Oh, el otoño. Con sus bellos colores tostados, la recuperación de los platos calientes y la vuelta de las capas de ropa hecha de lana, pana y abrigo. Qué maravilla. Claro que esta bella estación viene también indefectiblemente acompañada de una batería de mocos, estornudos y toses. Resfriados y gripes son también accesorios típicos del otoño.
Porque si bien es falso que el frío sea el responsable de estos malestares, el pasar más tiempo en interiores a causa de éste sí tiene una estrecha relación. Ahí es donde viven los virus y bacterias que nos enferman. Además, las calefacciones favorecen los ambientes muy secos, y esto reseca nuestras mucosas, lo que también aumenta el riesgo de catarros y similares.
Hay muchos mitos en torno a cómo curar estas dolencias, así que aquí van algunos remedios que sí funcionan, por si no tardas en caer.
Descansa
Todo el mundo (o todo el mundo que yo conozco al menos) ha intentado vencer un resfriado por cabezonería: si no bajo el ritmo, si me niego a actuar como un enfermo, entonces no estoy enfermo. Spoiler: no suele funcionar. Lo que un día es dolor de cabeza y mocos, al día siguiente es dolor de cabeza, mocos y un poquito de fiebre… y así sucesivamente.
Así que si sientes los primeros síntomas de un catarro o resfriado, lo mejor que puedes hacer es darle a tu cuerpo algo de tregua, cogerte la tarde libre si es posible, irte a casa y descansar. Unas cuantas horas de sueño y reposo pueden ser la mejor ayuda para tu cuerpo, que combatirá las infecciones mucho mejor que si va a rastras manteniendo su actividad habitual y además haciendo frente a los virus.
Si al levantarte todavía no te encuentras bien, valora la posibilidad de quedarte en casa, aunque sea trabajando desde allí si puedes. Evitar los cambios de temperatura te vendrá bien, y que no disemines los microbios por toda tu oficina le vendrá bien también a tus compañeros.
Hidrátate (pero no con alcohol)
Mocos, estornudos, fiebres y sudores pueden hacerte perder líquidos, así que presta atención a tu hidratación y bebe abundantes líquidos. Especialmente bebidas calientes como infusiones y sopas puede reconfortarte al ayudarte a entrar en calor si el trancazo te ha dejado destemplado.
Pero precisamente porque la idea es que te hidrates, el alcohol es mejor que lo mantengas a distancia, ya que aunque estés bebiendo, en realidad tiene un efecto deshidratante, ya que tu cuerpo necesita generar más orina para expulsar las moléculas de alcohol del cuerpo, y por tanto terminas perdiendo más líquidos de los que has ingerido.
Una buena sopa puede ayudar
Las sopas no son un remedio mágico, pero hay varios motivos por los que pueden hacer que te sientas mejor. Para empezar, el calor reconfortante te ayudará a sentirte mejor, y como no hay una cura como tal para los resfriados, cuanto más cómodo te encuentres, mejor. Además, los vapores del líquido caliente pueden tener un efecto descongestionante muy de agradecer.
Por último, hay un efecto más psicológico que físico, relacionado con los recuerdos, ya que para muchos, una sopa caliente está asociada a los cuidados que recibíamos cuando enfermábamos durante la infancia. Puedes rescatar esa sensación de sentirte atendido y cuidado con un tazón de caldo o de sopa, que si es casera y está bien cargada de nutrientes puede ser además una buena opción cuando sientes que no tienes mucha hambre pero necesitas aportar energías a tu cuerpo.
Para que no te aburras, aquí tienes un menú semanal con una sopa o crema distinta para cada día.
Cuida tus mucosas
No solo son la vía de entrada de los microbios, es que además son las que más sufren durante un catarrazo: mocos y toses pueden dejar tu nariz y garganta irritados e inflamados, empeorando la sensación de malestar general.
Así que dales un poco de amor. Hacer gárgaras con agua templada y un poco de sal o bicarbonato puede ayudar a reducir la inflamación y combatir las bacterias. Aunque en algunos sitios has podido leer que el vinagre de manzana también es bueno, en realidad no es muy recomendable: su acción antibiótica no está suficientemente probada y su acidez puede irritar aun más tu magullada garganta.
Un humidificador puede también ser de gran ayuda para tu nariz llena de mocos, facilitándote que te la limpies y que puedas respirar sin causarte demasiado destrozo, y hacerte vahos con agua caliente lo mismo, pero ten mucho cuidado para no quemarte.
Utilizar suero o productos similares para limpiarte el interior de las fosas nasales de vez en cuando puede también ayudarte a respirar, pero con moderación, o terminarás irritándote la nariz por dentro en vez de por fuera.
Antigripales sí, antibióticos no
Ante los primeros síntomas de un gripazo o catarro es normal buscar una solución rápida para la que se nos viene encima, y la farmacia es el primer sitio.
Allí pueden recomendarnos algún antigripal que, con una mezcla de antipirético para bajarnos la piel, analgésico para aliviarnos el dolor de cabeza, descongestivo para desatascarnos la nariz y antihistamínico para frenar el lagrimeo y los estornudos, nos ayude a sobrellevar los síntomas de la gripe, descansar mejor y reponernos antes.
Pero es muy importante que, sin una receta médica, no consumamos antibióticos. En la mayoría de los casos estos trancazos están causados por virus, y ahí un antibiótico no tiene nada que hacer. El consumo descontrolado de antibióticos es el principal motivo de que estén surgiendo bacterias resistentes a estos medicamentos, lo cual supone un problema de salud mundial muy serio. Tomar antibióticos cuando no toca empeora la situación y no mejora nuestro catarro.
Vacúnate
La vacuna contra la gripe estacional se recomienda a todas las personas en situación de riesgo por su salud (personas mayores o con problemas añadidos) y por su trabajo (profesionales de la salud, cuidadores de personas mayores, profesores de escuelas infantiles y de primaria…) pero si eres de los que se coge terribles gripazos año tras año, consulta con tu médico la posibilidad de ponértela tú también. Esta vacuna es perfectamente segura y puede ayudarte a reducir o evitar el episodio gripal de este año.
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