Vivir un embarazo en pandemia no es fácil, y tampoco lo es dar a luz en estos tiempos convulsos que estamos viviendo. Pero si a estas circunstancias le añadimos que eres madre soltera y que el nacimiento de tu bebé se ve envuelto en un sinfín de obstáculos y complicaciones, el resultado es una historia de esas que tocan directamente el corazón.
La historia de Mª Ángeles es la historia de una mujer valiente, que no solo decidió enfrentarse a la maternidad en solitario, sino que a pesar de las dificultades que vivió durante su embarazo y parto nunca ha perdido la sonrisa y el optimismo.
Por eso, y para conmemorar la próxima festividad del Día de la Madre, hemos querido darle voz en este espacio y homenajear con su historia a todas esas mujeres embarazadas o que están luchando por ser madres en estos tiempos de COVID, pues a pesar del miedo, la incertidumbre o la «oscuridad» que hay fuera, la vida continúa abriéndose paso gracias a ellas.
Nunca me planteé ser madre soltera, pero las circunstancias me llevaron por ese camino
Mª Ángeles es de Valencia, tiene 45 años y según ella misma afirma nunca estuvo en sus planes ser madre soltera. Pero en los últimos años su vida ha estado marcada por una serie de circunstancias que le llevaron a tomar esa decisión.
«En noviembre de 2019, con 44 años recién cumplidos, es cuando decidí que quería ser madre soltera. Comencé a informarme de los diferentes tratamientos y clínicas y finalmente me decanté por Equipo Juana Crespo. En diciembre me hicieron la extracción de ovocitos, pero no pudieron transferirme los embriones en ese momento porque iba a someterme a una cirugía de útero y necesitaba unos meses de recuperación»
Y es que Mª Ángeles tenía una malformación uterina, por lo que los médicos le habían aconsejado que se operara antes de quedar embarazada con el fin de aumentar la tasa de éxito. Su operación de útero tuvo lugar enero de 2020 y la transferencia embrionaria estaba prevista para marzo. Pero entonces, estalló la pandemia.
Los tratamientos de fertilidad se pararon cuando comenzó la pandemia
Debido al caos inicial que supuso el estallido de la pandemia los tratamientos de fertilidad se suspendieron, y Mª Ángeles fue una de las tantas mujeres en España que se vio afectada por este hecho.
La doctora Juana Crespo, ginecóloga especializada en medicina reproductiva y fundadora de la clínica valenciana de fertilidad, Equipo Juana Crespo, nos explica cómo vivieron los profesionales de este área aquellos momentos iniciales:
«Fue una avalancha de incertidumbre desde todos los puntos de vista. Además, como el virus había comenzado en China, apenas teníamos información. Los profesionales en medicina reproductiva desconocíamos si el coronavirus podía afectar a la calidad de los ovocitos, del semen o de los embriones, o si podía perjudicar del algún modo al embarazo«
«Como profesional sanitario no recuerdo haber vivido nunca ningún momento tan dramático como el inicio de la pandemia»
«Durante el primer mes de pandemia mi vida se centró en estudiar y aprender el comportamiento del coronavirus en las células reproductoras. A medida que íbamos teniendo información nos íbamos tranquilizando y también tranquilizábamos a nuestros pacientes»
Y precisamente esa sensación de tranquilidad y confianza es algo que destaca Mª Ángeles del equipo médico que la atendió cuando por fin pudo realizarse su esperada transferencia:
«Decidí someterme al tratamiento sin comunicárselo a la familia ni a los amigos, pero a pesar de las circunstancias que estábamos viviendo y de lo duro que es pasar por este proceso sola, mi experiencia en la clínica fue muy grata. Me trataron con mucho cariño y empatía, y siempre fui informada de todo».
En el mes de mayo se confirmó su positivo. Mª Ángeles estaba por fin embarazada.
«Desde marzo hasta mayo viví meses muy duros a nivel emocional por varios motivos. En enero había comenzado una nueva andadura profesional y acababa de crear mi propia empresa. Con el estallido de la pandemia, mi empresa se vio afectada, al igual que mi carrera profesional y las personas que trabajaban para mí».
«Paralelamente, mi deseo de ser madre se había interrumpido y mi mente estaba llena de preocupaciones; no solo las propias derivadas de la situación en la que de pronto nos habíamos visto todos envueltos, sino dudas sobre mi futura maternidad e incertidumbre laboral».
«Tardé cuatro meses en dar la noticia de mi embarazo»
Fruto de toda la tensión acumulada durante meses, Mª Ángeles decidió guardar en secreto su positivo hasta el cuarto mes de embarazo, cuando los médicos le aseguraron que todo estaba bien y ya no había ningún riesgo.
«Los primeros meses de embarazo fueron durísimos. Yo no me encontraba bien físicamente, y además sufrí un problema de tiroides. Por otro lado estaba el COVID, que lógicamente me daba miedo dada mi nueva situación. Pero los médicos me recomendaron que, dentro de las circunstancias, hiciera vida normal y que tratara de vivir mi embarazo de la forma más relajada posible, también a nivel emocional«.
«Me tocó hacer un trabajo mental enorme para poder dejar atrás el miedo y enfocarme solo en cosas positivas, por el bien de mi embarazo y de mi bebé. Incluso me acabé animando a hacer dos breves escapadas de verano».
Cuando comunicó la noticia a familiares y amigos, una de las cosas que más le llamó la atención fue escuchar en repetidas ocasiones la misma frase: «es la mejor noticia que podíamos recibir tras un año tan duro».
«Realmente me sorprendía que algo tan íntimo como el embarazo de otra persona pudiera hacer feliz a tanta gente. ¡Fue muy bonito! A partir de ese momento todos se volcaron conmigo. Cada vez que necesitaba algo encontraba quien me ayudara, y sobre todo la gente tenía muchísima precaución cuando se relacionaba conmigo, evitando ponerme en situaciones de riesgo».
«Lo que más me pesa de todo fue el parto que tuve»
En los últimos controles de embarazo los médicos comenzaron a ver que algo no marchaba bien. Mª Ángeles perdía líquido amniótico y su bebé no estaba creciendo de acuerdo a lo esperado debido a un problema digestivo, así que el 19 de enero decidieron inducirle el parto, tres semanas antes de la fecha prevista. Tras 10 horas de inducción, el parto acabó en cesárea y el bebé fue llevado directamente a la UCIN.
«Me da pena no recordar mi parto con la belleza con la que suelen recordarlo la mayoría de las madres. El equipo médico que me atendió fue maravilloso, pero las circunstancias que rodearon el nacimiento de mi hija empañaron el momento».
«En primer lugar por el hecho de haber acabado en cesárea después de tantas horas de parto. Segundo, por la cesárea en sí, pues tuve una caída de tensión y apenas guardo recuerdos nítidos de lo que sucedió. Y tercero, por el hecho de que se llevaran a mi bebé a la UCI. El recuerdo más triste es cuando me enseñaron a mi hija unos segundos y se la llevaron sin poder siquiera tocarla«.
Madre e hija fueron separadas tras el nacimiento por protocolo COVID
El día del parto, tanto Mª Ángeles como la persona que había elegido para que la acompañara al paritorio se sometieron a una PCR con resultado negativo. Sin embargo, al día siguiente del nacimiento, esa persona tuvo que hacerse una nueva PCR en su trabajo y el resultado esa vez fue positivo.
En tan solo 24 horas todo cambió de forma radical. El hospital activó el protocolo COVID y la madre fue aislada en una habitación sin posibilidad de estar con su bebé.
«Se da la terrible coincidencia de que mi habitación estaba situada justo en frente de la UCI neonatal. Cada día escuchaba a los padres entrar a la UCI para ver a sus hijos y por las noches oía llorar a los bebés ingresados, mientras yo estaba al otro de la puerta, completamente sola».
Mª Ángeles permaneció ingresada en el hospital seis días, ya que su ginecólogo le alargó la estancia para que pudiera estar cerca de su hija. Durante ese tiempo se le realizaron varias PCR’s, pero a pesar de ser siempre negativas no tuvo permiso para visitar a su bebé en la UCI, amamantarla directamente (debía extraerse la leche cada tres horas) o hacer piel con piel.
Solo veía a su bebé de vez en cuando a través de videollamadas realizadas por el personal sanitario:
«Esos momentos me daban la vida, pues los días que pasé sola en el hospital fueron de extrema dureza. Tanto, que a veces me derrumbaba y lo único que hacía era llorar. Un día, una enfermera me vio llorando desconsoladamente y desde entonces comenzó a preguntarme cómo me encontraba o si necesitaba hablar».
«Hubo profesionales que se portaron realmente bien conmigo, aunque también sentí el trato frío y deshumanizado de otras personas que se olvidaban que, detrás de la puerta de una habitación, se encontraba una madre sola y aislada, que ni siquiera había tenido la oportunidad de besar o tomar en brazos a su bebé»
Cuando te dan el alta, pero tu bebé debe quedarse ingresado
Aunque los problemas digestivos con los que nació su bebé se fueron solucionando con el paso de los días, surgieron después problemas con la bilirrubina que le obligaron a permanecer más tiempo en la UCIN. Así que cuando Mª Ángeles recibió el alta, su bebé tuvo que quedarse más tiempo allí.
«Debido al positivo de mi acompañante en el parto, los médicos me dijeron que yo debía permanecer en aislamiento durante 10 días, aunque mis PCR’s hubieran salido negativas. Así que tras darme el alta me aislé en mi casa durante cuatro días más, que eran los que me quedaban para terminar mi confinamiento».
«Recuerdo con muchísima tristeza el momento en que entré por primera vez a la habitación de mi bebé. Tenía una cicatriz que me recordaba su nacimiento, pero ella no estaba conmigo.»
Tras diez ingresada en la UCI neonatal, la bebé de Mª Ángeles fue dada de alta. Su madre acudió al hospital a recogerla, no sin antes realizarse otra prueba PCR que de nuevo salió negativa. Aún así, por precaución decidió alargar dos días más el uso de mascarilla y no fue hasta el día 12 cuando por fin pudo besar a su bebé.
Afortunadamente, Mª Ángeles me comenta que el protocolo del hospital donde dio a luz ha cambiado en estos últimos meses y ya no separan a las madres de su bebés cuando hay sospechas de positivo o por positivo. Y es que la OMS ha advertido en varias ocasiones que la separación de madre y bebé no está justificada en estos casos, e incluso recomienda lactancia materna en madres positivas en COVID.
En base a eso, el Ministerio de Sanidad también actualizó hace tiempo sus recomendaciones para un parto seguro, e incluso la asociación ‘El Parto es Nuestro’ ha amenazado con emprender acciones legales contra los hospitales que separaran por este motivo.
Su primer Día de la Madre juntas
A pesar de todas las dificultades, la historia de Mª Ángeles es una historia de esperanza, de fuerza y de vida.
Porque desde el momento en que tomó la decisión de ser madre soltera, esta mujer no se ha rendido nunca ante las adversidades que le han surgido y ha luchado por no venirse abajo cuando las cosas se complicaban. Ahora, madre e hija son tremendamente felices y disfrutan el día a día juntas.
«Mi experiencia con la maternidad está siendo maravillosa. Mi bebé es preciosa por dentro y por fuera y es lo mejor que me ha pasado en la vida. No ha sido fácil, pero a pesar de todo, el 2020 ha sido un año bueno para mí, pues me ha traído el mejor de los regalos: mi hija».
Fotos | iStock
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