Correr por la montaña es una de las mejores experiencias de running que podemos tener en verano: disfrutar de las primeras horas del día o de las últimas de la tarde corriendo por senderos con más o menos desnivel y rodeados de naturaleza es un plan que no podemos dejar escapar.
En las salidas de trail running, el desnivel suele ser el rey de la pista: las subidas prolongadas hacen trabajar a fuego a nuestros isquios y glúteos, y nos hacen desear con fuerza llegar hasta la cima para poder bajar a toda velocidad.
Y es que las bajadas pueden ser muy divertidas, pero son también un momento clave en el que podemos lesionarnos. Allá van nuestros cuatro consejos principales para bajar las pendientes de forma segura y efectiva si practicas trail running.
- Bajar nuestro centro de gravedad para bajar más seguros: acercar nuestra cadera al suelo flexionando ligeramente las rodillas hará que ganemos control sobre nuestro cuerpo mientras estamos bajando. No se trata de «correr sentados«, sino de bajar un poco las caderas para que nuestro cuerpo oscile menos hacia arriba y hacia abajo, ganado así control de la velocidad y reduciendo la fatiga muscular.
- Aterrizar sobre la mitad delantera del pie: aterrizar sobre el talón cuando estamos bajando una pendiente en la montaña, con su desnivel y el terreno irregular, es como comprar muchos números para que nos toque el premio gordo de la lesión en el tobillo. Aterrizando sobre la mitad delantera del pie tendremos un mayor control de nuestra pisada y amortiguaremos el impacto de forma correcta.
- Abrir los brazos para un mejor equilibrio: el tren superior es importante siempre que corremos (al hablar de running en asfalto nos hemos referido en varias ocasiones al braceo y su impacto en nuestra postura y economía de carrera). En los descensos de trail running, llevar los brazos ligeramente abiertos nos ayudará a guardar mejor el equilibrio, al mismo tiempo que podemos utilizarlos como haríamos con una vela para ayudarnos a girar en las curvas.
- Trabaja las piernas en el gimnasio: los descensos en trail running son muy demandantes para la articulación de la rodilla. Una forma efectiva de proteger esta articulación es trabajando los músculos que se encuentran a su alrededor, especialmente los cuádriceps, que pueden terminar muy cargados después de un descenso. El trabajo con ejercicios de fuerza y trabajo de propiocepción puede ser muy beneficioso de cara al trail running.
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