, amor adolescente, crimen y teatro, con decenas de personajes secundarios bien definidos y un dúo protagonista que solo promete darnos alegrías en el futuro. Quítate los prejuicios: este es uno de los animes del momento por derecho propio.