Francia inició este martes la segunda fase de desescalada de las restricciones impuestas por la crisis del coronavirus, con la vuelta de la libre circulación en todo el territorio y la anhelada reapertura de bares y restaurantes, aunque la cautela sigue vigente en un país donde la pandemia dejó casi 29.000 muertos.
«La reapertura de los cafés, hoteles y restaurantes marca la vuelta de los días felices», tuiteó hoy el presidente Emmanuel Macron, quien animó a la población a volver a unos establecimientos que forman parte «del espíritu francés, de nuestra cultura y de nuestro arte de vivir».
En su mensaje, Macron aseguró que el Estado continuará apoyando a un sector formado por algo más de 165.000 restaurantes y cerca de 31.000 bares y cafés, que da trabajo a 836.000 empleados -más de la mitad vive del turismo- y factura unos 55.800 millones de euros anuales.
También el primer ministro, Édouard Philippe, señaló que las ayudas públicas se prolongarán hasta finales de año para que el sector pueda superar «esta etapa tan difícil», reportó la cadena Bfmtv.
Excluidos de la primera fase de flexibilización iniciada el pasado 11 de mayo, los bares y restaurantes reabrieron hoy sus puertas, golpeados por más de dos meses de clausura.
«Qué felicidad, esperaba este momento desde hace un mes», dijo un cliente de un café de la ciudad de Ajaccio, en la isla de Córcega.
En la sureña Marsella, la segunda urbe más poblada del país, la dueña de un restaurante se sentía «como en el primer de apertura», 24 años atrás, reportó el portal La Marseillaise.
«En mi bolsillo tengo alcohol en gel, un par de menús para leerle a los abuelos sin celular y elegí usar la visera de protección, es más agradable cuando se ve la sonrisa», admitió la gerente, quien insistió en la importancia de tranquilizar a los comensales.
La reapertura de los establecimientos en las denominadas zonas verdes -con menor circulación del virus- está limitada a diez personas por mesa y una separación mínima de un metro entre cada grupo.
En cambio, en las regiones situadas en la llamada zona naranja, como París y sus afueras, sólo las terrazas están abiertas al público por la delicada situación epidémica.
«Extrañaba este pequeño placer, el café es algo típicamente parisino», dijo una clienta asidua del mítico Café de Flore, situado en el central Barrio Latino, quien volverá esta noche para tomar algo con amigos.
«Paradójicamente, es aún más agradable con más espacio», agregó, según consignó la cadena France24.
Pese a la alegría de la reapertura, algunos comerciantes se quejaron de la afluencia, principalmente en las áreas más concurridas por los turistas, donde su ausencia se hizo notoria.
Un gerente de un restaurante cercano a los Grandes Bulevares, una zona de compras para miles de turistas, dijo que este mediodía tuvo entre el 20% y el 30% de la clientela habitual antes de la crisis del coronavirus.
«Este es un barrio que está con trabajo remoto. Ése es el problema: nos faltan los clientes que se han quedado haciendo trabajo remoto y también los turistas», lamentó el gerente, citado por la agencia de noticias EFE.
La hostelería, como la aviación y el automóvil, son algunos de los sectores más afectados por la pandemia, aunque toda la economía francesa sufrió el impacto y el país espera un hundimiento del 11% del Producto Bruto Interno (PBI) para este año, según anunció hoy el ministro de Finanzas, Bruno Le Maire.
Francia comenzó hoy su segunda etapa de desescalada, en la que también desapareció el límite de 100 kilómetros a los desplazamientos internos -las fronteras siguen cerradas- y se reabrieron parcialmente algunos bachilleratos.