El papa Francisco visitó la gruta donde, según la tradición, vivió San Pablo tras naufragar en Malta y recordó la acogida que recibió entonces el apóstol, como ejemplo para mejorar el trato a los migrantes que ahora llegan a la isla mediterránea.
En la última jornada de su viaje de dos días a Malta, el pontífice, de 85 años, celebrará también una misa al aire libre antes de visitar un centro de migrantes que pronto acogerá a refugiados de la guerra de Ucrania.
El Papa (@Pontifex_es) visitó la gruta donde vivió San Pablo tras naufragar en Malta y recordó la acogida que recibió entonces el apóstol, como ejemplo para mejorar el trato a los migrantes que ahora llegan a la isla mediterránea
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— Agencia Télam (@AgenciaTelam) April 3, 2022
Según la tradición cristiana, Pablo naufragó en Malta en el año 60 mientras se dirigía a Roma, y realizó varios milagros en los tres meses que pasó en la isla de la parte central del mar Mediterráneo.
Siguiendo los pasos de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, Francisco visitó la gruta en la localidad de Rabat, donde encendió una vela y rezó una oración.
Francisco recordó cómo Pablo y sus compañeros de viaje fueron acogidos, aunque, dijo, «ninguno conocía sus nombres, su procedencia o condición social», informó la agencia de noticias AFP.
Pidió a Dios que ayude a los hombres a «reconocer desde lejos las necesidades de cuantos luchan entre las olas del mar, golpeados contra las rocas de una costa desconocida».
«Haz que nuestra compasión no se agote en palabras vanas, sino que encienda la hoguera de la acogida», agregó.
El Papa, que a mediados del año pasado se sometió a una operación de colon y canceló un acto en febrero debido a un dolor agudo en la rodilla, parecía tener problemas para caminar durante la visita, en la que también se reunió con los enfermos y discapacitados en la Basílica de San Pablo, que conecta con la gruta.
La invasión rusa de Ucrania ha eclipsado el primer viaje del papa a Malta, un país de mayoría católica, y que había sido retrasado dos años por el coronavirus.
Dirigiéndose a políticos y diplomáticos, el papa condenó el sábado la invasión de Ucrania y habló de «algún poderoso, tristemente encerrado en las anacrónicas pretensiones de intereses nacionalistas, que provoca y fomenta conflictos», en lo que se interpretó como una alusión al presidente ruso Vladimir Putin.
Preguntado por un periodista sobre un posible viaje a Kiev, dijo que una visita a la capital de Ucrania estaba «sobre la mesa».
La guerra ha provocado la peor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Una cuestión que Francisco ha tratado en numerosas ocasiones desde su llegada al papado hace nueve años, insistiendo en la necesidad de acoger a quienes huyen de la guerra, la pobreza o los efectos del cambio climático.
Malta está en la primera línea de la ruta desde el norte de África hacia Europa, y miles de personas que se arriesgan a cruzar en embarcaciones atestadas terminan aquí.
Pero varias organizaciones acusan al pequeño país miembro de la Unión Europea (UE) de no ayudar a las personas que llegan a sus aguas, y el papa recordó al archipiélago su condición de «puerto seguro».
«La creciente emergencia migratoria (…) exige una respuesta amplia y compartida», dijo.
Tras la visita a la gruta, el papa se dirigió a Floriana, cerca de la capital, La Valeta, donde tenía previsto celebrar una misa para 10.000 personas.
Más tarde este domingo, Francisco retomará el tema de los migrantes visitando el Laboratorio de la Paz Juan XXIII, un centro inspirado en el Papa de ese nombre, que se prepara para la llegada de refugiados ucranianos.
Dirigido desde hace cinco décadas por un fraile franciscano, que ahora tiene 91 años, ya acoge a unos 55 jóvenes de diferentes partes de África que llegaron a Malta sin papeles.