Es importante fomentar el hábito lector de nuestros hijos desde que son pequeños. Podemos hacerlo a través del ejemplo, de ratitos de lectura compartida y de títulos que capten su atención.
Porque leer tiene incalculables beneficios para el desarrollo de los niños, especialmente cuando la lectura se fomenta de forma temprana. ¿Quieres saber cuáles son?
Promueve la «lectura emergente», y sus beneficios asociados
Ya desde que nacen, el contacto con los libros promueve en los niños la denominada «lectura emergente», que tiene lugar en varias fases:
Antes de los dos años
Durante los dos primeros años de vida, la lectura emergente significa la toma de contacto con el texto impreso. El niño comienza a diferenciar que en los cuentos hay dibujos o ilustraciones y grafías, y a establecer una relación entre ellas.
Más adelante se dará cuenta de que la estructura de las historias narradas contienen un principio, un desarrollo y un final.
A nivel cognitivo-emocional, la lectura emergente significa acercarse a otras realidades; principalmente a través de los sentidos, pues se trata de una etapa de la vida en la que el niño percibe y aprende del mundo que le rodea a través de un estadio sensorio-motor.
Es por ello, que se aconseja que los libros para bebés sean fácilmente manipulables para ellos, tengan texturas variadas y que capten su atención e ilustraciones llamativas y coloridas.
No obstante, no debemos olvidar la importancia de leer en voz alta al bebé, pues la lectura también transmite emociones a través del tono de nuestra voz, las pausas, las diferentes voces que pongamos…
Y ya por último, la lectura emergente en esta etapa supone también acercarse y familiarizarse con un nuevo objeto lúdico que es el libro, de manera que el niño acabe relacionando el momento del cuento con un momento especial y mágico en su día.
A partir de los dos años
A los dos años, el niño ya ha abandonado la etapa prelingüística y comienza a desarrollar el lenguaje. Así, las primeras palabras intencionadas y con significado real irán dando paso a un complejo proceso lingüístico y al enriquecimiento de su vocabulario. Todo ello irá formando los cimientos para el posterior desarrollo de la lectura.
En torno a los tres años, aproximadamente (coincidiendo con el comienzo del colegio y el segundo ciclo de Educación Infantil), el niño comienza a iniciarse en el aprendizaje de los grafemas y a darse cuenta de que esos trazados son letras. A partir de este momento se abre un camino de infinitas posibilidades para el desarrollo de la persona.
Estimula la imaginación y la creatividad
Tanto cuando leemos un cuento a nuestros hijos, como cuando ya son capaces de hacerlo por sí solos, la lectura permite «viajar» y disfrutar de mundos mágicos, historias increíbles y personajes de lo más dispares.
El fomento de la imaginación en los niños les aporta grandes beneficios para su desarrollo: amplía la noción de su mundo, promueve la risa y la felicidad, y favorece su bienestar psíquico. Además, la imaginación de los niños no tiene límites y es una fascinante ventana a su mundo interior
Ofrece al niño herramientas para enfrentarse a situaciones complejas
En ocasiones, los cuentos se convierten en una excelente herramienta para tratar con los niños temas como el amor, la amistad, la integración, la discapacidad o incluso el manejo de sus propias emociones.
También podemos apoyarnos en los libros a la hora tratar situaciones que esté viviendo nuestro hijo y que pueden resultarle complejas, tales como la ansiedad por separación, la llegada de un hermanito , la muerte de un ser querido, o el inicio del cole.
Fomenta el vínculo padre/madre-hijo
La lectura compartida favorece y genera un fuerte vínculo afectivo entre padres e hijos, basado en el placer de acompañarlos mientras hacen sus propios descubrimientos y, sobre todo, de pasar tiempo juntos disfrutando de una actividad en común.
Según apunta la Doctora Narcisa Palomino, vicepresidenta de la Asociación Española de Pediatraía de Atención Primaria, «hay investigaciones que confirman que el interés temprano por los libros está estrechamente ligado con el apego emocional que existe entre padres e hijos».
Además, no debemos olvidar que leer es una forma más de jugar con nuestros hijos, de dedicarles tiempo y crear imborrables recuerdos de su infancia. Por tanto, ¡leamos, interpretemos, actuemos y disfrutemos junto a ellos!
Fomenta el gusto por la lectura
Comenzar a leer a nuestros hijos desde que son pequeños les hará desarrollar una actitud positiva frente a la lectura, y a contemplarla siempre como una opción más de juego y diversión.
No en vano, según un estudio presentado por la Pediatric Academic Societies la lectura temprana tiene un efecto duradero incluso cuatro años después, favoreciendo la adquisición del lenguaje en el niño, mejorando su vocabulario y potenciando las habilidades de lectura temprana.
Para ello, es fundamental dejar los libros siempre a su alcance, darles libertad para elegir el cuento que quieran leer y adaptarlos siempre a su edad y nivel de entendimiento. Igualmente, no debemos olvidar la importancia de nuestro ejemplo, puesto que un niño que ve a sus padres leer y que disfruta junto a ellos de la lectura, sabrá apreciar siempre el valor de los libros.
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