Uno de los problemas que pueden tener los afectados por un ERTE en 2020 cuando llegue la hora de realizar su declaración de IRPF es que han tenido dos pagadores y las retenciones efectuadas no son las que deberían para su nivel de renta acumulado. Por eso desde algunos colectivos se ha solicitado una exención de estas rentas para que no computen en el IPRF. Pero la ministra Montero descarta mejorar la fiscalidad de los ERTES.
El argumento es muy sencillo, se trata de ingresos obtenidos y por lo tanto tienen que tributar. Lo que se había solicitado es exonerar de realizar la declaración a aquellos con rentas por debajo de los 22.000 euros. Se estima que en estos casos les puede suponer un pago de unos 1.000 euros.
Esto afecta también a los autónomos que cobran cese de actividad. También van a tener dos pagadores y una retención mucho menor de lo que tocaría. Es cierto que los autónomos pueden tener otro tipo de deducciones, de gastos que equilibren algo la balanza, especialmente en este año donde muchos han tenido pérdidas.
En palabras de la Ministra lo importante es que «tengamos una fiscalidad progresiva y justa» de manera que se pague en función de lo que se gana y contribuyan un poco más aquellos que tienen más ingresos.
La realidad es que si se llega a recuperar la normalidad más vale ir ahorrando un poco para no llevarnos disgustos llegado el momento. Especialmente porque como todos sabemos la declaración llega justo antes de las vacaciones y a nadie le gusta no poder salir porque tiene que destinar su dinero a pagar a Hacienda.
En todo caso tenemos por delante los presupuestos y una negociación fiscal que puede cambiar muchas cosas de cara a 2021. Lo malo es que con una deuda disparada por los fuertes gastos contraídos para pagar los ERTES es raro que exista una rebaja fiscal, por lo menos en el IRPF.