Para vivir en pareja es necesaria una buena dosis de tolerancia. Cuando a la relación llegan los hijos, esa dosis debe aumentar exponencialmente, ya que todo lo que hasta ese momento iba ‘rodado’, se debe replantear gracias a nuestro nuevo papel como padres.
Precisamente al empezar a ejercer el nuestro como madres, puede suceder que nos cueste delegar. Tener tan controlado todo lo que sucede alrededor del bebé, hasta el punto de llegar a pensar que ninguna otra persona -padre inclu´ído- es capaz de hacer las cosas como tú. Pasa, y mucho más de lo que imaginamos.
Es que él no sabe hacer las cosas
Tengo que admitir que en un principio me pasó, justo al convertirme en madre. Esa necesidad de tener tanto cuidado con mi bebé y con todas sus cosas y sus rutinas, hizo que acaparara todo cuanto tenía que hacerse. Afortunadamente una voz amiga me hizo caer en cuenta muy pronto: «tú tampoco lo sabías y estás aprendiendo sobre la marcha, no le impidas vivir su propio proceso«.
Y sus palabras se convirtieron en el conjuro que acabó con el hechizo. Lo vi todo muy claro, estaba dando rienda suelta a mi espíritu protector y en ese afán, estaba dinamitando sus ganas de jugar su parte de papel protagonista en nuestra nueva situación.
De hecho después de aquello vi que era algo muy común. Comentarios en mi entorno, en el supermercado, en el colegio… lo peor de todo es que generalmente lo hacemos de forma inconsciente, pero esas actitudes dejan huella y por lo general la consecuencia es provocar que tu pareja se haga a un lado y te deje hacer todo «por que tú lo haces mejor«.
El proceso de aprendizaje es conjunto
Cuando nace nuestro bebé, ambos nacemos como padres. A menos que alguno de los dos sea pediatra o trabaje con bebés, probablemente va a ser nuestra primera experiencia y por eso es tan importante arrancar juntos en el aprendizaje.
Por eso este proceso debería empezar a tomar forma desde el embarazo, haciendo partícipes a los padres de todas las decisiones que atañen al parto al postparto, y durante las primeras semanas del bebé. Su papel puede ser decisivo para que nuestra recuperación física y emocional transcurra de la mejor manera posible y además es el inicio perfecto de una paternidad corresponsable y equitativa.
Que nuestra pareja se involucre en todo el proceso desde el embarazo es el inicio perfecto de una paternidad corresponsable y equitativa
La importancia de trabajar como un equipo
La base de un buen equipo es la confianza y el apoyo mutuo y en un pareja se aplica todo el tiempo. Ambos cometeremos errores, ambos nos equivocaremos, ambos flaquearemos y ambos tendremos miedo, pero las cosas funcionan si uno se puede apoyar en el otro cuando se siente más débil.
Es verdad que no siempre se da el caso de que los dos tienen la misma iniciativa y cuando tienes a un recién nacido en brazos, no tienes mucho margen para dudar: las cosas se tienen que hacer sí o sí y debemos enfrentar nuestros miedos varias veces al día (aún recuerdo como si fuese ayer el primer día que bañé a mi bebé).
Por eso dialogar es fundamental. Es imposible que nuestra pareja sepa todo lo que pensamos y lo que sentimos si no lo exteriorizamos y somos capaces de llegar a acuerdos.
Por último, es sano reconocer que a todos de vez en cuando nos hace falta una dosis de humildad: ni somos ni lo hacemos todo perfecto, simplemente lo hacemos diferente. Escuchemos al otro, hablemos de lo que esperamos y de lo que necesitamos. Tal vez nos asombre saber que justo esa ayuda que quisimos en algún momento, ni siquiera se nos fue ofrecida por miedo a volver a escuchar una negativa o un reproche.
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