Lejos quedó aquél 16 de marzo dónde Juan Carlos Allegranza y Gabriela Marchissio veían 12 años de trabajo entre restos de chapas y mampostería destruida.
Ese día, una unidad del Servicio de Transporte Urbano de Pasajeros de San Francisco impactó contra el kiosco frente de la planta de Karikal en barrio La Milka quedando en ese momento, Gabriela dentro, salvado su vida de milagro y resultando ilesa.
A pocos días de cumplirse dos meses, el último lunes Allegranza y Marchissio reabrieron nuevamente su “kiosquito”, que nunca dejó de funcionar ya que le habían prestado un “carrito de hamburguesas” para seguir trabajando, perteneciente a Mariano González.
Ahora ya en pie y renovado, mucho más amplio y con la alegría de ver su lugar nuevamente funcionando gracias a la ayuda de los amigos que fueron sembrando a lo largo de estos años, hablamos con Gabriela que nos comentó como fueron estos meses.
“Estoy feliz porque estamos trabajando en el nuevo lugar, toda la vida le voy agradecer a Mariano por habernos prestado el carro y a todos los clientes por venir y colaborar con nosotros”, expresó Gabriela.
Recordando el episodio donde el colectivo impactó contra el lugar, Marchissio señaló que dejó atrás el hecho para enfocarse en las cosas buenas y positivas. “Esta semana empezamos con el kiosco renovado y hoy terminamos de poner los vidrios para equiparlo”, contó.
Haciendo una mención especial a las personas que se llegan hasta el lugar y el apoyo que le brindaron, la dueña del kiosco manifestó que en momentos difíciles es importante contar con gente que te alienten a seguir avanzando.
Por último, brindando un mensaje a todos aquellos que atraviesan situaciones tristes o desagradables, Gabriela cerró: “No hay que bajar los brazos, con esfuerzo y ayuda de la gente que te quiere se puede superar los momentos difíciles, hoy me siento muy feliz”.