Los españoles comen mucho menos pescado que hace 30 años y una gran razón se atisba en el horizonte: la pereza por cocinarlo

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Los datos son claros. El consumo de pescado lleva décadas perdiendo terreno en las neveras y cocinas de los hogares españoles. Cada vez comemos menos, lo que ya se deja notar en el sector, con la pérdida de miles de pescaderías. Hay sin embargo ciertos negocios que parecen estar capeando el temporal e incluso aumentan sus ventas, y lo logran básicamente gracias a una apuesta diferente, centrada en la venta de pescado listo para comer, los pedidos online y el reparto a domicilio.

Es interesante porque eso nos revela que la gran crisis del pescado quizás no sea tanto una cuestión de gustos como sí de hábitos y cambio cultural.

¿Qué ha pasado? Que el pescado no se salva de los cambios sociales y de consumo que llevan años marcando la industria de la alimentación. Solo que en su caso la tendencia resulta especialmente interesante. Los datos del sector muestran desde hace tiempo que los hogares españoles compramos cada vez menos pescado fresco, lo que entre otras cosas ha precipitado el cierre de miles de pescaderías, negocios que lidian con otros desafíos, como la falta de relevo generacional.

Hay pistas sin embargo que apuntan a que en realidad no todo el sector está sufriendo. Los españoles de hoy quizás tengamos menos pescado en nuestras neveras o lo cocinemos menos que nuestros padres o abuelos, pero el consumo asociado al ocio, el realizado fuera de casa, no pasa por un mal momento. No solo eso. Hay ciertos negocios especializados (como los dedicados a la venta de pescado ya listo para comer o envíos a domicilio) que aseguran estar vendiendo más.

En España las familias están dejando de comer pescado, así que los pescaderos tienen un plan: ir a por sus mascotas

¿Comemos menos pescado? Si nos basamos en los datos sobre consumo doméstico del Ministerio de Alimentación (MAPA) la respuesta es clara: sí, con vaivenes. Su último informe, con datos del año que va de agosto de 2024 a julio de 2025, muestra que el consumo de productos de la pesca se ha reducido un 2,1%. Si hablamos en concreto de la compra de pescado (sin contar mariscos o conservas) el pinchazo ha sido del 4,4%, del 5,4% en el caso de la mercancía fresca.

Quizás no parezcan grandes descensos, pero la crisis que afronta el pescado se entiende mejor cuando se amplía el foco temporal y analizan los datos de consumo per cápita. En ese caso se constata un desplome que ha golpeado de lleno al sector. La propia Fedepesca advierte que en los últimos años «el comercio de proximidad en general y las pescaderías en particular han perdido un tercio de sus tiendas».

¿Cae todo el consumo? No exactamente. Hace poco os contábamos cómo hay ciertas especies que han visto repuntar su consumo (caso del salmón y la trucha ahumados) y sobre todo cómo el consumo de pescado parece estar resistiendo e incluso aumentando fuera de los hogares. Así lo sugiere el informe de «consumo extradoméstico» de Mercasa, que en 2023 constató un repunte del 2,6%.

Los últimos datos trimestrales también muestran un alza en la demanda de pescados. Lo cierto es que desde hace años resulta más fácil encontrarse con establecimientos e incluso cadenas en los que sirven platos de pokés con salmón, sushi, sashimi o cebiche, además de la oferta tradicional de pescados.

Año

Consumo per capita de productos de pescado (kg) 

Consumo per capita  de pescado (kg)

pescado fresco

pescado congelado

1990

30,4

19

13,6

5,4

1995

29,4

18,2

14,6

3,6

2000

24,32

14,45

11,72

2,73

2005

28,36

16,40

13,39

3,01

2010

27,3

15,38

12,05

3,33

2015

25,9

14,46

11,64

2,82

2020

24,83

13,25

10,58

2,68

2024

17,99

9,31

7,31

2

¿Y en otros canales? Hace unos días la SER publicó un análisis que da pistas sobre otras vías de negocio que parecen estar capeando o incluso salvándose de la caída del consumo de pescado fresco: los negocios dedicados a la comercialización de alimentos listos para comer y los centrados en el reparto a domicilio. Es decir, los que facilitan y personalizan el consumo. No abundan los datos, pero la SER aporta dos ejemplos en concreto que ayudan a entender el fenómeno.

El primero es la cadena de supermercados catalana Plusfresc, que ofrece a los clientes la opción de llevarse a casa pescado listo para comer. Desde la empresa aseguran que han instalado hornos en todos sus establecimientos, lo que les ha permitido aumentar de forma considerable las ventas de productos del mar. 

«Hace cinco años el 8% del pescado que facturábamos pasaba por el horno, a día de hoy ya supone alrededor del 16%. En estos cinco años hemos doblado la venta de estos productos», precisa. No es el único que camina en esa dirección. En su línea «listo para comer», Mercadona ha incluido el poké de salmón y sushi.

¿Hay más ejemplos? Sí. La SER cita otro caso: Peix a Casa, una pescadería online que permite programar entregas y que ha pasado de vender unas cuantas cajas de pescado a la semana a gestionar entre 100 y 150 pedidos cada jornada. 

Su propietario explica que hace una década y media empezó a apostar por el servicio de pescado a domicilio, una fórmula que no le ha ido mal: de trabajar con una quincena de clientes conocidos ha pasado despachar miles y miles de encargos anuales con un ritmo de crecimiento interanual envidiables, que ronda el 20%.

¿Y eso, por qué? Porque el sector sospecha que el problema no es que ya no guste el pescado o que se haya vuelto demasiado caro. De hecho en el último año la demanda doméstica de salmón ahumado y las conservas de almejas y mejillones ha aumentado de forma considerable.  La clave sería otra: un cambio cultural que lleva a que los más jóvenes no se lancen a comprar y preparar pescado en casa. 

«Tenemos un foco especial puesto en el público joven, esas personas de hasta cuarenta años, que hemos visto que no están accediendo a los productos del mar. Para nosotros es un público clave», reconocen desde Pesca de España. No lo tendrá fácil porque como telón de fondo hay una tendencia mayor: un interés creciente por la comida cocinada y lista para consumir, lo que incluso ha llevado a algunos (entre ellos Juan Roig) a vaticinar el fin de las cocinas tradicionales en casa.

Imágenes | Jorge Franganillo (Flickr)

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