En Europa se está produciendo una transformación interesante en lo que respecta a los permisos de paternidad: países del norte y centro firman normas impresionantes que ponen al padre en el primer plano de la crianza, y sin embargo en España existe un ámbito que se queda atrás en la práctica: el del deporte profesional.
Sin embargo, en España el panorama es distinto, sobre todo cuando hablamos de determinados sectores: aunque la normativa nacional avala un periodo de baja de paternidad, en el ámbito del deporte profesional ese derecho rara vez se cumple en la práctica. Así lo destaca un artículo de El Diario de Madrid señalando que pese a que la ley exige al menos seis semanas de permiso tras el nacimiento de un hijo, muchos deportistas siguen sin acogerse a él.
En España, el permiso de paternidad está regulado (tal como recoge el mismo informe de Vacation Tracker) permitiendo 133 días al 100 % del salario, con seis semanas obligatorias tras el parto, y tras ello el resto del permiso puede disfrutarse dentro del primer año de vida del hijo. Para cualquier trabajador sería un avance significativo, pero en el deporte profesional las cosas no funcionan tan bien: la ley obliga a que el contrato laboral se suspenda durante ese permiso, lo que para un jugador significa no entrenar ni competir durante ese periodo.
El caso de Sam Szmodics
En 2024, el centrocampista del Ipswich Town, Sam Szmodics se convirtió en padre por segunda ocasión horas antes de un partido. En cuanto su hijo nació, y tras dormir sólo tres horas y beber cuatro cafés negros, salió disparado de la sala de partos hacia Ewood Park para su encuentro contra el Norwich.
Esta prisa por jugar, replicada por otros como Dan James en 2021) y Russell Martin en 2015 con sus épicos viajes en helicóptero, subraya un problema: la baja por paternidad casi nunca se toma ni se debate en el fútbol masculino de élite.
Como señala el defensa del Norwich, Ben Gibson, para Sky Sports: «Es un tema tabú. Se espera que los jugadores lo superen y vuelvan a entrenar al día siguiente o a los dos días.»
El problema es doble: por un lado, la cultura del deporte profesional en España sigue priorizando el rendimiento y la disponibilidad constante del jugador frente a la conciliación familiar; por otro, los calendarios, las renovaciones contractuales y la presión deportiva hacen que muchos se sientan, de facto, excluidos de ejercer ese derecho sin represalia aparente. Esto significa que aunque el permiso exista, la efectividad real queda muy por debajo de lo que permite la ley.
La cuestión es importante porque el permiso de paternidad no solo tiene que ver con el trabajador padre, sino con el bienestar del menor, la corresponsabilidad en el cuidado y la igualdad de género.
Mientras que en otros países de Europa se está normalizando que los padres dediquen tiempo y atención al recién nacido sin que ello afecte su estabilidad laboral, en España, sobre todo en el ámbito del deporte profesional, el derecho al permiso de paternidad sigue siendo una promesa más que una realidad plenamente ejercida.
Fotos de Nachofdez90 | Foto de Kelli McClintock en Unsplash
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