Esta semana llega ‘El Practicante‘, un thriller sórdido lleno de malas vibraciones donde brilla su pareja protagonista. Mario Casas y Déborah François transmiten sus colisiones personales en una película que dará que hablar. Pero antes, charlamos con Carles Torras, veterano realizador acostumbrado a una audiencia más reducida que la que ofrece Netflix.
La libertad de las malas vibraciones
Kiko Vega (KV): Ya desde los tiempos de Jóvenes, que ruedas junto a Ramon Térmens, te desenvuelves entre las frustraciones de tus personajes, y Ángel es casi la cima de todos ellos. ¿Cómo comienzas a crear a ese personaje?
Carles Torras (CT): El personaje de Ángel nace del interés por la figura del perverso narcisista, una personalidad que está descrita en el ámbito de la psicopatología. Son personajes tóxicos, nocivos, depredadores que necesitan atrapar una presa. El ego de este personaje se nutre del sufrimiento que provocan a la gente que le rodea. Es un personaje que se caracteriza por la falta de emoción y empatía, y están presentes en nuestra vida. En el trabajo, en el bar o, en el peor de los casos, en casa. Empecé a estudiar sobre el tema, a documentarme, y pensar en poner al personaje en una situación que pueda afectar a su capacidad a la hora de desenvolverse como hace habitualmente. La película trata sobre cómo ese personaje reacciona en esa situación.
KV: Vienes de ‘Callback’, que era una película donde los espacios abiertos eran deslumbrantes y amplios, hasta una película de espacios más reducidos y asfixiantes. Pero de alguna manera, es casi más neoyorquina, más retro y más sucia, de thrillers sórdidos, ásperos. Qué influencias tienes.
CT: Me interesan mucho esos thrillers de los setenta, porque precisamente ponen ponen de protagonista a este tipo de personaje. Tampoco tenía un referente que explorase a fondo la psicología de este tipo de personaje, porque no necesita recurrir a la violencia física para lograr sus propósitos. Este personaje prefiere manipular, pero en una situación extrema, si se ven acorralados, sí podrían hacerlo. Ángel se convierte en una persona mucho más peligrosa de lo habitual debido a su situación, pero no estamos hablando de un asesino en serie.
Lo que sí me gusta, en efecto, es la ambientación de esas películas. Esos espacios que parecen caducados, pasados de moda, anticuados… esa sordidez sí que me atrae mucho estéticamente. Hemos intentando plasmarlo en la película. Aunque transcurra en la actualidad hemos querido darle ese toque, y ha sido un reto porque es una decisión arriesgada que si no sale bien puede ser un desastre. Estamos muy contentos con el resultado.
KV: Hace tiempo que hemos dejado de sorprendernos con Mario Casas, un todoterreno. ¿Cómo fue dirigirlo en un personaje tan complejo?
CT: Se metió totalmente en el personaje. Se subió a la silla, vivió el día a día en la silla. Iba al supermercado, a tomar un café, de paseo… vivió en primera persona cómo es ese día a día. Ensayamos mucho. Mario, Déborah y yo ensayamos en casa, en un local y en el plató. Los domingos íbamos al decorado del apartamento para conocerlo bien. Fue algo muy intenso y Mario se metió al 100%
KV: ¿Tenías claro el final de la película desde el primer momento?
CT: Sí, totalmente. Ese era el otro elemento, como el decorado, realmente desafiante y arriesgado. Conllevaba un riesgo, pero mira, en el montaje me quedó claro que era como la guinda del pastel. Habrá que ver cómo lo recibe el público, pero me gustaba revertir esa situación. No era una decisión fácil, pero lo tenía clarísimo desde el primer día. De hecho puede que sea mi escena favorita, el contraste entre sonido e imagen me gusta mucho.
KV: Es que es una película que entra por los ojos. Hay un plano magnífico con un edificio y la sombra de Ángel que no sé si tenías claro o salió sobre la marcha.
CT: Es el plano de ‘Nosferatu’ subiendo por las escaleras. Me gusta mucho el cine mudo, el expresionista, y sé que es realmente complicado evocarlo en un cine que ha sido tomado por la cotidianidad, pero yo lo ruedo y si me encaja, fantástico. Se me ocurrió porque localizando allí me fijé en que la sombra se proyectaba en el edificio. Muy tenue, pero vimos que llegaba. Potenciamos la luz y quedó muy bien. Fue un capricho que al final tenía su sitio en la película, estoy muy contento con ese plano.
KV: ¿Crees que el futuro de la nueva realidad cinematográfica pasa por las plataformas?
CT: Espero que el año que viene recordemos esto como una pesadilla. Desde luego las plataformas nos han ayudado a sobrellevarlo y nos han entretenido durante todos estos meses. Si ya existía un cambio de hábito en el espectador a la hora de disfrutar de contenidos desde casa, ahora ese hábito se ha multiplicado. Me gusta ver las películas en pantalla grande y cada vez hay más gente que tiene sus propios cines en sus salones, pero necesitamos volver al cine con regularidad. Me gustaría volver a las salas como hacía antes.
KV: ¿Cómo es trabajar con Netflix? ¿Has notado algo diferente respecto a tus anteriores trabajos?
CT: No he notado ninguna diferencia más allá de haber tenido todos los medios, el apoyo y la infraestructura que en trabajos anteriores como ‘Callback’ no pude disfrutar. Es un proyecto mucho más ambicioso que no se habría podido realizar de otro modo. Que Netflix decida apoyar el proyecto como un original, financie la película en su totalidad y la ponga en manos de una audiencia potencial de 400 millones de espectadores en todo el mundo… como director, productor y guionista de la película es la mejor noticia que pudes recibir. Además nos dieron plena libertad, he hecho la película que quería hacer en todo momento. Acostumbrado a los problemas de distribución, llegar a la audiencia de Netflix es muy satisfactorio.