‘Balada de pájaros cantores y serpientes’: cómo la precuela de ‘Los juegos del hambre’ sienta las bases para el futuro de la saga

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Con un joven adolescente buscando su última (y única) camisa decente después de comer una triste hoja de col, Suzanne Collins comienza ‘Balada de pájaros cantores y serpientes‘, la precuela de ‘Los juegos del hambre‘. Un libro que salió con mucha expectación el pasado mayo y que desde antes de que saliese tiene asegurada una adaptación cinematográfica.

Francis Lawrence será, nuevamente, el responsable de llevar al cine este libro que nos traslada 64 años en el pasado para adentrarnos en un episodio crucial de Coriolanus Snow, el tiránico presidente de Panem que en aquel entonces es un adolescente en un Capitolio que sufre aún secuelas de guerra.

Una precuela literaria que nos ilumina sobre algunos aspectos vistos en la tetralogía cinematográfica. Así que, una vez leída, vamos a intentar destacar lo más importante y qué significa para el futuro de la franquicia juvenil.

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Este nuevo libro de ‘Los juegos del hambre’ se cimenta sobre dos ejes: el primero es un joven Coriolanus Snow (Coryo para los amigos), que ha sido elegido como Mentor en los X Juegos del hambre. El segundo eje es, por tanto, los propios juegos y su desarrollo.

Ambos elementos están intrínsecamente unidos porque ‘Balada de pájaros cantores y serpientes’ es el relato de transformación de Snow en el dictador que sería en el futuro. O, por lo menos, cómo este año de su vida modeló su personalidad. Pero vayamos poco a poco analizando estos elementos.

Un Capitolio que todavía tiene secuelas de guerra

Capitolio Pajaros Serpientes

Capitolio Pajaros Serpientes

Una de las cosas que llama la atención es que el Capitolio, y sus habitantes, aún tienen secuelas de guerra. Algo lógico teniendo en cuenta que estamos apenas diez años después de la declaración de victoria por parte de Panem. Todavía hay ciertos problemas de abastecimiento y algunas de las familias más importantes aún no se han recuperado de la debacle económica consecuente.

Es más, gente como los Snow (cuyo principal negocio radicaba en el desaparecido distrito 13) están arruinados. El futuro presidente de Panem es aquí un estudiante de la Academia (institución para la élite capitolina) cuyo apellido es el único prestigio que le queda. Su única familia son su abuelatriz y su prima Tigris (a la que pudimos ver en ‘Sinsajo. Parte 2‘) y apenas tienen dinero para sustentar el hogar ancestral.

La frivolidad y extravagancia que conocemos durante la saga original aquí no existe. O, por lo menos, tardaría en alcanzar los niveles de pomposidad vistos. Es el Capitolio más revanchista, el que más tirria y asco tiene hacia la gente de los Distritos y los Juegos del Hambre, aun poco seguidos, son su gran idea de deshacerse de los salvajes y que sufran lo que ellos han sufrido.

Snow, el trepa… y el enamorado

Coryo Snow

Coryo Snow

Un ejemplo de cómo va la sociedad capitolina lo vemos a través de los ojos del propio Coriolanus Snow. Él es consciente de que ser tutor de tributos (un cargo ideado para estos juegos) en la cruenta competición es su última esperanza de ser algo en una ciudad que empieza a dejar atrás la otrora prestigiosa casa. Claro, la pena es que se encuentra con la chica del Distrito 12.

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Su carrera y su plan para llegar a ser presidente se puede esfumar con el primer paso en falso que haga durante el final de la adolescencia. A pesar de lo que puede parecer al ponerle de protagonista, este libro no es la historia de redención del personaje y, sinceramente, sería incomprensible verle como el héroe.

Es cierto que se explora su punto de vista de tal manera que lleguemos a tener empatía con él, incluyendo el relato del primer gran amor de Coryo pero, quitando eso, es la exploración de alguien dispuesto a hacerlo todo para caer de pie. Es el Payton Hobart de ‘The Politician‘, solo que en un futuro distópico en el que sus enemigos pueden acabar muy mal. Y él, si da un paso en falso, también.

Unos Juegos del Hambre diferentes

Juegos Hambre Cosecha

Juegos Hambre Cosecha

Evidentemente, en un libro de esta saga el elemento central tiene que ser la celabración del evento titular. A lo largo de las páginas del libro vemos unos Juegos del Hambre rudimentarios. En vez de una arena de combate enorme con decorados digitales, bosques, montes y ríos… los 24 tributos (ejem) deben luchar en un estadio: campo abierto y, con suerte, poder esconderse en el graderío.

Ya durante la trilogía original (hablo refiriéndome a los libros, soy consciente de que son cuatro películas) Snow alardeaba de cómo habían evolucionado Los juegos del Hambre y cómo se han convertido en el espectáculo «actual». También sabemos de los pocos registros que quedan de las primeras ediciones y, en especial de la décima.

El caso es que con esta edición arrancan una serie de cambios impulsados principalmente por los estudiantes de la Academia, por Snow, con el objetivo de convertirlos en un espectáculo de masas: la retransmisión en directo, un sistema de tutelado/mentorado para los tributos y la introducción de apuestas y patrocinadores que ya nos es habitual, tienen aquí los primeros pasos. Aquí es algo que pasa.

La catalogación como salvajes e infrahumanos a los tributos no ayuda a que haya implicación por parte de nadie. Es algo que vivirá de primera mano un calculador Snow, que hará todo lo posible para que su carismática tributo Lucy Gray no pierda la vida como la notoria rival más débil. Aquí se desarrolla esta imposible historia de amor con la que nuestro protagonista se sorprenderá cofraternizando «con el enemigo».

Charlajos, sinsajos y serpientes neón

Sinsajo

Sinsajo

También, ya en la última parte del libro, se explorará el origen de los famosos sinsajos y sus cantos miméticos. Algo ya nombrado en la trilogía original, aquí conocemos más claramente el abandonado programa de espionaje realizado gracias a los charlajos, aves creadas genéticamente que reproducen todo lo que oyen y que al ser dejadas de la mano de Dios se aparearon con sinsontes.

No son los únicos animales modificados genéticamente que tengan cierto protagonismo ya que parte de la trama concierne a la doctora Gaul, maestra científica que acoge como una suerte de pupilo a Snow. Sus propios mutos (como serpientes neón) tienen cierto peso en las páginas del libro mientras vemos cómo la insidiosa y sibilina directora del juego maneja los hilos.

Deberes para el futuro de la saga

Hunger Games District 12

Hunger Games District 12

Todos estos son los aspectos más destacados que Francis Lawrence deberá explorar en esta nueva entrega de ‘Los juegos del hambre’. Los temas más sociales que se deducían de lo anterior se ven aquí más evidenciados en una historia dividida en dos grandes arcos que, quizás, respiren mejor en sendas películas.

‘Balada de pájaros cantores y serpientes’ es, desde luego, una novela menos colorida y con menos acción que sus predecesoras. Pero también es más musical gracias al personaje de Lucy Gray. Creo que si se quiere, se puede sacar bastante más jugo que a cualquiera de los otros tres libros sueltos. Que esto no significa, por otro lado, que esté mejor escrito… pero sí que tiene más ideas.

Ideas que pueden seguir desarrollándose en el futuro de la saga, ya sea con nuevas novelas de Collins o con nuevos proyectos audiovisuales que amplíen esto. Ahora mismo, estos Días oscuros, siguen siendo muy oscuros y los padres de Snow podrían ser una puerta magnífica para explorarlos. Pero también me gustaría conocer esos años siguientes a estos desnotados juegos del hambre.