Hubo
un
tiempo
en
que
el
baño
sin
mampara
era
sinónimo
de
hotel
barato
o
piso
antiguo.
Hoy,
sin
embargo,
lo
más
elegante
que
puedes
hacer
en
tu
casa
es
no
poner
absolutamente
nada
entre
tu
ducha
y
el
resto
del
baño.
Ni
puertas,
ni
plásticos,
ni
cristales.
Parece
arriesgado,
pero
en
realidad
es
una
tendencia
bien
pensada.
El
nuevo
lujo
es
la
comodidad,
y
eso
empieza
por
no
tener
que
estar
limpiando
cristales
cada
semana.
O
por
no
tener
que
esquivar
raíles
oxidados.
Las
duchas
abiertas
no
solo
son
bonitas,
también
son
prácticas.
Y
son
más
de
revista.
En
lugar
de
cerrarse,
ahora
las
duchas
se
integran.
Se
hunden
en
el
suelo,
se
alinean
con
el
azulejo,
y
muchas
veces
ni
siquiera
se
distinguen
a
simple
vista.
No
hay
barreras
físicas
ni
visuales.
Y
sí,
el
suelo
puede
mojarse
un
poco,
pero
todo
tiene
truco.
Sin
charcos:
el
secreto
La
clave
está
en
la
pendiente
del
suelo
y
el
tipo
de
desagüe.
Una
buena
ducha
sin
mampara
necesita
una
ligera
inclinación
para
que
el
agua
no
se
escurra
al
resto
del
baño.
Los
nuevos
platos
extraplanos
y
rejillas
de
canal
largo
lo
resuelven
sin
complicaciones
ni
charcos.
También
influyen
los
materiales:
suelos
antideslizantes,
revestimientos
sin
juntas
y
tratamientos
hidrófugos.
Ya
no
hay
miedo
a
la
humedad.
De
hecho,
al
eliminar
la
mampara
se
mejora
la
ventilación
y
se
contribuye
a
evitar
el
clásico
moho
en
las
esquinas.

Para
quien
necesita
una
separación
visual,
hay
opciones
como
paredes
de
obra,
biombos
de
diseño
o
incluso
cortinas
textiles
impermeables
(sí,
han
vuelto,
pero
con
más
gusto).
Lo
importante
es
que
el
baño
respire,
se
abra,
no
se
encierre
en
compartimentos.
Y
a
nivel
estético,
el
impacto
es
inmediato.
El
baño
se
ve
más
grande,
más
limpio
y
más
moderno.
Gana
luz,
amplitud
y
sobre
todo,
carácter.
Es
un
diseño
que
apuesta
por
lo
esencial,
por
la
forma
más
que
por
el
accesorio.
Eso
sí,
esta
tendencia
no
es
para
todos
los
baños.
En
espacios
pequeños
puede
complicar
más
que
ayudar,
y
sin
una
buena
obra,
la
comodidad
se
convierte
en
problema.
Pero
si
el
espacio
lo
permite,
decir
adiós
a
la
mampara
puede
ser
lo
más
inteligente
(y
bonito)
que
hagas
este
año.
Fotos
|
Max
Vakhtbovycn
y
Jean
van
der
Meulen