‘En un muelle de Normandía’: exquisito retrato del periodista como impostor en el que Carrére trasciende las convenciones de la denuncia social

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Como ya hiciera su colega Michel Houllebecq adaptando libremente su propia novela con ‘La posibilidad de una isla’ (2008), era cuestión de tiempo que el escritor Emmanuel Carrère se interesara por el cine. De hecho, a esta ‘En un muelle de Normandía’ antecede el documental ‘Retour á Kotelnich’ (2003) y una adaptación de su novela corta ‘El bigote’, ‘La moustache’ (2005), protagonizada por Vincent Lindon, que no tuvieron estreno en España.

Asimismo, Carrère siempre se ha interesado por la escritura cinematográfica, como prueba su participación en series como ‘Les Revenants’ o ‘Collection Fred Vargas’, aunque ‘En un muelle de Normandía’ (en el original francés, el título corresponde al nombre del muelle, Ouistreham) es su proyecto más ambicioso hasta el momento.

La historia parte de la exitosa novela ‘El muelle de Ouistreham’, en el que la periodista Florence Aubenas realiza un proceso de auténtico «periodismo gonzo», en directa relación con los escritos de Tom Wolfe, Terry Southern y, por supuesto, Hunter S. Thompson, a quien corresponde la creación del término, infiltrándose en un grupo de limpiadoras del muelle de Ouistreham para realizar un análisis de las condiciones del empleo precario y convirtiendo sus experiencias y conclusiones en una novela de una situación tan generacional como universal.

Más allá del compromiso social con una estupenda Binoche

Interesada por un proyecto que, desde su publicación, ya ha tenido diversas adaptaciones teatrales y radiofónicas, la actriz Juliette Binoche consideró que el escritor, máximo exponente actual de la autoficción narrativa y autor de obras tan alabadas y controvertidas como ‘El adversario’, ‘De vidas ajenas’, ‘Limónov’ o la reciente ‘Yoga’ sería la persona idónea para llevarla a la gran pantalla.

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Durante su primer acto, Carrère sigue claramente el libro de estilo de cineastas como Ken Loach, Stephen Frears o Mike Leigh, o en su país, los hermanos Dardenne y Robert Guédiguian. El director, que firma al guion junto a Hélène Devink, juega con el espectador al no descubrir la identidad real de su protagonista hasta bien avanzada la acción, demostrando que en ‘Un muelle de Normandía’ no es una película comprometida más y que su verdadero interés reside en el conflicto interior de su personaje central y en su papel de infiltrada e impostora.

Esto acerca el resultado al corpus de la obra de Carrère (no estamos tan lejos, por ejemplo, de ‘El adversario’, una de sus novelas más celebradas, o de documentales como ‘Ich Bin Enric Marco’ de Santiago Fillol y Lucas Bermal; tampoco de ‘Perfect’ de James Bridges) y a las películas de cineastas más inclasificables y heterodoxos, como Oliver Assayas. En cualquier caso, la película se resiste a ser clasificada y eso juega a su favor sobre todo en la segunda mitad de su metraje.

Juliette Binoche

Juliette Binoche

Es destacable que el director se sienta atraído no sólo por la voz y el punto de vista de su protagonista, sino especialmente el sentimiento de comunidad de las mujeres trabajadoras, lo que acerca su trabajo a clásicos como ‘La sal de la tierra’ (Herbert J. Biberman, 1954) o ‘Arroz amargo’ (Giuseppe de Santis, 1949). La perspectiva femenina recuerda asimismo a títulos recientes del cine latinoamericano, menores pero estimables, como la brasileña ‘La segunda madre’, la chilena ‘La Nana’ o la mexicana ‘La camarista’. Sin embargo, la particular mirada de su director acaba imponiéndose por encima de cualquier molde de mera denuncia social.

‘En un muelle de Normandía’: la imposible búsqueda de la verdad

Merece la pena destacar el trabajo de Juliette Binoche en uno de los mejores papeles de su trayectoria reciente. La película son también sus gestos, sus miradas, sus delicados y dosificados matices. Notables resultan las composiciones del resto del reparto, imprescindibles para dotar de verosimilitud y complicidad a las escenas de grupo.

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Carrère concluye la película con un doble epílogo marcado por la ambigüedad: por un lado, justifica la existencia del periodismo de corte social y la figura del infiltrado como impostor, pero también, en la escena final, pone en duda su naturaleza a nivel humano, como si la propia película dudara de su misma pertinencia y honestidad, algo que resulta tan impúdico como infrecuente en este tipo de cine, siempre marcado por una cierta superioridad moral.

Que nadie espere obtener de ‘En un muelle de Normandía’ una respuesta clara y un mensaje definitivo y balsámico; más bien una reflexión sobre una peripecia vital marcada por la incertidumbre, el desarraigo y la, en suma, imposible búsqueda de la verdad absoluta. Todo ello queda plasmado en sus imágenes de forma estremecedora y transparente.

En Un Muelle De Normandia

En Un Muelle De Normandia