Hace unos días veíamos que las pruebas de la jornada laboral de 4 días en Bélgica no habían funcionado en su primer año de prueba porque casi nadie se había unido a la iniciativa pero, al mismo tiempo, no nos extrañó porque en ese país se mantuvieron las 40 horas semanales y es lógico que poca gente quiera trabajar diez horas al día aunque luego tengan uno más libre.
En otros países se han realizado pruebas que han salido mucho mejor paradas y que han llegado a aumentar la productividad y el bienestar de los empleados, como recogieron los resultados. También desde Genbeta hemos hablado con empresas españolas que han apostado desde hace tiempo por una plantilla que trabaja 4 días a la semana y nos han contado sus experiencias, positivas.
Ahora, Josh Bersin fundador y director ejecutivo en The Josh Bersin Company, especializa en gestión de personal y recursos humanos, ha hecho un artículo para Harvard Business Review analizando cómo hay que implementar una jornada laboral de 4 días para conseguir hacerlo con éxito. Bersin además de gestión de talento es conocido por ayudar a sus clientes a apoyar un buen balance entre el trabajo y la vida.
Los desafíos de una semana laboral de cuatro días
Recuerda el experto que ya en las décadas de 1960 y 1970, varias organizaciones intentaron implementar semanas laborales de cuatro días. Desafortunadamente, la mayoría de estas iniciativas, que intentaron condensar 40 horas completas de trabajo en cuatro días, no obtuvieron los resultados que las organizaciones esperaban, lo mismo que sucede con el caso de Bélgica.
Un estudio de 1975 examinó las reacciones de 474 empleados de una división de contabilidad de una gran corporación multinacional ante una semana laboral de cuatro días y 38 horas. Se registró una gran fatiga y lentitud al final del día. Para los trabajadores se hacía, de este modo, más difícil atender las necesidades de los clientes y reunirse con los compañeros de trabajo.
Afirma el experto que «mirando hacia atrás, podemos ver cómo estas iniciativas no tuvieron en cuenta algunos factores críticos» y es que recuerda que «en primer lugar, existe una relación no lineal entre las horas trabajadas y la productividad y hay una tasa de productividad decreciente por cada hora adicional que alguien trabaja».
Las palabras de Bersin no son algo nuevo. Muchos expertos en entornos laborales y gestión de personal ya han hablado de la necesidad de desvincular productividad con horas trabajadas.
Las jornadas laborales más largas también se asocian con aumentos de errores y lesiones laborales, así como con disminuciones en indicadores de bienestar de los empleados como la satisfacción y el compromiso. Con esta información que tenemos sobre la mesa desde hace incluso décadas, explica John Bersin en Harvard Business Revie que:
«cada vez hay más pruebas que sugieren que los horarios de trabajo reducidos por el mismo nivel salarial no sólo son factibles cuando se trata de mantener los resultados, sino que también son potencialmente ventajosos según una serie de métricas».
Un estudio propio con nueve empresas globales
La firma The Josh Bersin Company, además de fijarse en las conclusiones que salieron del mayor estudio global, llevado a cabo en países angloparlantes, también realizó su propio estudio con nueve organizaciones globales «para profundizar nuestra propia comprensión de los aspectos prácticos del rediseño consciente del trabajo«.
Según las conclusiones, los resultados fueron consistentemente positivos en lo que respecta al bienestar de los empleados, la retención e incluso los resultados comerciales. Las iniciativas de implementar una jornada laboral de cuatro días «solo funcionan si las empresas emprenden un rediseño sustancial del trabajo para reducir las horas y al mismo tiempo mantener los resultados comerciales». Esto se traduce a eliminar cargas administrativas y priorizar el trabajo de alto impacto, entre otros asuntos.
Pautas para lograr que una jornada de cuatro días funcione
Los expertos dicen que hay que definir los objetivos claramente y los resultados que se quieren obtener. «definir las metas a nivel de empresa y de equipo garantiza que el trabajo de todos ascienda hacia esas metas». También recomienda revisar las reuniones recordando que «las reuniones suelen ser una de las primeras áreas que se consideran tiempo improductivo«.
Y relacionado con la forma de comunicarnos, también explica este experto que adoptar la comunicación asincrónica puede ser muy útil: «se vuelve esencial para evitar que los empleados interrumpan su trabajo».
Muchos empleados están atascados con tareas administrativas menores que les impide concentrarse en tareas prioritarias. «Recomendamos detener, automatizar o subcontratar todas las tareas no prioritarias».
Un desafío importante que acompaña el cambio a una semana laboral de cuatro días es garantizar que los empleados acepten que se les pide que produzcan la misma cantidad en menos horas. Nuestra propia investigación muestra que las organizaciones que implementaron con éxito una semana laboral de cuatro días comenzaron con un período de prueba bien definido de tres meses como mínimo para evaluar si podían reducir con éxito el tiempo de trabajo manteniendo la producción.
Algo muy importante que dice este experto en ambientes laborales es que «la semana de cuatro días puede sacar a la luz problemas organizacionales en materia de comunicación, confianza, ineficiencias laborales y barreras a la productividad».
Pequeños nuevos hábitos
Una empresa australiana que ha participado en el proyecto de Besin, Inventium, ha usado pequeños cambios como bloquear el calendario, apagar los teléfonos móviles durante determinados periodos de tiempo y programar el trabajo más duro en torno al momento en que cada empleado es más productivo.
«En Inventium, se anima a los empleados a tomar posesión de su tiempo y utilizarlo de la manera que mejor les funcione. Parece haber funcionado, ya que la empresa informó un aumento del 26% en la productividad, un aumento del 21% en los niveles de energía y una disminución del 18% en el estrés de los empleados», dicen las conclusiones de la propia empresa.
Imagen | Foto de Dillon Shook en Unsplash
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