El cuarto jueves de noviembre está marcado en rojo en el calendario estadounidense. Llega Thanksgiving -o Acción de Gracias-, preludio navideño donde los americanos se dan las gracias por el año mientras se atiborran de pavo asado, gravy y todo tipo de purés.
Quizá la tele haya hecho mucho daño y veamos la escena como algo grotesca, con toda la familia reunida alrededor de la mesa y poniendo nombre a las buenas acciones del año cogidos de la mano. Aunque da para monólogo, la realidad es que como fiesta no me parece descabellada.
Hemos importado Halloween, que consiste en disfrazarse de mamarracho e ir pidiendo caramelos, ¿por qué no adoptar una costumbre en la que se come pavo -bastante más sano que el chocolate-, das las gracias y encima no tienes que ir vestido de Jack Skellington?
La realidad es que más allá de mis deseos, España empieza a tener un cierto deseo de Thanksgiving -seguramente también con una vocación comercial-, que está bastante lejos de los pretendidos orígenes de comunidad que preconiza este momento.
Lo que sí es cierto es que son muchos restaurantes, la mayoría con tintes americanos, que apuestan por celebrar esta fiesta y que puedes ya disfrutar en algunas de nuestras ciudades. Por cierto, quizá no lo sabías pero hay fuentes que apuntan a que el primer ‘Acción de Gracias’ lo celebraron colonos españoles.
Una ración de historia
Con América apenas recién descubierta, fueron muchos los colonos que probaron fortuna al cruzar el ‘charco’. La mayoría de ellos británicos, muchos de ellos perseguidos por razones religiosas. Razón por la que en el ideario colectivo está el famoso buque Mayflower, cargado de peregrinos.
La realidad es que es parte del relato que ha acabado calando, pero los gestos de Acción de Gracias son relativamente frecuentes en las culturas francesas y anglosajonas del Nuevo Mundo, que solían coincidir con fiestas de la cosecha. De hecho, también hay ofrendas de acción de gracias relacionadas con colonos españoles en Florida durante el siglo XVI. Sin embargo, ha trascendido ese momento de unión entre peregrinos y nativos, en torno a la década de 1620.
El lugar, Plymouth, en la costa de Massachussetts; la cena, lo que había. Tanto es así que aquella pequeña colonia de apenas un centenar de personas no tenía suficientes víveres para la celebración. Motivo por el que los nativos wampanoag compartieron parte de sus alimentos con ellos.
Ahora pensaréis que poco sentido tiene celebrar el éxito de una cosecha en noviembre, y menos en la Costa Este de Estados Unidos, y no os falta razón. De hecho, en Canadá se celebra acción de gracias en la segunda semana de octubre y el motivo de la celebración de noviembre tiene que ver más con hechos políticos que naturales.
Abraham Lincoln que fijó la fecha en 1863 en el último jueves de noviembre, coincidiendo finales de mes con el aniversario del Día de la Evacuación (cuando los británicos abandonaron Estados Unidos tras la Guerra de la Independencia), aunque ya se celebraba en la mayoría de estados en torno a esos días.
Ya en el siglo XX, más por una razón comercial, Franklin D. Roosevelt movió la fecha al cuarto jueves de noviembre, lo que en algunas ocasiones significará el último del mes y en otras ocasiones significará el penúltimo.
La receta: sin pavo no hay paraíso
El ‘pavicidio’ de Acción de Gracias tiene cifras. Se estima que se consumen unos 46 millones de pavos el día de Acción de Gracias, lo cual no es una cifra desdeñable. Más aún si la ponemos en el contexto de que hablamos de tanto pavo para 330 millones de estadounidenses. La cantidad, traducida al gasto total, supone unos 1.000 millones de dólares para comprar pavo.
Asado, relleno (hortalizas, cebollas, pan, pasas, bacon y salchichas, frutas…) y de gran formato, el peso del pavo puede rondar desde los dos o tres kilos -para una casa pequeña- hasta ejemplares de más de cinco y seis kilos cuando se trata de dar de comer a una familia grande, como si hablásemos de La Tribu de los Brady.
A la vera del pavo, un recital de guarniciones. Puré de patatas (mashed potatoes), creamed corn (una crema de maíz), guisantes, y diversas salsas, generalmente de dos tipos: gravy (una reducción de caldo de carne de sabor muy concentrado) y una más ligera, dulce y pelín ácida como la de arándanos rojos.
A todo ello se suma un compendio de hortalizas, asadas o cocidas, que incluyen zanahoria, puerros, chirivías, espárragos, coles de Bruselas, coliflores, apionabos… Vamos, la mayoría de productos de invierno que podemos ver en nuestros mercados.
Como remate, el despliegue de pies y tartas que caracteriza a la repostería americana. Habitualmente, pastel de calabaza, pero también de otros productos como la manzana, la nuez pecana, la cereza o el ruibarbo.
¿Por qué el pavo?
Seguramente se nos haga extraño ver al pavo como protagonista de esta celebración porque no tenemos costumbre de comerlo, pero en América sí es frecuente. De hecho, en el continente americano hay varias especies salvajes de pavo, los cuales podrían haber formado parte de los primeros menús de Acción de Gracias.
La realidad es que sus ventajas respecto a otras aves, aparte de su disponibilidad, es el tamaño, pero aún así esto no es una casualidad. Sobre todo en el siglo XX, cuando distintas ‘especies’ de pavo comercial se popularizaron como el Small White de Beltsville, ahora en desuso en detrimento del ‘rey’ de los pavos de Acción de Gracias.
Broad Breasted White es el nombre de esta raza de pavos que hoy está presente en la inmensa totalidad de las casas. De gran tamaño, fácil de alimentar y con mucha pechuga, este tipo de animal ha conseguido conquistar el corazón y el estómago de los estadounidenses.
Por qué merece la pena
Reunirse en torno a una mesa, dar las gracias y comer bien… ¿De verdad hacen falta motivos para querer celebrar un Acción de Gracias? Quizá no con el pavo, claro, pero por qué no. Por una tradición poco beligerante y poco carnavalera que podemos importar de Estados Unidos, hagámoslo.
Y si queremos el pack completo, tampoco tendrá nada de malo. Pavo, purés, salsas y postres… El plan se cuenta solo, aunque quizá sí nos parezca forzado ese recital de ‘doy las gracias por…’, lo cual tampoco me parece descabellado porque de bien nacidos es ser agradecidos.
El único inconveniente es que se solapa ligeramente con las fiestas de Navidad, motivo por el cual a más de uno ya le amarga la reunión, pero Acción de Gracias en pétit comité me parece una fiesta a la que no se le pueden poner reproches.
Restaurantes donde celebrar y comerse Acción de Gracias
Hay opciones puristas, opciones para llevar y opciones más asequibles al bolsillo. Sin duda, lo mejor de Acción de Gracias es darse el tute de cocina cuando en España hablamos de un día laborable. En Estados Unidos es festivo, así que lógicamente tienen tiempo para todo el despliegue.
Razón de más para que apostemos por la restauración en este día tan ‘señalado’. El ‘full equipe’ lo ofrecen restaurantes como el madrileño Desencaja (Paseo de la Habana, 84) donde Iván Sáez sirve un menú especial para ese día con pavo relleno, puré de patata, salsa cumberland, el gravy y otras guarniciones como champiñones, judías verdes y coles.
Además, ofrecen la alternativa para llevar (un pavo entero, de unos cinco kilos, por 70 euros y con reserva previa) o la opción también de consumirlo en La Tajada (Calle Ramón de Santillán, 15), su otro restaurante, a apenas 40 metros de Desencaja.
En la capital también se puede disfrutar en el restaurante Puerto Lagasca (Calle de Lagasca, 81), que extiende el menú hasta el domingo, ya que el jueves 25 lo tiene completamente lleno. En este caso, de nuevo la opción purista de pavo relleno, salsa de arándanos, judías verdes y boniato asado.
El pavo también reina en la propuesta del Hotel Urso (Calle de Mejía Lequerica, 8), que eleva la categoría del Thanksgiving desde su condición de cinco estrellas, con un menú maridado. Se inicia con crema de calabaza como entrante y el pavo, en su jugo y con salsa de arándanos, como principal. A su vera, judías verdes, puré de patatas y puré de boniatos. De postre, tarta de ruibarbo con nata.
En la copa, dos ofertas de vinos estadounidenses como son el blanco Dundee Hills (de las bodegas Arterberry Maresh, de Oregón) y el tinto Esquisto, de Halcon Vineyards (California). Todo por un precio de 75 euros y solo disfrutable el día 25. Además, ofrecen delivery y take away para el que quiera disfrutarlo en casa.
Más informal y muy americana es la oferta que New York Burger pone en liza. Reeditando un clásico con el que llevan trabajando varios años, proponen un menú de pechuga y muslo de pavo, gravy, salsa de manzanas asadas, puré de batata y banoffe con caramelo caliente, disponible en todos sus restaurantes (tanto de Madrid como de Barcelona), que puedes consultar aquí y que se puede disfrutar hasta el domingo.
Fiel a ese estilo americano, el restaurante Dingo (Paseo de Recoletos, 14) ofrece su propuesta de Acción de Gracias por 36 euros. Crema de calabaza, cóctel de gambas, pavo asado con relleno, guarniciones (guisantes, puré de patatas, batatas, coles de Bruselas con castañas, mac & cheese) y postre, además de bodega, disponible para las cenas de 25, 26 y 27 de noviembre.
En Barcelona también hay opciones, como la del Hard Rock Café (Plaza de Catalunya, 21), que en este caso propone un menú abierto. Por un lado, el pavo asado con sus guarniciones y, por separado, la tarta de calabaza como postre. Además, recomiendan maridarlo con un cóctel de vodka y café.
Imágenes | iStock / Unsplash / Desencaja / Hotel Urso / New York Burger
En Directo al Paladar | Pavo del día de Acción de Gracias, la receta tradicional americana
En Directo al Paladar | Así es el menú típico de Acción de Gracias: 11 recetas para montar tu propio Thanksgiving