A los mil ojos con los que siempre hubo que andar en la guerra habrá que añadir a partir de ahora alguno más. El extenso listado de sistemas de vigilancia por aire, mar y tierra acaba de suma una nueva invención digna de las mejores películas clásicas de espionaje. Como recoge Popular Science, los cadetes de la Fuerza Aérea Rusa acaban de presentar un prototipo de robot apodado —sin demasiada originalidad, todo sea dicho— “Piedra espía”. Y eso es, ni más ni menos: un robot con forma y apariencia de pedrusco para acercarse y observar al enemigo sin ser detectado.
Objetivo: pasar desapercibido
El dispositivo es fruto de tres años de trabajo de los profesores y estudiantes del Centro Científico y Educativo Militar (MESC) de la Academia Zhukovsky-Gagarian de la Fuerza Aérea. A simple vista recuerda un tanque de juguete provisto con ruedas y un pequeño periscopio, pero su enfoque es claramente militar: puede captar hasta 15 horas de vídeo y audio y transmitir el contenido a equipos situados a 1,25 millas, algo más de dos kilómetros. La grabación se activa con sensores de movimiento y, para maximizar su autonomía, permanecer 24 horas en suspensión.
Su diseño —recoge Popular Science— lo hace especialmente interesante para labores de reconocimiento en trincheras estáticas y las líneas del frente. Lo de los surcos excavados en la tierra frente a las tropas enemigas puede sonar a algo exclusivo de la Primera Guerra Mundial, pero aún hoy, en la época de los drones y satélites, siguen siendo útiles en ciertos contextos. La principal baza y la gran ventaja de la Piedra Espía frente a los vehículos aéreos de combate no tripulado es su tamaño —en los vídeos de prueba puede apreciarse cómo se desplaza sobre una mesa—, su capacidad para pasar desapercibido y el escaso ruido que produce al moverse.
No todo son ventajas, por supuesto. Los principales punto débiles del invento ruso son su fragilidad, la amenaza de que acabe volcado si se desplaza por terrenos demasiado escarpados o que el operador, al fin y al cabo, debe estar relativamente cerca del dispositivo. Su apariencia vulnerable ha desatado incluso, como explica The Moscow Times, algunas burlas en las redes.
La Piedra Espía es solo una muestra más de la apuesta de la inteligencia militar por los robots, lo que en ocasiones genera diseños sorprendentes. Hace solo unos años se presentaba “Sphera”, por ejemplo, una pequeña «pelota» provista de cuatro cámaras diseñada para que, mientras el dispositivo rueda por el terreno, pueda enviar imágenes en tiempo real a un operador.