Al margen del palmarés oficial de esta 75ª edición del Festival de Cannes, el certamen de la vuelta a la normalidad nos traía un buen puñado de películas que dejan huella desde los alrededores de la codiciada competición oficial. Como suele ser costumbre, algunos de los cineastas del momento contaban grandísimas historias desde los márgenes de la programación oficial, dejando un gran poso, a pesar su imposibilidad de acceso a premio.
Es el caso de la nueva película de Mia Hansen-Løve que, tras su paso a concurso en la anterior edición con ‘Bergman Island‘, presentaba de nuevo película en esta ocasión desde la plataforma no competitiva de Quincena de los Realizadores, en la que sin embargo se hacía con el premio no oficial de Europa Cinemas como mejor película de su sección.
Fuera de concurso, en esas nuevas secciones que proliferan cada año como descarte de la Sección Oficial encontrábamos al mejor Rodrigo Sorogoyen presentando la première mundial de su nuevo y brillante film ‘As Bestas‘, del que os hablaremos en otro texto, y también en esa sección extraña este año denominada «Midnight Screenings» disfrutábamos de lo más loco de la cinematografía actual, la nueva propuesta del surrealista Quentin Dupieux.
‘Un beau matin’ (Mia Hansen-Løve)
Mia Hansen-Løve continúa su exploración del alma humana, de historias cotidianas y relatos de pequeños gestos dentro de esa filmografía coherente que refleja la naturaleza de las relaciones de nuestra época y que en el conjunto de su trayectoria dibuja el perfil generacional del momento.
Como prolongando esa búsqueda vital de trabajos anteriores como ‘El Porvenir’ (2016), la cineasta francesa indaga ahora en el proceso de envejecimiento y degeneración como una evolución natural de la vida, que acarrea una progresión inevitable de duelo hasta la aceptación de la pérdida, que a menudo ocurre en paralelo con otros eventos igualmente importantes y decisivos en la transformación de uno mismo.
Partiendo de su propia experiencia, Mia Hansen-Løve nos introduce en un instante de la vida de Sandra, una madre viuda que empieza a asistir al proceso de declive de su amado padre, un antiguo profesor universitario al que una irreversible enfermedad degenerativa está consumiendo poco a poco, destrozando a su paso esa identidad intelectual que él había construido durante su vida en torno a la literatura y la filosofía.
Durante este proceso de aceptación de la pérdida, Sandra encontrará de nuevo el amor, abriendo la puerta de forma simbólica a ese renacer interior que se abre paso en ese periodo de transformación. Una actuación portentosa y bien dirigida en la que podría ser la mejor interpretación hasta la fecha de Léa Seydoux, o en cualquier caso la más humana y empática.
Una fotografía de cotidianidad que llega dentro con la exploración de uno de los temas sensibles del momento, expuesto desde la sencillez de los pequeños conflictos de lo diario. Sin subrayados ni moralejas, ‘Un Beau Matin’ es una historia cercana que impacta emocionalmente por su carácter reconocible con el que todos podríamos empatizar. Bella y devastadora.
‘Fumer fait tousser’ (Quentin Dupieux)
El siempre loquísimo cineasta del absurdo Quentin Dupieux presenta también en esta edición del Festival de Cannes otra de sus magníficas bizarradas, que se suma a una larga lista de genialidades de una filmografía de lo más extravagante.
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‘Fumer Fait Tousser’, literalmente fumar hace toser, es un atolondrado relato de relatos en el que un grupo de superhéroes vengadores estilo Power Rangers, acaba contando las más disparatadas historias de miedo en torno a una hoguera, tipo campamento de los boy scouts.
Después de una pelea cuerpo a cuerpo contra un pavoroso monstruo de goma y cartón-piedra, la célebre brigada anti-tabaco se escapa a un retiro espiritual a modo team-building para preparar su próxima y temible misión: salvar al planeta Tierra de la extinción.
Absolutamente divertida e ingeniosa, la disparatada imaginación de Dupieux no se agota. Sostenida, como de costumbre sobre la más bruta de las comedias fantásticas de salpicones de vísceras y chorrazos de sangre a plena luz del día, y apoyada por ese fuerte componente visual y sonoro de sintetizadores y desaturados colores pastel, que suele caracterizar a sus producciones, lo nuevo del francés sin duda se encuentra entre lo mejor de su carrera.