El cineasta rumano Corneliu Porumboiu presenta un trabajo que dio que hablar en Cannes y se llevó el premio al mejor guión en el Festival de Sevilla. ‘La Gomera‘ es un impredecible thriller muy deudor del estilo que arrasó a mediados de los 90 en los videoclubs. Un refrescante regreso a la fórmula que se deja querer.
Silbando, silbando triunfé timando
Porumboiu presenta una película de género. Un thriller lleno de referencias y matices, que viaja al son del Silbo gomero, una lengua silbada que se convierte en la sorprendente herramienta de un gran entramado criminal imprevisible. Tan imprevisible es la película que uno no puede dejar de sorprenderse al ver a Agustí Villaronga de cerebro criminal en una película de género.
La base de la película no puede ser más clásica. Un policía corrupto y la mujer fatal que lo meterá de lleno en un asunto que le está grande a todos los implicados son los dos elementos principales de la ecuación. Desembarcando al son de Iggy Pop en La Gomera para aprender el idioma silbado único en el mundo, la película termina abusando de todas las obviedades que auparon al éxito popular thrillers no especialmente brillantes, pero siempre amenos, a raíz del éxito de los primeros guiones de Quentin Tarantino.
Corneliu Porumboiu no aparca su absurdo universo en esta historia sobre el poder del lenguaje. El cineasta juega con los códigos del género, cita a Hitchcock y Ford, y coloca a los personajes en el centro de una trama compleja, donde todos los personajes traicionan y son traicionados, utilizando el lenguaje silbado como herramienta de comunicación. Un lenguaje que requiere que te metas los dedos en la boca, como una pistola lista para disparar hacia el interior del oído.
Dame un silbidito
A pesar de su estilo noir y la frescura de la propuesta, de su apariencia de thriller ligero y juguetón, la película de Porumboiu también juega al despiste fuera de su terreno. ‘La Gomera’ es densa, está llena de capas y de giros de guión, unos más previsibles que otros. Y cada personaje tiene el suyo. Es violenta y divertida, inteligente y más ambiciosa de lo que da a entender. El director, como siempre, habla de la Rumanía actual, una tierra sin fe ni ley donde reina la corrupción, el tema favorito del cine rumano actual.
El sarcasmo del director sobrevuela en ‘La Gomera’, donde todo el mundo está más o menos podrido, empezando por el héroe. Las escenas de aprendizaje del lenguaje silbado suponen un respiro en una película con un guión que ha prefiere dispersar la trama como un rompecabezas entre flashbacks y flashforwards como para acompañar mejor este arte que se domina con el punta de los dedos.
Por desgracia, esa apuesta por la deconstrucción y la reconstrucción termina por sacarnos un poco de la película. Demasiadas idas y venidas para acabar casi en terreno de nadie y aterrizando con los pies, sí, pero de milagro. Vlad Ivanov y Catrinel Marlon llevan la película a sus espaldas, rodeados de una plétora de esbirros (de ambos lados de la ley) que no tienen un futuro demasiado esperanzador. Todo lo contrario que su director.