Trump usó su política hacia la región como «un arma para su campaña electoral»

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Silvina Romano, analista internacional.

Silvina Romano, analista internacional.

A meses de concluir el mandato de Donald Trump, Silvina Romano, miembro del Consejo Ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) y compiladora del libro «Trumperialismo: La guerra permanente contra América Latina», opinó en una entrevista con Télam que el mandatario utilizó su política hacia la región como «un arma para su campaña electoral».

-Télam: ¿Hubo un cambio importante en la relación de Estados Unidos con América Latina con el Gobierno de Trump o fue más bien una continuidad?

-Silvina Romano: Hay un poco de las dos cosas porque en realidad la política exterior estadounidense mantiene ciertas premisas y ciertos rasgos en términos de mediano plazo. En el caso de Trump lo que sucedió es que se exacerbaron algunas medidas que ya se habían tomado con el Gobierno de (Barack) Obama. El caso más contundente es el de las sanciones económicas no solamente contra Venezuela, sino como estrategia de política exterior global, lo que es curioso porque es una estrategia de poder blando que suele caracterizar más a los gobiernos demócratas que a los republicanos.

-T: Justamente ese uso de una herramienta que tradicionalmente se asocia más al poder blando para muchos fue una indicación de que el Gobierno de Trump terminó siendo menos intervencionista, en el sentido militar, incluso en América Latina.

-SM: Sí, pero los demócratas también se caracterizaron en su momento por una doble moral. Tuvieron una política exterior basada en el desarrollo, la democracia y la defensa, las 3 D: hago lobby diplomático, voy a las reuniones, respeto todos los guiones internacionales pero a la hora de la hora, como dicen los mexicanos, te clavo el cuchillo por la espalda. ¿Eso qué significa? El golpe en Honduras o la presión económica al Gobierno kirchnerista. Pero sobre todo el Gobierno de Obama no fue tan lineal porque, por un lado estuvo vinculado a desestabilizaciones de Gobiernos como Honduras, Paraguay y Brasil, y, por otro lado, hubo un acercamiento real con Cuba y una desescalada que en términos históricos significó un cambio.

-T: Pero el Gobierno de Trump lo revirtió…

-SM: Con Trump se exacerbó totalmente porque él está muy vinculado al lobby anticastrista de Miami y personas como el que es ahora presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (Mauricio Claver-Carone). Pero en términos de proceso histórico, la política estadounidense hacia América Latina suele mantener ciertas continuidades y hay Gobiernos que exacerban más las medidas de intervención que otros y también es cierto que, en algunos casos, se hace más evidente. Lo que hizo Trump con la política exterior, sobre todo hacia América Latina, fue usarla como arma para su campaña electoral. Se posicionó en contra del comunismo, de los migrantes, pero luego no actuó de manera tan ‘demoníaca´. En realidad es un showman porque al final con México terminó negociando y aceptando que lo necesita porque comparten la principal frontera con Estados Unidos.

-T: ¿Cuál sería un ejemplo de continuidad?

-SM: La presencia militar de Estados Unidos en América Latina. Creo que hay que ponerla en el contexto de la disputa económica que hay con China y política con Rusia. Está claro que Estados Unidos sigue siendo el principal proveedor de armas y de cursos de entrenamiento y eso implica un acceso privilegiado no solamente a territorio y bases militares. Es una cooperación muy amplia: bases militares, uso de entrenamientos, cooperación tecnológica, cooperación en ciberseguridad, cursos de entrenamiento que incluye al FBI, la DEA y los aparatos judiciales, por ejemplo, en todo lo que es la lucha contra el narcotráfico, lavado de activos y corrupción.