He visto ‘Smile’ en la Fiesta del Cine y lo más terrorífico de la película fue volver a descubrir lo maleducada que puede llegar a ser la gente

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Muchas se habla de la experiencia cinematográfica como la forma ideal de ver una película. No niego que pueda llegar a serlo, pero luego hay muchos condicionantes que pueden deslucirlo hasta límites inesperados. Algunas veces es una cuestión técnica, sea un error inesperado o que la sala no cuente con el mejor de los equipos, pero lo más habitual es que haya gente allí a la que parece que la película en cuestión le importa tres narices.

Obviamente, eso sucede cuanto más masivo es el pase, algo que la reciente Fiesta del Cine favorece. Por ejemplo, hace unas semanas fui a ver ‘Tres mil años esperándote’ y no tuve el más mínimo de los problemas con el resto de la gente en la sala. Por desgracia, no sucedió lo mismo ayer con ‘Smile’, donde volví a descubrir lo maleducada que puede llegar a ser la gente.

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Con eso no me estoy refiriendo a las reacciones esperadas hacia lo que sucedía en pantalla, pues la estimable película escrita y dirigida por Parker Finn está repleta de jumpscares, lo cual provoca que espectador reaccione de una forma diferente. Los hay que tienen alergia a este cine de terror y les da un poco igual, pero en otros casos provocan sobresaltos de todo tipo y hasta algún pequeño comentario en voz baja por lo sucedido. Tiene sentido que eso suceda y hasta puede resultar contagioso para sumergirte más en lo que propone ‘Smile’.

Inaceptable

No puedo decir lo mismo de ver cómo la persona que estaba sentada junto detrás de mí cogió una llamada de teléfono durante el tramo final de la película, fastidiándome por completo el clímax de ‘Smile’. Ojo, no es que cogiera la llamada y se fuera a seguir hablando o colgase rápidamente, que un error así lo puede tener cualquiera, es que se tiró fácilmente 5-10 minutos al teléfono charlando con lo que parecía ser un cliente suyo.

De nada sirvió que me diera la vuelta para ver si así se callaba, pues la llamada debía ser tan importante que la película pasó a un segundo plano, por no decir del resto de personas en la sala. El colmo de todo esto fue que al final sí que pidiera disculpas por lo sucedido, pero a la otra persona con la que estaba hablando porque hacía mucho ruido en la sala. De que estaba en un cine viendo una película no dijo nada.

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Tengo claro que todos hemos tenido experiencias desagradables viendo una película en cines. Todavía recuerdo cuando viendo ‘Anacleto, agente secreto’ una pareja estuvo masturbándose durante prácticamente toda la película. Dio igual estar en un cine con más gente -yo estaba en la misma fila apenas unas butacas de ellos-, porque se ve que no tenían otro sitio para hacerlo. Y seguro que vosotros también tenéis vuestra propia historia de terror en una sala de cine cuando es algo que nunca debería suceder.

Smile Final

Smile Final

Al final acaba siendo un poco lotería que te toque algo así, y es una pena, porque disfrutar de una película en pantalla grande con más gente que simplemente quiere hacer eso es una gozada. Hacerlo en otro tipo de condiciones porque en la sala hay alguna persona impresentable que te fastidia la experiencia, pues casi que no.

Además, sucesos así lo que hacen es marcarte la película para siempre. Por mucho que vuelva a ver ‘Smile’ más adelante, siempre será la película de la puñetera llamada de teléfono que me fastidió el final. Y no hemos hecho nada para merecerlo, ni yo ni la película.