«Ellos se contagian de nosotros y nosotros nos contagiamos de ellos”, resumió Rodrigo De Paul la comunión entre los hinchas argentinos y el equipo que nos está representando en el Mundial. Y explicaba con naturalidad lo que no tantas veces se verifica en los equipos de fútbol: “Es que nosotros somos hinchas también, alentábamos a la Selección como hinchas antes de ser jugadores de la Selección, sentimos lo mismo”.
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Fue el discurso de otros integrantes del plantel, empezando por Lionel Messi, y hasta de Lionel Scaloni. Este es un grupo de profesionales cabales, de elite, con todos los requisitos para alcanzar esa categoría, pero que siente y vive los partidos como el hincha.
Varios de los gestos de los jugadores durante los partidos se pueden interpretar como ese plus del fana, que los empuja a sacar algo de adentro cuando ya estamos rascando el fondo del barril, cuando las piernas pesan o se endurecen, cuando falta el aire, cuando el destino te pone a prueba y un partido que tendrías que estar ganando por cuatro goles de pronto queda a tiro de empate por un zapallazo y un rebote maldito.
Lionel Messi – 3-12-2022
La reacción de Messi al ver cómo festejó su familia el primer gol
Lisandro Martínez reeditando el cruce de Mascherano en 2014, festejándolo con puño apretado como un gol; Enzo Fernández y Otamendi tirándose encima de Dibu Martínez al celebrar la atajada del milagro final; De Paul y Julián yendo con alma y fe a comerse a los australianos para forzar el segundo gol; Di María saltando con sus piernas que piden reposo, mientras canta el hit que une al público y los jugadores-hinchas.
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Esto fue posible gracias a la Copa América y se expresó también en la actitud benevolente de la gente después de la decepción del debut. El grupo ya solo se diferencia de la hinchada en que (De Paul dixit) ellos tienen el privilegio de ponerse la camiseta dentro de la cancha.
En el sentimiento son todos lo mismo.