El endurecimiento de las normas migratorias por parte de la Casa Blanca redujo notablemente los cruces ilegales entre México y Estados Unidos, aunque el flujo de personas que busca llegar a la frontera se mantuvo activo, lo que amenaza con empeorar la situación en los campamentos que ya están «sobrepasados en su capacidad máxima», alertaron a Télam analistas en la zona.
El 12 de mayo pasado expiró el Título 42, una regulación introducida por el Gobierno de Donald Trump durante la pandemia para expulsar, mediante un trámite exprés y con la excusa del coronavirus, a aquellas personas que cruzaran sin papeles.
Para sustituirla, Washington revivió el Título 8, una normativa que tiene décadas de antigüedad y que impone consecuencias más graves a quienes crucen la frontera ilegalmente.
Bajo esta norma, los migrantes irregulares, en lugar de ser expulsados serán deportados y se enfrentarán a sanciones que incluyen una prohibición de cinco años para regresar, así como posibles cargos penales en caso de que no sea la primera vez que lo intentan.
«Lo que no ha parado son los flujos en tránsito desde Guatemala, al sur de México, hacia el norte del país. La gente se sigue desplazando, los albergues en la ruta y en la frontera norte, en su mayoría, siguen sobrepasando su capacidad máxima»
«No hemos vuelto a ver cruces (ilegales) después del 11 de mayo», dijo a esta agencia la coordinadora de Médicos Sin Fronteras (MSF) Laura Gómez Mantilla, quien oscila entre las localidades mexicanas fronterizas de Reynosa y Matamoros asistiendo a las personas que aguardan en los albergues o que acampan en la calle, en terrenos baldíos, o a la vera del río Bravo.
Esta observación coincide con las estadísticas dadas por el secretario de Seguridad Nacional estadounidense, Alejandro Mayorkas, que habló de una caída de un 50% de los cruces en los primeros días tras el fin del Título 42.
Según Gómez Mantilla, politóloga colombiana especialista en relaciones Internacionales y ayuda humanitaria, entre la desinformación sobre la nueva normativa y el temor a la prohibición de cinco años para regresar a Estados Unidos, los migrantes abandonaron, por ahora, los intentos masivos de pasar la frontera.
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) evalúa que la población migrante en la frontera está a la expectativa de lo que vaya a ocurrir con los cambios normativos que se introdujeron en Estados Unidos.
«Parece ser como un momento de observación entre mucha población migrante. También considerando que los cambios que hubo son bastante complejos. Se han anunciado varias medidas al mismo tiempo. Pero hasta que la gente pueda entender exactamente qué significa esto, es probable que veamos una relativa pausa en los cruces en la frontera México-Estados Unidos», dijo a esta agencia el jefe adjunto de la organización en México, Jeremy Mac Gillivray.
Pero estas trabas no desalientan a las caravanas de personas que desde distintas partes de Sudamérica y Centroamérica intentan alcanzar la frontera en busca de un futuro más prometedor, lo que amenaza con empeorar la situación en los albergues sobresaturados o en campamentos informales.
«Lo que no ha parado son los flujos en tránsito desde Guatemala, al sur de México, hacia el norte del país. La gente se sigue desplazando, los albergues en la ruta y en la frontera norte, en su mayoría, siguen sobrepasando su capacidad máxima», aseguró el directivo de la OIM.
Analistas consultados por Télam alertaron sobre el endurecimiento de la política migratoria del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien nombró el frente del Instituto Nacional de Migración a un exfuncionario del sistema penitenciario.
«La política es tratar a las personas migrantes como criminales. En México las estaciones migratorias se llaman centros de detención. Son cárceles para migrantes» en los que hay unos «manejos pésimos», dijo a Télam la analista mexicana Carolina Aguilar Román, investigadora postdoctoral de la Universidad de Texas.
Al norte de la frontera, el presidente estadounidense, Joe Biden, se presentó en la campaña que lo llevó a la Casa Blanca como «abierto y amigable en términos de migración» pero finalmente «siguió las mismas prácticas de Trump», agregó.
Biden había prometido terminar con el Título 42 argumentando que es una medida que criminaliza. Sin embargo, tardó tres años en retirarla y la reemplazó con el más agresivo Título 8.
Cómo cruzar según la nueva normativa
Las únicas vías legales para ingresar a Estados Unidos son las visas humanitarias, los permisos obtenidos en centros de procesamiento en Colombia y Guatemala, o tener una cita obtenida mediante la aplicación móvil CBP One para pedir asilo en la frontera.
Pero conseguir una cita a través de la aplicación es muy difícil por varios motivos. En primer lugar, los cupos: hay 1.000 diarios para ocho puntos de cruce, demasiado poco para el volumen de personas que aguardan en las ciudades mexicanas.
Por otro lado, las personas necesitan tener un teléfono celular relativamente moderno para cargar su solicitud y tomarse una foto con la resolución que exigen las autoridades, sumado a que necesitan estar cerca de la línea de frontera y tener acceso a Internet.
Pero aun suponiendo que estas personas, en una situación de extrema fragilidad, tengan un teléfono apropiado y acceso a Internet, todavía deben sortear un obstáculo: la aplicación «criminaliza a partir de un perfil racial» a la hora de tomarse la foto, alertó Aguilar Román.
«Cuando abrís la app te muestra un rostro de una mujer blanca, pelo rubio, ojos claros. Criminaliza por el tono de piel. Porque está diseñada a partir de un algoritmo que solo reconoce tonos de piel claros y ojos claros y facciones anglosajonas. Entonces, las personas afrodescendientes y personas mestizas e indígenas con tonos de piel más oscuros, pues tienen dificultad para subir sus fotos. Y si no puedes subir tu foto, no puedes continuar con el proceso», explicó la experta en temas migratorios.
Otra cuestión con la aplicación es que prioriza a los menores no acompañados, algo que ha llevado a que algunas personas llenen sus solicitudes por separado, lo que termina por separar a las familias, agregó la experta en migración latinoamericana hacia Estados Unidos.
Para Mac Gillivray, las personas van a determinar como siguen a medida que vayan conociendo cuáles son las consecuencias de los cruces irregulares, qué tan efectiva es la aplicación CBP One, y qué tan reales son las medidas alternativas anunciadas por el Gobierno de Estados Unidos.
«Hay diferentes medidas para diferentes nacionalidades que nos parecen muy positivas, pero para que tengan un impacto en la reducción de los flujos migratorios tienen que significar una real opción para las personas migrantes», señaló en referencia al anuncio sobre la creación de centros de procesamiento en distintos países de América Latina, así como la creación de nuevos permisos para reunificación familiar destinados a El Salvador, Guatemala, Honduras y Colombia y la modernización de los destinados a Cuba y Haití.