La industria de la cosmética ha encontrado un nuevo mercado: el problema es que son niñas menores de 10 años

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Hace
unas
semanas,
mientras
hacía
cola
en
Druni
con
un
champú
en
la
mano,
escuché
a
dos
niñas
—apenas
rozando
los
12
años—
discutir
si
comprar
una
ácido
hialurónico
o
retinol,
ambos
productos
de
la
marca
The
Ordinary.
Poco
tiempo
después,
en
el
supermercado,
otras
tres
de
la
misma
edad
estaban
comprando
mascarillas
y
debatían
si
llevar
un
sérum
de
vitamina
C.
Aunque
esto
último
tuvo
un
desenlace
rápido:
“Se
lo
cogemos
a
mi
madre,
ella
no
se
dará
cuenta”,
dijo
una
de
ellas.
Atónita
ante
esta
escena,
no
evité
preguntarme
si
esta
situación
es
cada
vez
más
común
o
si
es
el
reflejo
de
una
tendencia
alarmante.


Cada
vez
más
casos.

Un
repaso
rápido
por
redes
sociales
confirma
que
la
generación
Alpha
(nacidos
después
de
2010)

está
obsesionada

con
el

skincare

y
el
maquillaje,
impulsada
por
redes
como
TikTok.
Pero
detrás
de

los

hauls

de
productos

y

las
rutinas
de
10
pasos
,
hay
riesgos
reales:
alergias,
dermatitis,
trastornos
de
autoimagen
y
hasta
exposición
a
disruptores
endocrinos.


El
problema.

Un
reciente
estudio

publicado
en
Pediatrics

analizó
100
vídeos
de
TikTok
donde
niñas
de
entre
7
y
18
años
mostraban
sus
rutinas
de
cuidado
facial:
usaban
una
media
de
seis
productos
diarios
(algunas
hasta
doce),
con
ingredientes
como
ácidos
exfoliantes
o
péptidos.
El
resultado
es
evidente
y
visible
desde
irritaciones,
acné
cosmético
hasta
sensibilización
al
sol.
No
obstante,
el
daño
va
incluso
más
allá,
como

ha
explicado
a
The
Guardian

la
Dra.
Molly
Hales,
directora
del
estudio,
“el
76%
de
los
productos
contienen
alérgenos
como
fragancias».
Además,
solo
el
26%
de
esas
rutinas
incluye
protector
solar,
que
provoca
una
preocupación
en
torno
a
la
salud
de
la
piel.


La
viralidad
por
la
piel
perfecta.
«Hemos
entrado
en
una
era
donde
nos
venden
la
niñez
en
frascos
de
productos
estéticos»,

ha
denunciado

en
The
Independent
Ellen
Atlanta,
autora
de
Pixel
Flesh:
How
Toxic
Beauty
Harms
Women.
Lo
que
comenzó
como
mascarillas
esporádicas
se
ha
convertido
en
una
crisis:
niñas
que
a
los
10
años

usan
retinoides

–ingredientes
para
pieles
maduras–
mientras
influencers
en
TikTok

prometen «piel
de
cristal»
.
Desde
Save
The
Children

ya
advertían

de
la
exposición
de
los
menores
en
las
redes
sociales,
donde
el
58%
de
los
niños
a
partir
de
10
años
navega
en
la
red.


Lo
que
dice
la
piel.

La
dermatóloga
Emma
Wedgeworth

ha
alertado

en
The
Independent
que
el
uso
de
productos
inapropiados
puede
deteriorar
la
barrera
cutánea
y
aumentar
el
riesgo
de
eccema
y
dermatitis
alérgica.
Sin
embargo,
cada
vez
son
más
las
niñas
entre
los
8
y
los
15
años
que
sufren
lo
que
los
expertos
llaman
cosmeticorexia,
una
necesidad
compulsiva
de
usar
productos
cosméticos
innecesarios,
incluso
dañinos,
según

ha
detallado
El
Español
.


Un
nicho
de
mercado.

Las
marcas,
las
redes
sociales
y,
muchas
veces
sin
quererlo,
los
propios
padres
están
enviando
a
la
generación
Alpha
hacia
este
nuevo
consumo,
ya
que
son
fácilmente
influenciables
y
están
en
constante
conexión.
Basta
ver
cómo

Sephora

u
otras
tiendas
han
convertido
el

skincare

en
un
juego
de
fiestas
infantiles.


Las
recomendaciones
son
claras.

Tanto
dermatólogos
como
psicólogos
han
coincidido
en
lo
mismo:
limitar
el
acceso
sin
supervisión
a
redes
sociales,
proporciona
modelos
de
autoestima
reales
y
mantener
una
rutina
de
cuidado
simple
basada
en
limpieza,
hidratación
y
protección
solar.
“Niñas
de
10
años
que
piensan
que
sin
maquillaje
no
valen
lo
suficiente.
Es
una
señal
de
alarma”,

ha
explicado

la
psicóloga
Jennifer
Cano
en
El
Español.


Más
allá
de
la
estética.

En
lugar
de
estar
ocupando
los
parques
o
jugar
con
juguetes
cada
vez
más
temprano
se
está
observando
una
viraje
hacia
las
tendencias
de
moda
de
las
redes
sociales.
Ahora
hay
que
tener
en
cuenta
que
estos
intereses,
lejos
de
ser
una
fase
pasajera,
se
integran
desde
edades
tempranas
y
moldean
la
relación
con
el
cuerpo
y
la
imagen
a
lo
largo
del
tiempo.

Imagen
|
TikTok

Xataka
|

Hay
gente
recomendando
embutirse
la
pierna
en
papel
de
albal.
Hay
cero
pruebas
de
que
funcione