Este fin de semana llega a nuestros cines la última película de Óscar Aibar, el thriller ‘El sustituto‘, un trepidante relato policiaco basado en la increíble historia de los criminales nazis afincados en la Costa Blanca a principios de los años 80. Director de culto por antonomasia, charlamos con el director a las puertas del estreno.
Cineasta de obsesiones
Kiko Vega (KV): Media docena de pelis y 30 años de carrera. ¿Es más difícil tener una idea que te guste o es más difícil venderla?
Óscar Aibar (OA): Bueno, en realidad son siete. Cuento también un telefilm que hice para Canal+ que no se estrenó en cines y se titulaba ‘Rumores‘. Es curioso porque todavía ahora me escriben de universidades para ponerlo y tiene muchos fans a nivel totalmente underground. Es una adaptación de un cuento de mi primer libro de relatos. Va de un tío que monta una empresa para difundir rumores. Es como una especie de política ficción que a mí me gusta mucho y que me gustaría que la gente la pudiera disfrutar.
Mis películas siempre son historias que me persiguen que he contado en cenas durante toda la vida. Son historias con las que he sido muy pesado. Y gracias a ser tan pesado con ellas, cuando toca venderla a un productor, la tengo tan interiorizada que creo que contagio mi pasión fácilmente. Y he tenido la suerte de poder hacer todas las que quiero. Solo hay una de esas historias que se me resiste y que me encantaría hacer antes de morir.
Aquí Aibar, a quien conozco personalmente desde hace años, me hace una confesión que me guardo y que espero poder anunciar más pronto que tarde, porque amigos, menuda historia.
KV: ¿Y cómo te sientes ahora que has sacado una nueva obsesión de tu cabeza?
OA: Que la película se llegue a estrenar, poder sacármela de encima después de tantos años con ella en la cabeza, es un milagro. Ahora mismo es muy difícil sacar adelante una película, pero con las plataformas estrenando constantemente la presión asfixiante de la taquilla que tenías antes ha cambiado un poco. Está bien que la gente sepa que existe y que la vean ahora o cuando esté en la plataforma.
KV: ¿Cuándo tuviste la idea para El sustituto?
OA: Hace algo más de diez años. Estaba comiendo en un restaurante de la playa de Denia con Pere Ponce, y me me fijé en la clásica pared llena de fotos con famosos tipo Arévalo. Mirando esa pared me llamó la atención una foto de unos tipos vestidos con uniformes de la Segunda Guerra Mundial. En color, moderna. Gente con patillas y tal. Entonces pregunto si era de un rodaje o qué hostias y el tipo del restaurante me responde que no, que son las celebraciones de los nazis de Denia. A partir de ese momento se me enciende la bombilla y empiezo a investigar. Así llego al eje más importante de la ruta Odessa, los bungalows de Denia. Una red súper organizada, con helipuerto, donde algunos de estos tipos esperaban ser enviados a otra parte. Lo que mucha gente no sabe y lo que cuento en la película es que muchos no se fueron y estuvieron aquí durante años, amparados por el franquismo.
KV: ¿Tuviste que dejar algún dato o detalle fuera por escabroso o peligroso? ¿Por ser un marrón?
OA: Millones, millones. Durante el rodaje me siguió un detective y gente que llevaba toda la vida investigando sobre el tema. Tengo toneladas de información, pruebas fotográficas que demostraban que entre esos nazis había criminales de guerra dados por muertos. De eso tengo para hacer ocho películas. Yo creo que no he dejado nada, he sido valiente. No oculto nada al espectador, si acaso algún cambio de nombre para prevenir problemas legales.
KV: Bryan Singer encontró ‘Verano de corrupción’ en un relato de Stephen King, pero lo tuyo estaba al alcance de los ojos de cualquiera, sin esconderse. Era real. ¿Por qué crees que esas cosas están ahí al alcance de todos pero no se ven?
OA: Bueno, en el caso de España lo tengo clarísimo. En la peli cuento el cumpleaños de Hitler, una fiesta primaveral que se hacía todos los años y que el actual alcalde de Denia me contó con todo lujo de detalles. Me lo contó al detalle porque él era el clarinetista de la banda que tocaba en esas fiestas. Se celebró hasta 1982, y muchos vecinos de Denia recuerdan esvásticas en los balcones de mucha primera línea de playa hasta mediados de los ochenta. En España no se ha frenado la apología del franquismo, no ha seguido el camino de Alemania. Después de la guerra hubo una reflexión nacional y se persiguió ese pasado. Aquí la transición maquilló muchas cosas, pero no hubo juicios ni se pidieron responsabilidades. Esas cosas siguen pasando.
KV: Cuéntame cómo fue el proceso de documentación.
OA: Pues una inmersión salvaje de todo lo que había escrito, entrevistas con muchísima gente de Denia, hemos tirado del hilo hasta llegar a saber quién era quién, qué crímenes cometió durante la Segunda Guerra Mundial o dónde está enterrado. Eso por parte de los alemanes. Luego decido ambientarla en los primeros 80, pero hasta que no leo una historia en la que un veterano del Mosad cuenta que participó en un par de operaciones frustradas en el levante español no empiezo con la escritura de la película. 1982 es un reflejo de toda la gente que esperaba un cambio después de la dictadura, un reflejo de esos sueños rotos.
KV: ¿Te preocupa que aún quede algo de eso ahora que llegas con la película?
OA: No podía hacer ‘El sustituto’ sin compararla con la actualidad. Sigue habiendo un auge de la extrema derecha en Europa. La peli se cierra con una cita de Oliver Guez, un autor que me gusta mucho. Escribió ‘La desaparición de Josef Mengele’, donde habla estupendamente de cómo cada dos generaciones hay una tercera que olvida lo que pasó en las anteriores para rescatar al monstruo. Por eso creo que era necesario hacer la película, aunque odio eso de que una película sea necesaria. Son necesarios el pan o el agua, pero no el cine.
KV: El diseño de producción es fantástico y la edición llama la atención. ¿Cómo fue trabajar con Teresa Font?
OA: Teresa es la mejor montadora del cine español. La tuve que convencer, quería hacer una película con ella. Es una persona que cuando ve un fotograma ve mil cosas que tú no ves. Es la voz de la experiencia y me puse en sus manos. En la ficción hay una cosa que se ha devaluado bastante, y es la voz de la experiencia. Teresa ha hecho todo el cine español y para mí ha sido una experiencia maravillosa.
KV: ¿Vas tardar diez años en volver a rodar o has cogido carrerilla?
OA: Pues no sé si viviré tanto tiempo. Ojalá esta película me ayude a rodar antes algún otro proyecto que me apetece sacar adelante. Ojalá no tarde tanto.
KV: Han pasado mas de 25 años de Atolladero y no tenemos una edición que merezca la pena. ¿La tendremos?
OA: Pues he tenido muchas y muy buenas ofertas. Hice una versión del montaje del director que duraba 9 minutos menos, pero el productor no quiso dar el ok. Es una pena, es una espina que tengo clavada. Una película que hice con 25 años y que no me llegué a sacar del todo nunca.
KV: En parte lo hiciste con tu novela, ‘Making of’, un libro que siempre recomiendo cuando me preguntan por libros sobre cine. ¿Has pensado alguna vez en que ese libro podría ser la hostia adaptándolo a cine o tele?
OA: Hay un potente director español que siempre me dice que tiene eso en la cabeza. Quizá no tendría que ser yo quien lo hiciera. Fue una experiencia muy dolorosa, no sé si volver a ese desierto sería una buena idea. Pero nunca se sabe, para mí sería muy guay verlo. Ayer mismo me contaban por alguna anécdota en un rodaje y, joder, es que a mí me disparó un F-18 dos misiles. Eso da a entender aquel rodaje perfectamente, aquel momento de locura.
KV: Me encantaría que alguien pusiera en marcha ese proyecto, y que tú fueras ahí a cerrar ese círculo.
OA: Ojalá alguien se anime, la verdad es que esa es una historia increíble.