Si tienes una edad, seguro que recuerdas esos momentos de ir al videoclub y rebuscar entre las películas del fondo de la sección de terror con la intención de descubrir una joya oculta repleta de hemoglobina a raudales, asesinatos de personas jóvenes y con el mínimo de sentido posible. Con los años, el slasher ha variado, volviéndose menos sádico y más racional, y ahora es más difícil encontrarse con estas películas de saja-raja sin escrúpulos de presupuesto ínfimo y sin mayor intención que hacer enfermar al público poco acostumbrado a un baño de sangre. Y entonces, llegó ‘Terrifier’.
A matar, que son dos días
Hay que apreciar la honestidad de ‘Terrifier’, una película que jamás pretende ser otra cosa que lo que es: la narración de la matanza de un psicópata disfrazado de payaso que no tiene realmente ningún interés en sus personajes principales y solo busca la sorpresa y el shock en el espectador. Puede no gustarnos su propuesta, pero al menos no miente en ningún momento ni duda respecto a sus intenciones.
Dicho y hecho: ante nuestros ojos se desvelarán decenas de cráneos reventados, sangre a borbotones, tripas, angustia y horror que, realmente, al final acaban siendo simple rutina. Lo que de primeras se siente como un novedoso y fresco festival del gore más escatológico que no repara en la corrección ni en los remilgos de un público más acostumbrado al mal llamado «terror elevado», al final termina siendo más parecido a una lista de elementos por tachar, desde desmembramientos hasta personas partidas por la mitad. La rutina del terror.
Pero hay algo en ‘Terrifier’ que la hace destacar. En un tiempo de homenajes al slasher, de fingir mediante modificaciones en la imagen que estamos ante VHS perdidos de los años 80 o de imitaciones con mayor o menor acierto, la película de Damien Leone tiene genuinamente ese look repleto de grano, efectos visuales grotescos y cinta maldita encontrada en el fondo de un cajón. Y lo más importante: lo hace sin esfuerzo ni intenciones de homenajear de forma descarada, como si formara parte de su ADN. La suciedad de ‘Terrifier’ es la única manera de que esta película llegue a buen puerto.
La secuela se cuela
Obviamente, si estoy hablando de ‘Terrifier’ es porque ‘Terrifier 2’ existe, y su bombazo en Estados Unidos fue una de las cosas más extrañas de 2022, sobre todo teniendo en cuenta que, aunque luce mejor que su precuela, no deja de ser más de lo mismo durante (mucho) más tiempo. De alguna manera, el payaso Art se ha convertido en un icono de la noche a la mañana como hace tiempo que el cine, acostumbrado a psicópatas clásicos como Caracuero o Ghostface, no veía.
Art habla a nuestros miedos más profundos: que nuestra muerte sirva como regocijo para quien nos está matando. En este caso, como si del hermano macabro de Pennywise se tratara, el payaso representa la comedia del sadismo en unos números de mimo que solo él disfruta, cambiando los globos y las tartas por situaciones grotescamente sangrientas, que tristemente van perdiendo efectividad a medida que pasa el metraje.
Eso no quita para que sea ya una de las caras más importantes del panteón del cine slasher. Su descarada actitud ante el asesinato en masa, su cara desgastada y su personalidad inexistente le hacen aún más terrorífico de lo que debería ser: no precisa de un pasado o un contexto para ser una máquina de matar. Simplemente, como si se tratara de un demonio, disfruta asesinando y lo convierte en su estilo de vida. Y no hay nada más terrorífico que la maldad cuando no tiene un motivo.
Y pese a todo, no funciona
Pese al carisma de Art y lo original de (algunos) asesinatos, ‘Terrifier’ no es una buena película ni dejará marca en el slasher, al contrario que su secuela. Y es que en su propio pecado está su penitencia: al crear personajes intercambiables un tanto desagradables perseguidos por un asesino sin personalidad, pasado ni motivación la cinta pierde fuelle muy rápido. El espectador no tiene razones para querer la muerte de unos o la supervivencia de otros, y el mito del asesino misterioso sin pasado se pierde después de los tres primeros asesinatos.
Los efectos especiales son, dentro del bajo presupuesto, increíbles: un trabajo de maquillaje clásico exquisito que hará las delicias de los aficionados al cine gore más extremo, pero ni siquiera ahí innova lo suficiente como para acabar fascinado por sus planos repletos de salvajadas casi sin límite. Sí, hay un par de set pieces brutales, tan asquerosas como divertidas, pero no merece la pena el resto de los lugares comunes en los que no para de caer de manera continua.
Si quieres prepararte antes de ‘Terrifier 2’ puedes ver la primera en Amazon Prime Video y Filmin, pero lo más probable es que tanto esta como ‘La víspera de Halloween’ pasen a la historia como simples curiosidades a pie de página. Nadie le pide calidad fílmica excelsa a un slasher (lo que no significa que no puedan darlo), pero sí algo más de variedad, unos personajes que estén algo más que abocetados y un asesino que vaya más allá de las muecas y el esperpento. ‘Terrifier’, simplemente, acaba dando más pereza que miedo.