Los talleres del Teatro Nacional Cervantes: el detrás de escena de un teatro histórico

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El Cervantes emplea a entre 160 y 190 técnicos teatrales que trabajan en los distintos talleres (Foto: Victoria Gesualdi)

El Cervantes emplea a entre 160 y 190 técnicos teatrales que trabajan en los distintos talleres (Foto: Victoria Gesualdi)

Técnicos y profesionales del Teatro Nacional Cervantes (TNC) destacaron, en el marco del centenario de esa sala que se celebra este domingo, el rol formativo que tuvo desde sus orígenes al ser el único teatro nacional de producción, en cuyos talleres se diseña y realiza todo aquello que aparece en el montaje escénico de cada obra.

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Centenario del Teatro Nacional Cervantes

Patricio Sarmiento, quien trabaja desde hace más de 30 años en el teatro, en la actualidad como director de técnica y durante dos décadas como jefe del taller de escenografía, apuntó ante Télam que el Cervantes «es el único teatro nacional de producción que existe en el país; los provinciales o municipales son muy pocos».

Historia de los talleres del Cervantes

Si bien al ser inaugurado -el 5 de septiembre de 1921– contaba con menor capacidad edilicia, a medida que pasaron los años el TNC tuvo diversas modificaciones y ampliaciones que dieron pie a crear cada vez más talleres.

En el presente el Cervantes emplea a entre 160 y 190 técnicos teatrales que trabajan en los distintos talleres, divididos en dos grandes ramas denominadas electrotecnia y escenotecnia.

Los talleres están divididos en dos ramas: electrotecnia y escenotecnia (Foto: Victoria Gesualdi)

Los talleres están divididos en dos ramas: electrotecnia y escenotecnia (Foto: Victoria Gesualdi)

La primera de ellas está compuesta por los talleres de iluminación, sonido, audiovisuales, movimiento escénico y laboratorio, mientras que la segunda está conformada por escenografía, utilería, vestuario, maquillaje y maquinaria.

En las áreas de la caja escénica a las que el ojo del espectador no llega, estructuras de nueve pisos de altura sostienen largos telones y escenografías que el equipo de maquinaria gestiona en el transcurso de cada obra.

Todo ello es previamente montado por los encargados de la escenografía, quienes visten las estructuras que el área de maquinaria arma y que luego, con el telón abierto, transportarán a lugares y épocas más o menos lejanas a los cientos de miembros del público.

Taller de escenografía

En el taller de escenografía, uno de los más grandes de la casa y de los teatros del país en general, enormes tarros de pintura y pinceles de mango suficientemente extensos como para pintar sin erguirse son utilizados por los pintores y escultores del plantel de la sala.

«El teatro tiene el rol sumamente importante de preservar y mantener una profesión; la del escultor o pintor teatral, que quizás es exagerado decir que se está extinguiendo, pero sí que a partir de los cambios de época el oficio se está perdiendo», señaló Sarmiento.

Hay talleres de iluminación, sonido, audiovisuales, movimiento escénico y laboratorio, escenografía, utilería, vestuario, maquillaje y maquinaria (Foto: Pablo Aneli)

Hay talleres de iluminación, sonido, audiovisuales, movimiento escénico y laboratorio, escenografía, utilería, vestuario, maquillaje y maquinaria (Foto: Pablo Aneli)

Al respecto, aseguró que «no es lo mismo hacer pintura, vestimenta o lo que fuere para teatro que para otras cosas». Y subrayó que para esta tarea «se debe tener el ojo, el conocimiento».

Además del saber específico de los técnicos teatrales, los talleres también deben contar con las condiciones edilicias para que, por ejemplo, pintar un telón sea posible.

«El teatro tiene el rol sumamente importante de preservar una profesión; la del escultor o pintor teatral, que quizás es exagerado decir que se está extinguiendo, pero sí que a partir de los cambios de época el oficio se está perdiendo»

Patricio Sarmiento

Para eso, es necesario disponer de un espacio amplio y, fundamentalmente, debe estar garantizada la posibilidad de recrear la perspectiva del espectador con una balconada que permita observar el telón desde todos los puntos de vista.

En este sentido, el director de técnica resaltó el rol formativo del teatro, considerando que en las universidades, por una cuestión de infraestructura y presupuesto, no se puede tener un taller equipado para pintar telones, por lo que es ahí mismo, en un lugar como el Cervantes, «donde profesionales de teatro se terminan de formar».

Además, resaltó que lo que sucede en el Teatro Cervantes, al ser de producción, es que la profesión se termina de pulir «con el trabajo en equipo, entre las distintas áreas, que deriva en la obra final puesta en escena».

Taller de vestuario

Al igual que el taller de escenografía, donde materiales de las más diversas texturas, como grandes bloques de telgopor, cartón y madera, están a merced de la creatividad de la decena de técnicos, el taller de vestuario encuentra a sus trabajadores entre retazos de telas.

«Todo la vestimenta que se usa la producimos nosotros acá», explicó Nelson Segovia, jefe de vestuario, quien añadió: «Hoy somos realizadores porque no hacemos solamente la moldería, el corte y el armado. Hay gente que borda o hace sombrerería, por ejemplo. Hacemos todo el trabajo integral».

En medio de prendas históricas, que serán exhibidas con motivo de la conmemoración de los 100 años del Teatro, Segovia detalló: «a las ropas que se guardaron de 1971, cuando se hizo la obra ‘La dama boba’ (de Lope de Vega), le estamos añadiendo réplicas actuales de esas prendas antiguas».

Colgados en las paredes del taller, bocetos originales de aquellas épocas «inspiran el trabajo» actual de los 11 vestuaristas del Cervantes.

«La ropa generalmente se va reciclando, se usan nuevamente. Pero algunas, muy especiales, se guardan desde entonces. Son prendas históricas muy cuidadas»

Nelson Segovia

«La ropa generalmente se va reciclando, se usan nuevamente. Pero algunas, muy especiales, se guardan desde entonces. Son prendas históricas muy cuidadas», expresó con evidente orgullo el jefe de vestuario.

Para cada obra se le presenta al equipo una serie de bocetos de todo el vestuario que se utilizará en la puesta; un trabajo que luego lleva alrededor de tres meses en completarse «dependiendo de cuántos cambios de vestuario se hagan», agregó.

Algunos talleres, como el liderado por Segovia, tienen doble tarea: primero la realización de los materiales y luego lo que se denomina atención de la escena, es decir, asistir mientras transcurre la obra.

De todo ese trabajo colectivo y esencialmente humano, que se realiza tanto antes como durante la obra, surge finalmente «la magia que acontece una vez abierto el telón».