‘Vigilante’: la inquietante historia real detrás del último fenómeno de Ryan Murphy para Netflix

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No hay duda de que la estrategia de Netflix con la promoción súbita de las series de Ryan Murphy está funcionando y ‘Vigilante‘ (The Watcher) es el nuevo ejemplo de fenómeno de la plataforma tras, precisamente, ‘Dahmer – Monstruo‘.

Algo con lo que no solo comparte tanto creadores como plataforma, sino también el hecho de que la ficción protagonizada por Bobby Cannavale y Naomi Watts está basada en hechos reales. Pero, exactamente ¿qué pasó en el 657 Boulevard de Westfield?, ¿qué hay de verdad en la serie?

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La respuesta es menos de lo que nos gustaría, ya que Ryan Murphy e Ian Brennan han aplicado capas y capas de inventiva (y un rollo temporada 1 de ‘American Horror Story‘) a una historia ya de por sí inquietante: la recepción por parte de una familia de siniestras cartas firmadas por alguien con el pseudónimo de Vigilante.

Correspondencia siniestra

Al igual que la serie, la historia comienza con una familia comprando la casa de sus sueños: una imponente vivienda sita en el 657 del Boulevard de Westfield, Nueva Jersey. Una oportunidad de oro para una familia neoyorquina de criar a sus (tres en vez de dos) hijos. Estos son los Broaddus (Braddock en la serie).

Tras pagar la casa y antes de entrar a vivir, Derek y Maria recibieron una misteriosa carta anónima:

«[La casa] ha sido asunto de mi familia desde hace décadas y se acerca a su 110 aniversario, he sido puesto a cargo de vigilar y esperar su segunda venida. Mi abuelo vigiló la casa en los 1920s y mi padre en los 1960s. Es mi turno ahora. (…) ¿Sabéis qué hay entre las paredes de Boulevard 657?, ¿por qué estáis aquí?. Lo averiguaré.»

El acechador anónimo tenía por un lado curiosidad por conocer qué sabían los Broaddus de esa casa como se mostraba amenazante con los niños («una vez que sepa sus nombres los llamaré y atraeré también [sic] hacia mí») y preocupado por las renovaciones en cartas posteriores. Además, retaba a la familia a averiguar quién podría ser de sus vecinos.

Los Broaddus jamás se mudaron

Watcher 101 Unit 03336rc

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Quizás la diferencia más fundamental con la serie es que la familia no llegó a mudarse jamás. Y, de hecho, con la segunda carta que recibieron, donde empezó a usar la expresión «sangre joven» preguntando si jugaban en el sótano, decidieron no llevar más a sus hijos ahí:

«¿Están demasiado asustados de bajar ahí solos? Yo lo estaría si fuera ellos. Está lejos del resto de la casa. Si estuvieses en el piso de arriba nunca les escucharías gritar.»

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La policía no pudo hacer nada. Avisados por la familia, hicieron una revisión de la casa y no encontraron nada entre las paredes (ni siquiera túneles). Después de esa segunda carta, cada vez iban menos a esa casa, algo que no pasó desapercibido para el vigilante («Boulevard 657 os echa de menos»).

Seis meses después de la compra, los Broaddus tomaron la decisión de vender la casa. Mal asunto cuando el tema de las cartas amenazantes se iba sabiendo. Además, decidieron demandar a los anteriores dueños, por no avisar de que ellos habían recibido las mismas cartas cuando ellos vivían en la casa.

Watcher 101 Unit 00390rc

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En 2016 pudieron alquilar la casa, momento en el que recibieron la cuarta y agresiva carta del vigilante en donde este hasta a «elucubrar» la muerte de la familia:

«¿Habéis averiguado quién es El Vigilante? Mirad alrededor, idiotas. Quizás me hayáis hablado, uno de vuestros presuntos vecinos que no tienen ni idea de quién puede ser El Vigilante. O quizás lo sabéis y estáis demasiado asustados para contarlo a nadie. Bien hecho. (…)

Puede que un accidente de coche. Puede que un incendio. Puede que algo tan simple como una leve enfermedad que nunca parece irse pero te hace sentir enfermo [sic] día tras día tras día tras día tras día.»

La carta terminaba con un canto de victoria viendo que «La casa les había despreciado». Nunca se supo quién era este vigilante anónimo y, de hecho, hasta los propios vecinos sospechaban que debían ser ellos mismos como una estrategia para no quedarse con la casa (por no poder pagarla) y no perder dinero.

Incluso la policía llegó a pedir muestra de ADN a Maria Broaddus, ya que uno de los sobres contenía un pelo femenino. Si bien la investigación está inactiva, todavía no se ha cerrado, con un perfil que corresponde a una vecina de edad algo avanzada.