Nuestra galaxia ha absorbido con otras galaxias, y aquellas que van camino a ser absorbidas también han absorbido más galaxias. Es la conclusión a la que llega un nuevo estudio de la Universidad de Bolonia, que sugiere que la Nube de Magallanes que ronda nuestra Via Láctea «se ha comido» una galaxia en su camino.
la Nube de Magallanes es un grupo de estrellas dividido en una Nube grande y otra pequeña, que se mueven (aparentemente por la interacción con la materia oscura) hacia nuestra galaxia para terminar colisionando con ella dentro de 2.000 millones de años.
El grande se come al pequeño
Se trata de un proceso más común de lo que imaginábamos, porque ese grupo de estrellas que va a ser «tragado» por la Via Láctica habría hecho lo mismo con otras galaxias más pequeñas. El estudio refuerza la teoría de la formación jerárquica: las grandes galaxias son grandes por haber absorbido galaxias más pequeñas.
De hecho la Nube de Magallanes aún estaría en plena faena: se han detectado varias pequeñas galaxias muy difusas y pequeñas a su alrededor. El grande se come al pequeño, en todas las escalas. Y lo mejor de todo es que podemos determinar la edad de cada galaxia analizando la metalicidad (o proporción de elementos pesados) de sus componentes.
Así podemos construir un «historial» de absorciones a partir de los restos de las galaxias antiguas que orbitan las galaxias más grandes, que normalmente adoptan la forma de clústeres esféricos de estrellas. A más metalicidad, más antigüedad: los elementos más ligeros no existían en el universo más joven.
Dentro de 2.000 millones de años todas estas galaxias más pequeñas y clústeres estelares que las orbitan acabarán chocando con la Vía Láctea, de modo que nuestro barrio en el universo se compondrá de menos galaxias pero más grandes. A partir de ahí el próximo gran evento va a ser en 4.000 millones de años, cuando la galaxia de Andrómeda acabe absorbiéndonos a nosotros.
Imagen | Cerqueira