¿Ha merecido la pena ‘salvar la Navidad’ para los comerciantes?

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Luces por el centro de las ciudades, por los barrios, adornos navideños para animar a los ciudadanos y por otro lado, motivar el consumo. Con la tercera ola que va de la mano de más contagios y nuevas restricciones, ¿ha merecido la pena ‘salvar la Navidad’ para los comerciantes?

A estas alturas estaríamos hablando de la campaña de rebajas de enero. De que los tiempos han cambiado y hay descuentos durante todo el año. Pero, en mitad de una pandemia, parece una vía para salvar algún negocio. ¿O no es esa la sensación que tienen los propietarios de pequeños comercios?

Los sanitarios lo advirtieron: «Pagaremos un alto precio por salvar estas fiestas», y es que durante 2020 parece que hemos aprendido poco. La crisis sanitaria va de la mano de la económica. Si no estamos sanos ¿qué y cuándo vamos a consumir? ¿merece la pena exponernos y creer que no ocurre nada por realizar unas compras?

¿Sirvió un verano disfrazado de normal, para que los hoteles, los comercios, los bares…, obtuvieran beneficios? La respuesta es clara: no. La discusión sobre si se producen más o menos contagios, dependiendo del lugar no tiene cabida. La vida es lo más importante, una obviedad que parecen haber olvidado en las altas esferas.

Las empresas tendrán que recorrer el túnel más largo del mundo hasta llegar al verano

Salvar la Navidad hará pagar un precio alto a nivel sanitario y económico

Las aglomeraciones de personas era uno de los aspectos que los expertos y las autoridades pedían evitar para no favorecer los contagios, pero a la vez, se vendió una falsa tranquilidad y relajación en julio. Este hecho sólo ha logrado que demos pasos atrás. Y con ello, más enfermos y más restricciones.2021 no es sinónimo de recuperación.

Es imposible contentar a todos los sectores cuando un virus contagioso, se propaga a la velocidad de la luz. Parece que no hemos tenido bastante con una primera y segunda ola, las cuales nunca han existido puesto que el Covid-19 nunca se marchó. Hay pérdidas entre los autónomos, ERTE’s, pero la solución no pasaba por comportarnos como si viviéramos en 2019.

Las restricciones se impusieron para salvar vidas. Si se han saltado, ahora es obvio que las restricciones sean igual o más duras que en marzo lo que implica que las prisas no son positivas. Sobre todo, cuando además de un negocio, está en peligro nuestra salud. El verdadero reto no es que se amplíen los horarios. El reto es el sentido común. Sin él, ni la crisis sanitaria ni la económica llegarán a su fin.

Imagen|Pexels

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