El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, propuso este jueves «inducir un cambio» en el Partido Comunista chino «de maneras más creativas y asertivas», en un duro discurso que elevó aún más la tensión bilateral, tras semanas de sanciones, represalías, denuncias, advertencias y arrestos que hacen temer una escalada con consecuencias imposibles de prever.
«Las naciones libres del mundo debemos inducir un cambio en el comportamiento del Partido Comunista de China (PCC) de maneras más creativas y asertivas, porque las acciones de Beijing amenazan a nuestro pueblo y nuestra prosperidad», sugirió Pompeo en un discurso en la biblioteca del Presidente Richard Nixon, en California, según la agencia de noticias EFE.
Parafraseando a Nixon, el presidente que reconoció a la China comunista, Pompeo retomó el argumento de que Estados Unidos puede «inducir al cambio» a China desde una relación bilateral y no con una política de aislamiento, pero deformó su sentido original y lo utilizó como premisa para repasar todos los puntos de discordia que elevaron la tensión entre las dos potencias en los últimos tiempos.
Pompeo destacó la persecución y violaciones a los derechos humanos contra la minoría musulmana uigur en la provincia de Xinjiang -denunciada por las principales organizaciones humanitarias del mundo-, la reciente aprobación de una ley de seguridad nacional que limita dramáticamente las libertades en Hong Kong y, el tema por excelencia en la actualidad, el presunto ocultamiento de los inicios de la pandemia de coronavirus a fines del año pasado.
«Aquí estamos hoy con barbijos y vigilando el conteo de muertes de la pandemia porque el PCC no cumplió las promesas al resto del mundo», se quejó el jefe de la diplomacia del país más golpeado en el mundo por el coronavirus, con más de 4 millones de contagiados y más de 143.800 fallecidos.
La escalada actual con China no es una novedad para el Gobierno de Donald Trump.
Desde su asunción, el presidente eligió a la potencia como un rival y en su primer año en la Casa Blanca inició una guerra arancelaria que durante más de 18 meses tuvo en vilo a todo el mundo y golpeó con fuerza al comercio internacional.
Además, encabezó una campaña global para limitar el ingreso de Huawei y su tecnología de 5G en las economías de sus aliados, principalmente Europa, por considerar que se trataba de un riesgo para su seguridad nacional.
En los últimos meses, en un año electoral y con números de la pandemia y la economía cada vez más preocupantes, el Gobierno estadounidense profundizó la confrontación con China.
Impuso varias series de sanciones a funcionarios y empresas chinas por violaciones a los derechos humanos, presuntos hackeos y la represión en Hong Kong, rechazó explícitamente por primera vez todos los reclamos territoriales de Beijing sobre el disputado Mar de la China Meridional -por donde pasa el 30% del comercio internacional- y esta semana le ordenó al Gobierno de Xi Jinping cerrar su consulado en Houston por un presunto caso de hackeo.
Tras denunciar que China intentaba robar información valiosa sobre el desarrollo de una vacuna contra la Covid-19, el Gobierno estadounidense imputó a dos ciudadanos chinos por presunto hackeo, luego ordenó el cierre del consulado y hoy, finalmente, anunció la detención de tres chinos y denunció que un cuarto estaría escondido en el consulado de San Francisco.
Tras cada medida, China prometió represalias y las fue anunciando con un discurso duro, pero menos belicoso que el de Washington, que parece ser el más interesado de los dos en seguir alimentando esta escalada.
Esta mañana el vocero de la Cancillería china, Wang Wenbin, acusó al Gobierno de Estados Unidos de violar «las normas básicas del derecho internacional» al dar la orden de cerrar el consulado de Houston, en el estado de Texas.
Además, desestimó las acusaciones estadounidenses de espionaje y robo de propiedad intelectual y advirtió que habrá represalias.
«Estas acusaciones son maliciosas y su único objetivo es difamar a China. El cierre del consulado es una medida completamente injustificada y China se reserva el derecho a tomar represalias», advirtió Wang, citado por el canal de noticias CNN.
Desde California, Pompeo ratificó la decisión de cerrar el consulado en Houston y lo enmarcó en la política directriz del Gobierno y de la campaña electoral de Trump: Estados Unidos primero.
«El pueblo estadounidense no va a permitir que nuestro trabajo económico, nuestro talento sea robado por el Partido Comunista Chino», aseguró el secretario de Estado.