Nueve errores que cometemos con los niños cuando queremos fomentar su autonomía

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Fomentar la autonomía en los niños les permite ser cada vez más independientes, aprender habilidades nuevas e ir definiendo, poco a poco, un criterio propio. Como padres, es normal que queramos que nuestros hijos sean cada vez más independientes, y que puedan hacer las cosas solos (o con menor ayuda).

Sin embargo, a la hora de enseñarles a ser más autónomos, hay una serie de errores que podemos cometer sin darnos cuenta, como por ejemplo no darles suficiente margen de actuación, no explicarles la función de ese aprendizaje o plantearles objetivos poco realistas. Te contamos más sobre estos errores con ejemplos y ofrecemos algunas ideas para darles la vuelta.

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Plantear objetivos inalcanzables o poco claros

Es normal que queremos que nuestro hijo progrese y por ello le planteemos retos, pero también debemos ser realistas. Si los objetivos que les planteamos son difíciles de alcanzar, es probable que se frustren y se desmotiven porque realmente no está en su mano conseguirlos.

Tampoco es adecuado que sean objetivos poco específicos; lo que queremos es que sepa qué es exactamente lo que esperamos de él o lo que le queremos enseñar. Por ello es importante establecer objetivos realistas y asumibles según su edad y capacidades.

Teniendo en cuenta esto, por ejemplo un objetivo, en lugar de ser «hacer más cosas solo», puede ser «hacer la cama solo», o en lugar de ser «ir al colegio solo» puede ser, para empezar, «hacer solo los últimos cincuenta metros del trayecto escolar» (e ir aumentando la dificultad).

Los objetivos que planteemos con nuestro hijo debe ser claros y asumibles para que pueda comprometerse con ellos con motivación.

Enséñale que es importante tener objetivos: cómo ayudar a tu hijo a lograr sus metas (y acompañarlo si no lo hace)

Formular objetivos en negativo

Los objetivos que les planteamos (o mejor dicho, que formulamos juntos a ellos), deben estar formulados en positivo. Así, otro error que cometemos es establecer objetivos en negativo; por ejemplo, «tardar menos tiempo en bañarse«, o «no hacer X cosa así» (es mejor decir cómo sí deben hacer las cosas).

Ejemplos de objetivos que podemos formular en positivo serían: «ayudar a poner la mesa a la hora de cenar», o «dejar la habitación recogida después de jugar». De esta forma, que estén formulados en positivo también les ayudará a enfocar el reto con mayor motivación.

Darles todo hecho

Para fomentar la autonomía de los niños debemos dejarles margen de maniobra para que puedan actuar, aprender y mejorar. Si, por el hecho de ser demasiado prudentes, se lo damos todo hecho porque nos da miedo que se equivoquen, entonces su autonomía nunca mejorará.

Hemos de buscar el punto medio entre enseñar y acompañar y darles la solución a todo. Los niños necesitan sentirse realizados y ganar autoconfianza y seguridad personal, y para ello, debemos dejarles actuar, equivocarse y aprender.

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Marcarles todos los objetivos

Para desarrollar la autonomía de los niños, es importante que ellos mismos puedan ir marcándose sus propios objetivos (con nuestra ayuda, claro, pero sin que se los marquemos al 100% nosotros). Esto es importante porque parte de esa autonomía la adquirirán identificando qué es lo que pueden hacer y cómo, en función de sus intereses y necesidades.

Por ejemplo, si está aprendiendo a lavarse los dientes, un objetivo puede ser dejarlo todo limpio después de lavárselos; o si está aprendiendo a montar en bici, un objetivo puede ser quitarle las ruedecitas a la bicicleta. Nosotros les acompañaremos en esa tarea de «buscar» objetivos.

Para desarrollar la autonomía de los niños, es importante que ellos mismos puedan ir marcándose sus propios objetivos (con nuestra ayuda cuando sea necesario).

Ser demasiado críticos

Sabemos que cuando los niños aprenden, se equivocan muchas veces. Y forma parte de su aprendizaje. No debemos ser críticos con eso, sobre todo, porque hemos de entender que no se equivocan porque quieren, sino porque aún tienen que aprender y adquirir las herramientas que necesitan para ser cada vez más autónomos.

En lugar de criticarles, optemos por críticas constructivas; por ejemplo, en lugar de decir «esto ya te lo enseñé varias veces, deberías hacerlo bien ya», podemos optar por un «parece que esto te está costando, ¿cómo te puedo ayudar a lograrlo?».

¿Cómo hacer críticas constructivas a los niños?

No confiar en ellos

Cuando intentemos fomentar la autonomía, es crucial confiar en nuestros hijos, en sus capacidades y en sus habilidades. Si no lo hacemos, de nada sirve que les motivemos; la confianza es el mejor motor.

Por ello, proponerles retos pero estar continuamente vigilando -que no supervisando- que los cumplan, y no darles un margen de maniobra y confianza, no es justo para ellos y, además, no será efectivo.

Por ejemplo, no es lo mismo decirles «¿te parece bien empezar a hacer la mesa tú solo?» y más tarde ver si lo han hecho, sugerirles formas de mejorar, etc., que pedirles que lo hagan ellos y estar continuamente corrigiéndoles porque directamente, no les dejamos hacer (porque creemos que no lo harán bien).

No ofrecerles los medios necesarios

Para fomentar la autonomía en los niños es imprescindible proporcionarles aquello que necesitan para poder realizar las diferentes tareas. Cuando hablamos de «medios» nos referimos tanto a recursos materiales como verbales o emocionales.

Por ejemplo, un recurso verbal puede ser nuestra guía verbal, es decir, instrucciones de cómo deben realizar la tarea en cuestión. Darles autonomía a los niños también implica enseñarles a utilizar esos medios, de cualquier tipo, para que les sirvan de apoyo.

Olvidarnos de explicarles la utilidad de la nueva tarea

Otro error que cometemos cuando queremos que nuestros hijos sean autónomos es no explicarles bien por qué es beneficioso que aprendan solos a hacer una determinada tarea. A ellos les es muy útil saber por qué necesitan aprender a hacer X cosas, y además, les puede servir de motivación.

Por ejemplo, «preparar tu ropa el día antes para ir al cole te ayudará a ir con más tiempo, podrás levantarte un poco más tarde y además podrás escoger qué ropa ponerte».

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No motivarlos o reforzarlos

Es importante que los niños tengan motivación para hacer las cosas, y por ello debemos alientarlos y animarles, reforzarlos. No basta con decirles «lo que tienen o no que hacer», sino que debemos explicarles la utilidad del aprendizaje y reforzarles por los logros y avances.

A veces con un «¡lo has hecho fenomenal!» junto a una sonrisa es suficiente. Por otro lado, el ver que ellos mismos mejoran y avanzan también puede ser su mejor motivación, que alimenta las ganas de superarse a sí mismos.

Foto | Portada (Freepik)

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