‘Jungla de Cristal’ está reconocida de forma unánime como una de las mejores películas de acción de todos los tiempos. Además, fue un gran éxito económico, por lo que no tardó en llegar una secuela que se centró en intentar repetir los méritos de su predecesora pero pasando la historia del interior de un rascacielos a un aeropuerto. También funcionó muy bien, por lo que pronto se puso en marcha una tercera entrega que finalmente no llegaría a los cines hasta cinco años después, por lo que en 2020 se cumple el 25 aniversario de su estreno.
Finalmente recibió el título de ‘Jungla de Cristal: La Venganza’ y se volvió a contar con John McTiernan, director de la primera entrega pero no de la segunda, que quedó en manos de Renny Harlin. Su regreso fue sin duda uno de los factores por los que esta tercera entrega casi supera a la mítica película original, o al menos durante más de una hora de las dos que dura.
Exprimiendo Nueva York
‘Jungla de Cristal: La Venganza’ es la primera cinta de la franquicia que contó con un guion que no fue escrito pensando expresamente en ser una nueva aventura de John McClane, ya que originalmente era un vehículo para el lucimiento de Brandon Lee y después estuvo a punto de ser la base para ‘Arma Letal 4’.
Personalmente, creo que el guionista Jonathan Hensleigh hizo un gran trabajo adaptando su libreto original para que el personaje interpretado por Bruce Willis no quedase como una especie de pegote en la historia, algo que sí sucede en el caso de ‘La jungla 4.0’. La primera clave para conseguirlo está en que John McClane sigue siendo él mismo, un policía de trato difícil que está pasando probablemente por el peor momento de su carrera cuando un terrorista exige que cancelen su suspensión.
Ese es el punto de partida de una película que mantiene la limitación temporal pero la espacial de sus predecesoras. Vamos, que todo sucede en apenas unas horas, pero aquí la ciudad de Nueva York se convierte en un elemento esencial de la película- Quizá sería exagerado decir que se convierte en un personaje más, pero ver cómo John McClane yendo de aquí para allá sin importarle un pimiento las leyes o su bienestar físico ayuda a que ‘Jungla de Cristal: La venganza’ funcione como un tiro desde el primer minuto.
Ahí es cierto que las diferentes pruebas a las que ha de hacer frente tampoco son especialmente elaboradas, pero sí resultan efectivas para mantener entretenido al espectador. Como era de esperar, la carismática presencia de Willis resulta esencial para ello, pero aquí tiene varios aliados de lujos. El primero un McTiernan que demuestra estar en plena forma en un entorno más dinámico y con un uso notable de las explosiones. Sin embargo, esta mayor ambición visual no resulta problemática para abordar la acción con un enfoque a la antigua usanza, sintiéndose como una evolución en lugar de un cambio más o menos drástico.
A ello ayuda un montaje más sosegado del que el cine de acción empezaría a potenciar poco después, pero que aquí deja respirar tanto a los personajes como a las situaciones, sin que por ello se sacrifique la sensación de urgencia, ya sea en momentos más locos como cuando se meten con el coche por Central Park o cuando simplemente han de dar con una medida exacta de agua para desactivar una bomba. Todo fluye, aunque quizá la escena más contundente es aquella en la McClane se deshace de varios lacayos del villano en el interior de un ascensor. Sin palabras aún 25 años después.
Un gran trío protagonista
Pero hay que echar otra mirada a los compañeros de reparto de Willis para entender mejor por qué los primeros 70-75 minutos de ‘Jungla de Cristal: La Venganza’ son una gozada. Me atrevería a decir que Samuel L. Jackson se convierte aquí en el mejor compinche que haya tenido cualquier película de acción. Empezando por el contraste de personalidades con McClane, continuando con lo deslenguado que es y acabando por la increíble química que tiene con Willis.
Zeus podría haberse convertido en un estorbo con una facilidad tremenda, ya que el público a quien realmente quería ver es a John McClane, pero una vez acabas de ver ‘Jungla de Cristal: La Venganza’, te quedas con unas ganas tremendas de volver a ver al personaje interpretado por Jackson. Es cierto que no deja de ser un secundario cómico, pero nunca parece que sea simplemente eso y la película se beneficia sobremanera de ello.
Completando el trío protagonista tenemos a un inspirado Jeremy Irons. Aquí sí creo que no se llega al nivel exhibido por Alan Rickman en la primera entrega, pero también que es el mejor villano de cualquiera de las secuelas de la saga con mucha diferencia. Está claro que la conexión personal es básica para darle una mayor entidad, pero antes de eso ya era un personaje que había captado nuestro interés a través únicamente de su voz, donde se pasaba de lo juguetón a lo amenazante con una tremenda facilidad.
De hecho, el encanto de su maldad ya no es lo mismo cuando pasa a aparecer físicamente, pero sigue cumpliendo holgadamente hasta la llegada del inevitable enfrentamiento final, uno de los puntos que alejan a esta tercera entrega de la primera, ya que vista hoy resulta muy evidente el punto en el que empiezan a surgir los problemas de ‘Jungla de Cristal: La Venganza’.
Un tramo final inferior al resto
Como es lógico, McClane termina por atar cabos sobre el verdadero plan de Simon y abandonar Manhattan no le sienta especialmente bien a la película. Por un lado, la acción pasa a ser más grandilocuente y excesiva, potenciando más el uso de los efectos visuales para que el protagonista sea capaz de hacer auténticas locuras. Vale que ya había demostrado tener nulo respeto por su propio bienestar, pero su naturaleza de héroe “corriente” se diluye en beneficio del más difícil todavía.
Es cierto que no desemboca en que la película pase de ser un genial pasatiempo a una pérdida de tiempo, pues siguen estando ahí Willis, Jackson e Irons con McTiernan tras las cámaras. Lo que sí sucede es que desde el guion todo está perfilado peor y ese alocado equilibrio anterior se queda en simplemente alocado. Da la sensación de que simplemente no sabían muy bien cómo cerrar la historia, de ahí que haya un final alternativo rodado -genial de forma aislada pero que no encajaba realmente- y otro que se descartó antes de poder grabarlo.
Por ello, el último acto es lo menos estimulante de la función, siendo más un paso necesario para cerrar la historia que esa última dosis de adrenalina y diversión para despedirse por todo lo alto. Es también eso lo que no resiste comparación alguna con el memorable final de la primera entrega -cuidado con el spoiler- con Hans Gruber cayendo al vacío. Una lástima.
En resumidas cuentas
‘Jungla de Cristal: La venganza’ es una secuela que se pasa volando pese a que desfallece en su tramo final. Y es que antes era un correcalles tan entretenido con uno de los directores que mejor sabe rodar acción tras las cámaras y un trío protagonista maravilloso. Al final no creo que se pueda decir que se tan buena o mejor que la primera -aunque la cosa cambia si hablamos solamente de sus primeros 70-75 minutos-, pero sigue siendo un grandísimo entretenimiento.
Puedes ver ‘Jungla de Cristal: La Venganza’ en Movistar y también en Sky.