Cuando hablamos de autónomos, hablamos de un colectivo muy heterogéneo, donde en el mismo cesto nos podemos referir tanto a un notario como a un pequeño comercio que apenas supera en sus ingresos los mil euros. Esta franja por la parte baja, los autónomos mileuristas, reúnen lo peor de trabajar por cuenta propia y vivir con bajos ingresos.
Tiene una pequeña compensación. Es su propio jefe y puede organizarse, decidir sus horarios o no dar explicaciones a nadie. Aunque no es algo real. Muchos de ellos pasan de tener un único jefe cuando trabajaban en una empresa a tener muchos jefes, sus clientes, al trabajar por cuenta propia. Porque con bajos ingresos, perder un cliente o que no te pague se convierte en un drama.
Los autónomos atrapados en la espiral de muchas horas trabajadas con bajos ingresos
Esto lleva a plantearse en muchas ocasiones si merece la pena seguir así. La mayoría lo tienen claro. No merece la pena. Y basta con que encuentren una oferta laboral que mejore sus condiciones un poco para que acaben de darse de baja en el RETA y dejar de ser sus propios jefes.
Ni siquiera tiene que suponer una mejora de salario, basta que lo sean de las condiciones de trabajo. Vacaciones pagadas, no tener que ir al trabajo enfermos, un horario de ocho horas, no tener que preocuparse por temas fiscales, buscar clientes, pagos, legislación, etc. Son los autónomos que caen en el autoempleo los que más fácil tienen cambiar al Régimen General a la menor oportunidad.
Porque además suelen caer en la espiral de para tener más ingresos bajo el precio para captar más cliente y trabajo más horas. A corto plazo puede que funcione, a largo plazo acaban por darse cuenta de que están trabajando prácticamente gratis. No tienen otra vida que no sea el trabajo y es cuando se plantean si fue para esto para lo que se hicieron autónomos.
No pueden pensar en otras líneas de negocio más rentables o cómo ser más eficientes simplemente porque todo el tiempo que tienen lo ocupan trabajando. Y al final se traduce en una baja productividad y un coste por hora realmente bajo.
Cotizaciones, impuestos, alquileres… mucho gasto para poca facturación
A todo esto se le suma el hecho de que hay que pagar todos los meses una gran cantidad de conceptos, desde la cotización de autónomos, alquileres de locales, vehículos o maquinaria y, por supuesto, los impuestos.
El autónomo recauda IVA que luego tiene que liquidar a la Agencia Tributaria, generalmente le toca pagar. Muchos no tienen tiempo para llevar todo el tema fiscal y acaban por delegar en un gestor. Más gasto. Tampoco ayuda que la cotización por ingresos reales no acabe por implantarse. No va a suponer una gran rebaja para los mileuristas, aunque puede que los que estén por debajo de esta cifra si se beneficien.
Con lo cual la ilusión de este mes he facturado 3.000 euros se queda en que la liquidez que finalmente tiene este autónomo no va a ser mucho más de esos mil euros, si tiene suerte de que todos sus clientes le paguen a tiempo. Porque una cosa es facturar y otra diferente cobrarlo.
Y el hándicap de los ingresos variables
Y el problema es que a la escasa capacidad de ahorro que tienen, se le suman unos ingresos variables que en caso de venir mal dadas, como ha ocurrido de forma extrema en la pandemia, hace que muchos se vean literalmente arruinados en escasos meses. Con todos estos mimbres no puede extrañar a nadie que a la mínima oportunidad acaben por coger un trabajo por cuenta ajena.
Las estadísticas acaban por demostrar que cuando baja el paro, el número de nuevos autónomos que se incorporan al sistema es menor. Aquí deberíamos tener en cuenta que la estadística también estaba muy distorsionada por falsos autónomos, que ahora pasan al régimen general. Todos aspiran a vivir mejor siendo sus propios jefes que cuando trabajan para otros. Pero no todos lo consiguen.
Si a esto le sumamos subida de cotizaciones e incertidumbre en los próximos años sobre cómo va a funcionar el sector, lo cierto es que no parece raro que sean pocos los que quieren subirse al carro de los autónomos.