Hace
unos
días
hablaba
con
una
colega
que
estudió
derecho
que
tiene
25
años
y
que
lo
está
pasando
mal
en
su
trabajo.
Básicamente
en
la
entrevista
de
reclutamiento
le
mostraron
unas
oportunidades
laborales
excelentes
en
la
empresa,
pero
en
la
práctica
el
pago
siempre
acaba
siendo
menos
del
prometido
por
diferentes
cláusulas
(tiene
un
sueldo
fijo
más
comisiones).
Y
además,
el
ambiente
laboral
es
muy
tenso,
a
causa
de
la
relación
del
jefe
con
el
equipo.
Yo
le
decía
que
ahora
que
ahora
que
aún
tiene
pocos
gastos
obligatorios
de
esos
que
la
vida
te
va
imponiendo,
aprovechase
para
darse
un
poco
de
tiempo
para
hacer
algo
diferente.
Ya
hemos
visto
que
uno
de
los
principales
dramas
que
está
viviendo
la
Generación
Z,
a
pesar
de
tener
acceso
en
España
a
más
contratos
estables
gracias
a
los
cambios
que
la
Ministra
de
Trabajo
ha
hecho
en
los
últimos
años
y
a
las
constantes
subidas
del
salario
mínimo,
es
que
emanciparse
es
más
caro
que
nunca
por
la
subida
de
los
precios
de
alquileres
o
compra
de
propiedades.
Mucho
más,
en
las
grandes
ciudades.
Otro
problema
es
acabar
en
trabajos
para
los
que
uno
está
sobrecualificado.
Aquí
voy
a
compartir
unos
consejos
de
decisiones
que
a
mí
me
han
servido
en
la
vida
y
que
me
hubiera
encantado
recibir
cuando
era
más
joven
(de
aquella
mayormente
recibí
muchas
alertas
de
personas
mayores
que
yo
por
las
decisiones
que
fui
tomando
y
esas
alertas
siempre
venían
de
gente
que
nunca
había
hecho
lo
que
yo
aspiraba
a
hacer).
De
hecho,
yo
estoy
contenta
con
muchas
de
mis
decisiones
de
mi
juventud
y
por
eso
quiero
compartirlas
aquí,
y
es
que
cuando
era
joven
lo
que
recibí
de
personas
de
generaciones
mayores
fueron
a
menudo
críticas
o
preocupaciones
(hasta
que
vieron
que
yo
estaba
muy
feliz
y
la
vida
fluía
estupendamente,
y
ahí
llegaron
los
elogios).
Que
vaya
por
delante
que
aquí
no
viene
un
artículo
romantizando
la
precariedad,
ni
diciendo
que
ahorres
haciendo ‘nesting’, ‘coliving’, ‘Staycation’, ‘Freeganism’
ni ‘daycation’
(podéis
buscar
estos
anglicismos
para
entendernos
mejor),
aunque
sí
que
tengo
más
que
comprobado
que «compartir
es
vivir»
y
es
una
forma
muy
útil
de
escapar
un
poquito
de
las
obligaciones
económicas
que
muchas
veces
nos
ahogan.
Piensa
que
vas
a
tener
que
trabajar
hasta
los
casi
70
años
El
mundo
no
se
acaba
a
los
30,
ni
a
los
40
años
ni
a
los
50…
y
puedes
añadir
muchas
más
décadas.
Recuerdo
cómo
nos
presionaban
con
la
importancia
de
tener
una
sólida
experiencia
laboral
recién
graduados
para
luego
poder
triunfar
con
el
tiempo.
Creo
que
los
millenials
ya
sabemos
que
eso
no
es
necesariamente
así
y
la
Generación
Z
se
ha
dado
cuenta
de
ello
ya
desde
que
ha
empezado
al
mercado
laboral
y
de
ahí
llegan
muchas
de
sus
criticadas
protestas
y
quejas
hacia
el
sistema.
Pero,
por
si
acaso
se
te
olvida,
te
recuerdo
que
el
mundo
no
se
acaba
a
los
30
pero
sí
que
un
poco
a
los
39
o
40
en
países
como
España
(millenials,
no
me
matéis
que
aquí
digo
por
qué
afirmo
algo
así).
Si
la
ley
no
cambia,
por
ahora,
la
cotización
que
más
cuenta
son
los
últimos
25
años
para
tener
una
pensión
decente
en
la
jubilación
(hay
un
ligero
cambio
desde
2023
y
estamos
a
la
espera
de
que
puedan
llegar
otros
cambios
con
otros
gobiernos
futuros,
pero
sí
que
tradicionalmente,
se
han
priorizado
los
últimos
años
y
no
los
primeros,
de
cara
a
la
cotización
y
la
jubilación).
Es
decir,
que
nadie
entre
en
pánico,
a
los
40
y
demás
años
que
lleguen,
la
vida
puede
también
ser
muy
divertida
y
plena
(o
no,
y
tampoco
pasa
nada),
solo
que
las
obligaciones
que
el
sistema
trae
impuestas
aumentan,
simple
y
llanamente.
Yo
a
los
32
dejé
mi
trabajo,
tenía
unos
ahorros,
unos
pocos,
y
me
fui
de
voluntaria
a
una
causa
que
me
removía
mucho.
Lo
hice
sin
pensar
y
me
fui
casi
un
año
y
me
quedé
con
esa
causa
clavada
mucho
más
tiempo.
Estaba
harta
de
mi
empresa
y
sus
abusos,
mientras
que
necesitaban
activistas
y
manos
en
el
lugar
al
que
yo
quería
ir.
Tomar
esa
decisión
tras
los
40
siento
que
sería
algo
más
complicada
porque
sería
perder
años
de
cotización,
claves
para
mi
futuro.
Y
porque
con
los
años
pueden
llegar
más
responsabilidades
(familia,
hijos
e
hijas,
hipotecas,
cuidado
de
nuestros
padres
que
también
se
hacen
mayores
junto
a
nosotros…).
Si
estás
libre
de
cargas
familiares,
si
tienes
la
suerte
de
que
tu
familia
tenga
trabajo
y
vaya
subsistiendo
por
sí
sola,
si
tu
familia
está
saludable
y
no
necesita
de
tus
cuidados,
piensa
en
ti
y
piensa
que
no
necesitas
matarte
a
trabajar
desde
muy
joven
porque
vas
a
tener
decenas
de
años
más
para
hacerlo.
Y,
aunque
es
importante
tener
cierta
experiencia
laboral,
ya
sabemos
que
eso
no
nos
lleva
a
la
cima
profesional,
por
lo
que
no
te
estreses
por
no
tener
un
súper
trabajazo
a
los
25.
Céntrate
más
en
poder
tener
dinero
para
vivir
el
día
a
día
y
sobre
todo
en
disfrutar
y
en
aprender
y
en
estar
con
la
gente
a
la
que
quieres.
Busca
lugares
baratos
para
vivir
Las
ciudades
abarcan
la
mayor
parte
de
trabajos
y
de
oportunidades,
y
también
alternativas
de
ocio,
pero
al
mismo
tiempo
son
tan
caras
que
ahogan
a
sus
habitantes
y
mucho
del
ocio
ni
puede
disfrutarse.
En
la
mayoría
de
países
la
economía
se
ha
centralizado
mucho
en
pocas
ciudades
y
eso
es
un
problemón.
Personalmente,
pocas
decisiones
he
tomado
en
mi
vida
que
considere
más
acertadas
que
irme
de
Madrid
tras
acabar
la
universidad.
Me
ofrecieron
trabajo
de
oficina
allí,
donde
hice
mis
prácticas,
y
lo
rechacé.
Mucha,
mucha
gente
no
me
entendía,
pero
¿y
qué?.
Para
mí
no
había
duda,
quería
estar
con
mi
familia
una
temporada
tras
años
estudiando
en
Madrid
y
luego
quería
vivir
fuera
de
España
y
aprender
idiomas.
No
sabía
cómo,
pero
ya
lo
aprendería.
Al
final
logré
que
esa
empresa
contara
conmigo
para
colaboraciones
como
freelance,
en
forma
de
teletrabajo.
Obviamente,
las
condiciones
laborales
y
el
salario
eran
mucho
peores,
pero
no
tenía
que
estar
pagando
una
renta
en
un
piso
viejo
de
Madrid
gastándome
la
mitad
del
ingreso
o
más
(con
las
cifras
de
ahora,
casi
todo,
como
vemos)
en
una
habitación.
Además,
para
mí
es
importante
que
recuperemos
y
dinamicemos
espacios
más
allá
de
las
ciudades.
Como
mujer
de
una
provincia
pequeña
me
maravillo
viendo
gente
recuperando
pueblos
que
estaban
medio
olvidados
y
la
de
opciones
culturales
que
han
ido
surgiendo
gracias
a
ello
y,
sobre
todo
gracias
a
la
movilización
de
las
personas.
La
centralización
de
los
países
en
unas
muy
pocas
ciudades
llevan
a
que
estemos
dejando
dinero
de
nuestras
familias
en
estudiar
en
unos
pocos
sitios
y
luego
el
talento
de
la
juventud
se
quede
todo
allí
concentrado,
y
eso
es
incluso
injusto
para
el
desarrollo
de
un
país
en
su
conjunto
y
de
muchas
de
nuestras
regiones.
Por
qué
no
buscar
alternativas.
El
trabajo
dignifica,
o
no.
Y
no
pasa
nada
El
otro
día
hablando
con
una
amiga
de
mi
hermana,
la
cual
está
pasando
por
un
problema
laboral,
yo
le
recordaba
que
el
trabajo
no
dignifica,
sino
que
lo
que
nos
define
como
personas
son
muchas
más
cosas
que
somos
y
lo
que
hacemos
en
nuestro
tiempo
de
ocio,
por
mucho
que
nos
digan
que
es
esencial
el
éxito
profesional.
Tengo
que
confesar
que
todavía
yo
no
tengo
interiorizado
del
todo
esto
que
ando
predicando
y
demasiadas
veces
me
dejo
explotar
en
el
trabajo,
echo
horas
de
más,
aspiro
a
que
mejoren
las
cosas
y
pienso
demasiado
en
hacerlo
todo
muy
bien,
aunque
el
salario
es
lo
que
es.
Mi
colega
me
decía
que
ella,
como
yo,
y
como
muchas
de
nosotras,
fue
educada
en
la
máxima
importancia
de
trabajar
y
sacrificarse
por
el
trabajo.
Tiene
25
años,
Generación
Z,
para
recordarles
a
los
haters
de
la
juventud
que
no
es
cierto
que
la
generación
nueva
sea
vaga
o ‘de
cristal’.
Solo
está
harta
de
los
abusos.
Pero,
pensando
en
frío
y
con
todo
lo
que
ya
sabemos,
las
empresas
no
siempre
suelen
remunerar
a
los
empelados
de
acuerdo
a
su
esfuerzo
y
capacidades,
sino
que
priorizan
los
altos
ingresos
para
alimentar
bien
a
sus
inversores
o
mantener
los
privilegios
de
los
jefes
(la
Generación
Z
habla
mucho
de
este
tema
porque,
supongo,
ya
aprendieron
de
lo
que
hemos
ido
viviendo
los
millenials
a
quienes
siempre
nos
dijeron
que
si
trabajábamos
duro
llegaríamos
alto
y
luego
hemos
visto
que
eso
no
es
real
en
la
mayoría
de
casos).
Lo
satisfactorio
y
lo
que
nos
define
es
tener
relaciones
de
calidad
con
nuestras
amistades
y
con
nuestra
familia.
Es
disfrutar
del
ocio.
Tener
salud
y
hacer
cosas
que
nos
ayuden
a
mantenerla
y
a
sentirnos
bien.
El
trabajo
es
trabajo.
Hay
que
dedicar
las
horas
necesarias
para
recibir
un
dinero
que
nos
permita
vivir
y
luego
aprovechar
el
ocio.
Y
tener
eso
siempre
presente
(trabajando
en
aplicármelo).
Relacionado
con
esto,
los
primeros
años
en
la
vida
laboral
me
parecen
geniales
para
experimentar
otros
trabajos
más
allá
de
lo
que
hayas
estudiado,
siempre
y
cuando
no
te
veas
explotada
o
explotado,
claro;
años
para
hacer
ciertas
tareas
que
solo
te
ofrecen
proyectos
temporales
y
te
dejan
otros
días
libres.
Por
ejemplo,
mi
hermana,
que
es
Gen
Z,
estuvo
unos
meses
en
una
empresa
donde
hacía
proyectos
de
unos
días,
aunque
de
forma
constante,
siempre
contratada
y
además
relacionado
con
su
sector.
Ella
se
estresaba
por
no
tener
el
trabajo
estable
para
el
que
está
bien
preparada,
pero
yo
lo
veía
genial
desde
mis
16
años
de
edad
más
que
ella
y
con
todo
lo
que
sé:
le
daba
un
salario
para
vivir
al
mes
y
tener
tiempo
libre
para
aprender.
Yo
solo
le
decía
que
disfrutara
de
los
días
de
ocio
y
dejara
de
estresarse
con
la
idea
de
contrato
fijo.
Ya
llegará.
Aprovecha
las
oportunidades
creadas
para
la
juventud
Hay
muchos
programas
sociales
y
educativos
creados
que
normalmente
se
esfuman
cuando
una
persona
cumple
los
30
años.
Y,
de
verdad,
repito
una
vez
más,
dejarte
la
vida
en
una
empresa
a
tus
20
y
pico
ya
no
suele
asegurarte
un
gran
y
prometedor
y
estable
futuro.
Aprovecha
los
programas
que
existen
para
menores
de
30
años.
Los
hay
que
te
permiten
vivir
fuera
de
tu
país,
dedicarte
a
proyectos
incluso
relacionados
con
tu
pasión.
Incluso
hay
descuentos
que
a
los
30
desaparecen
(injusto,
pero
la
vida
misma).
La
Unión
Europea
tiene
muchos
programas
destinados
a
la
juventud
de
cara
a
la
integración
del
continente,
que
puedas
irte
a
otro
país
de
Europa
a
trabajar
en
un
proyecto
social,
aprender
el
idioma
de
ese
país,
conocer
personas
de
otros
lugares.
Las
becas
estudiantiles
que
ofrecen
las
universidades
o
diversas
instituciones
en
muchos
lugares
del
mundo;
becas
y
proyectos
de
corto
plazo
relacionados
para
desarrollar
alguna
actividad
puntual;
organizaciones
independientes
que
dan
subvenciones
para
desarrollo
de
proyectos…
es
el
momento.
No
solo
porque
muchas
veces
van
destinadas
a
la
juventud,
sino
porque
cuando
llegue
un
momento
que
tengas
un
trabajo
fijo
y
ciertas
responsabilidades
económicas
obligatorias,
igual
no
es
tan
sencillo
dejarlo
por
un
proyecto
remunerado
en
otro
país
que
es
de
tan
solo
3
o
6
meses.
Hace
unos
años
logré
una
beca
de
una
institución
independiente
que
promueve
el
periodismo
independiente
de
Bélgica.
No
es
para
menores
de
30,
de
hecho
la
hice
a
mis
34
o
35.
Eran
cuatro
meses
viajando
e
investigando
y
luego
solo
me
obligaban
a
dejar
un
reportaje
publicado.
Fue
durísimo,
por
el
tema
que
escogí,
básicamente,
y
las
injusticias
que
la
gente
estaba
viviendo,
pero
fue
de
gran
aprendizaje
y
una
experiencia
muy
positiva
periodísticamente
hablando.
Ahora
mismo,
sería
más
difícil
dejar
mi
trabajo
solo
para
hacer
un
proyecto
de
cuatro
meses.
Tengo
una
hipoteca
que
pagar
y
esa
responsabilidad
económica,
pesa.
Compartir
es
vivir,
y
da
alegría
Prometí
en
el
comienzo
no
romantizar
la
precariedad
y
con
ello,
el
coliving,
que
es
un
anglicismo
usado
para
hablar
de
compartir
piso
aunque
sea
eternamente
porque
no
puedes
pagarte
un
apartamento
para
ti.
Aun
así,
yo
vengo
de
una
familia
grande,
me
tocó
vivir
en
casa
de
mi
abuela
en
un
pueblito
en
la
montaña,
siendo
muy
pequeña
porque
mis
padres
trabajaban
ambos
(explotados,
además,
pero
hacía
falta
el
dinero)
y
no
había
un
sitio
creado
en
mi
pueblo
para
la ‘conciliación
laboral’.
En
casa
de
mi
abuela
vivía
con
mis
tías
jóvenes
y
mis
primas
y
primos
que
siempre
andaban
por
allí.
Con
esto
quiero
contar
que
no
veo
mal
vivir
con
gente.
Siempre
y
cuando
sea
una
cosa
escogida,
gente
con
la
que
la
convivencia
es
respetuosa
y
que
no
sea
todo
una
fuente
de
frustración.
Esto
ya
es
algo
personal
y
no
un
hecho
constatado,
pero
creo
que
nos
han
vendido
que
éxito
va
de
la
mano
de
individualismo
y
convivencia
cada
uno
en
su
espacio,
por
encima
de
lo
que
podemos
permitirnos.
No
lo
digo
por
quienes
aman
vivir
solos.
Y
también
sé
que
muchas
veces
a
fuente
de
frustración
es
que
a
la
gente
le
toca
compartir
un
piso
viejo
y
enano
por
unos
costos
demenciales
y
eso
cabrea.
Lo
viví.
Sobre
todo
en
Madrid,
hace
ya
muchos
años,
cuando
estudié
allí
y
comenzaron
los
madrileños
a
ver
negocio
de
quienes
estábamos
obligadas
a
estudiar
y,
por
tanto,
vivir
en
esa
ciudad
porque
teníamos
un
sueño
profesional,
estábamos
dispuestas
a
compartir
con
nuestros
amigos,
y
tenían
pisos
viejos
allí
parados
y
aprovecharon
a
sacar
dinero.
Pero
conozco
a
muchas
personas
que
ven
un
fracaso
tener
que
convivir
con
amistades
llegada
a
cierta
edad.
Aunque
estén
bien
en
su
casa,
quieran
a
sus
compañeros,
lo
ven
como
un
fracaso
de
cara
a
las
expectativas
sociales
o
a
sus
planes
de
cuando
eran
más
jóvenes.
Yo
soy
fan
de
compartir
piso.
Llevo
haciéndolo
desde
los
18
años
y
con
muchísima
gente
y
muy,
muy,
contadas
son
las
malas
experiencias
que
he
tenido.
Desde
hace
dos
años,
que
vivo
en
una
casa
en
una
aldea
ya
convivo
solo
a
ratos
(primera
vez
en
mi
vida)
y
es
cuando
estoy
viviendo
fuera
de
mi
pueblo
por
temporadas
y
lo
hago
compartiendo
piso.
De
todos
modos
en
mi
casa
casi
siempre
hay
gente,
por
lo
que
poco
vivo
realmente
sola.
Compartir
es
vivir
y
es
que
mis
amistades
saben
que
pueden
venir
a
mi
casa
cuando
quieren
y
necesitan
por
el
motivo
que
sea,
aunque
sea
por
desconectar
del
mundo
unos
días.
Y
yo
sé
que
tengo
sus
casas
cuando
yo
también
lo
necesito.
Obviamente
siempre
con
respeto
y
cariño.
Pero,
en
resumen,
que
no
veo
algo
malo
compartir
piso
y
día
a
día
con
amistades
y
gente
y
no
han
de
ser
tu
pareja
y
familia.
O
incluso
en
pareja,
también
me
parece
positivo
compartir
con
más
personas
el
espacio.
Ahora
veo
en
redes
sociales
que
se
habla
mucho
de
idealizar
eso
de
vivir
con
las
amistades
en
los
años
de
jubilación,
buscando
una
casa
grande
para
compartir
en
comuna;
y
luego
veo
quejas
y
agotamiento
de
estar
conviviendo
con
amistades
en
la
juventud
o
ya
pasada
cierta
edad
en
la
que
supuestamente
la
gente
debería
tener
el
poder
económico
para
vivir
sola.
Y
creo
que,
a
no
ser
que
ames
realmente
mucho
la
soledad,
apuestes
por
convivir
con
gente
bonita
y
así
gastas
menos.
Incluso,
si
te
llevas
bien
con
tu
familia,
con
tus
padres,
si
podéis
estar
en
un
consenso
de
paz
(con
lo
difícil
que
es
que
no
nos
digan
lo
que
tenemos
que
hacer
cuando
lo
sabemos
mejor
que
ellos),
tampoco
es
un
fracaso
vivir
en
la
casa
de
los
padres
si
lo
necesitas.
Por
compartir
gastos,
por
ahorro
si
tus
padres
pueden
pagar
los
gastos
de
la
casa
sin
tu
apoyo,
por
un
momento
de
cambio
entre
un
proyecto
y
otro….
Tengo
amistades
que
se
han
sentido
fracasadas
por
volver
a
casa
de
cara
a
la
sociedad.
Yo,
mientras
no
haya
graves
problemas,
lo
veo
natural.
El
consumo
colaborativo
Aunque
ya
hemos
analizado
en
Genbeta
que
el
dinero
ha
ganado
el
pulso
al
consumo
colaborativo,
que
estaba
tan
de
moda
en
los
2010
(sí
en
mi
época
de
recién
graduada
y
entrando
en
mi
época
profesional),
pero
no
pasa
nada:
queda
algo,
quedan
muchas
plataformas,
de
hecho.
El
consumo
colaborativo
también
se
basa
mucho
en
el ‘compartir
es
vivir’
que
a
mí
me
gusta,
pero
en
este
caso
suele
ser
en
momentos
más
concretos.
O
para
viajes
(aunque
no
siempre).
Si
ganar
dinero
y
cubrir
los
gastos
del
día
es
el
centro
de
gran
parte
del
malestar,
vamos
a
ver
cómo
atajarlo
y,
personalmente,
siento
que
eso
es
más
fácil
en
la
juventud.
Por
todo
lo
explicado
anteriormente,
básicamente.
Puedes
teletrabajar
o
trabajar
en
algo
temporal
para
ahorrar
y
luego
irte
una
temporada
a
no
sé
dónde
a
cuidar
gatos
o
perros
de
alguien
a
cambio
de
casa
(hay
casas
muy
bonitas);
o
irte
a
algún
sitio
(vale
tu
propia
provincia,
incluso);
o
ayudar
con
alguna
tarea
y
que
te
den
alojamiento
y
comida
a
cambio
con
plataformas
como
WorkAway
y
otras:
Básicamente,
si
el
alquiler
es
muy
caro,
por
qué
no
buscar
opciones
en
las
que
poder
vivir
en
lugares,
con
más
gente,
espacios
comunales,
para
quitar
ese
enorme
gasto
que
crea
tan
gran
frustración.
Vivir
con
menos
y
no
necesitar
validación
del
resto
De
nuevo,
sin
hablarte
de
que
vivas
precario,
solo
a
mí
me
gusta
pensar
el
coste
de
las
cosas
de
acuerdo
a
las
horas
de
trabajo.
Porque
somos
clase
trabajadora
y
cada
hora
es
esfuerzo,
es
tiempo
que
quitamos
de
nuestra
familia
y
esa
remuneración
es
lo
que
gastamos
en
todo.
No
voy
aquí
a
decir
que,
por
ser
joven
(en
realidad
va
para
todo
el
mundo,
pero
si
tienes
hijas
e
hijos
todo
el
tema
se
va
complicando)
vivas
con
lo
muy
básico,
pero
sí
relativizar
en
qué
gastar.
Para
mí
cuando
era
más
joven,
yo
conocía
a
muchas
personas
para
las
que
era
esencial
tener
ciertos
productos
para
el
cuerpo,
la
cara,
la
vestimenta,
sobre
todo
que
los
demás
lo
vieran….
mucha
gente
lo
hacía
con
el
coche,
con
la
marca
del
bolso…
Incluso
tener
cierto
trabajo
y
poder
comentarlo
con
los
vecinos
o
tener
ciertas
estabilidades
eran
motivo
de
éxito.
Cada
uno
elige
su
vida
y
hay
que
priorizar.
Si
a
alguien
le
hace
realmente
feliz
comprar
cosas
de
ciera
marca,
por
encima
de
todo;
o
tener
muchos
likes
por
el
viaje
que
ha
hecho
al
lugar
de
moda;
o
que
los
demás-
familia,
vecinos,
amistades
del
cole-
estén
impresionados
por
algo,
adelante.
Pero
si
no
es
la
fuente
de
la
alegría
del
día
a
día,
yo
recomienda
buscar
cuál
es
y
aconsejo
centrarse
en
ella.
Para
mí
era
aprender
idiomas
y
culturas,
estar
tiempo
con
mi
familia
y
amigos
de
siempre
y
luego
conocer
las
amistades
que,
afortunadamente
tengo
ahora.
En
el
día
a
día
iba
vestida
casi
de
uniforme
con
las
pocas
prendas
de
ropa
que
tenía
para
vestir,
casi
todo,
aprovechado,
además
de
lo
que
mis
amigas
o
primas
ya
no
usaban
y
me
servía.
Yo
pasé
de
llevar
maletas
de
20
kilos
a
viajes
de
un
mes
(con
becas
y
proyectos
que
tuve
la
suerte
de
acceder
muy
joven
por
mis
calificaciones
y
notas
que
me
daban
acceso
a
becas)
a
viajar
9
meses
con
8
kilos
en
una
mochila
cuando
tenía
26
o
más
y
ahí
iba
ropa
para
ir
a
montañas,
frío,
calor
y
lugares
serios
de
trabajo
(porque
trabajaba
online
y
tenía
que
ir
a
eventos).
Realmente,
cuando
dejé
de
comprar
tanta
ropa
mi
vida
mejoró
(
de
joven
muy
joven,
me
encantaba
aunque
no
compraba
nada
caro
porque
no
tenía
medios
para
ello,
pero
sí
gastaba
parte
de
mi
dinero
en
ropa
porque
me
encantaba
seguir
la
moda).
Entiendo
que
por
prejuicios
de
la
sociedad,
comentarios
que
una
pueda
recibir,
inseguridades….
no
todo
el
mundo
está
cómodo
usando
cierta
ropa.
Y
ahí
lo
respeto
y
es
otro
tema.
Por
mi
parte
lo
que
sucedió
es
que
ya
no
necesito
ir
a
la
moda,
así
que
mi
vida
es
mucho
más
tranquila.
Que
tu
trabajo
y
tu
vida
te
dejen
la
conciencia
tranquila
Al
fin
y
al
cabo,
vivir
acorde
a
tus
principios
es
importante.
Si
ves
a
gente
abusar
de
otra,
¿te
sientes
bien
callando?
Si
ves
que
tú
mismo
o
misma
estás
siendo
maltratado,
no
hace
falta
estar
a
diario
en
una
amargura
absoluta.
Y,
más
aún,
si
trabajas
para
una
empresa
u
organización
que
actúa
totalmente
contra
tus
principios,
igual
puedes
o
hablarlo
o
directamente
irte.
No
merece
la
pena,
realmente,
dejar
de
lado
tus
principios.
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